En busca del deseado autoabastecimiento. La aplicación de políticas que desalentaron la inversión extranjera y aumentaron el consumo de recursos energéticos colocó a la Argentina en situación de crisis.
La aplicación de políticas que desalentaron la inversión y aumentaron el consumo de recursos energéticos colocó a la Argentina en situación de crisis. La misma se manifiesta actualmente como una disminución de los stocks e infraestructura de transformación y logística insuficientes. No sólo han disminuido las reservas de gas y petróleo a niveles de colocar al país en condición francamente deficitaria, sino que también resulta escasa la infraestructura de refinación y de generación eléctrica.
Esta situación debe comenzar a revertirse en el menor plazo posible para evitar la sangría de divisas y a su vez ir paulatinamente incrementando la generación de energías alternativas, revirtiendo la concentración en consumo de combustibles fósiles de la matriz energética actual.
Si bien se supone que si se dan las condiciones propicias, para la próxima década yacimientos como Vaca Muerta y otros similares podrán producir petróleo crudo y gas natural para garantizar el autoabastecimiento e incluso la posibilidad de exportar, no sería suficiente la infraestructura de transformación para abastecer toda la demanda energética.
En este contexto, se refleja sucintamente el estado de situación en materia energética en nuestro país y acciones tendientes a reducir y eliminar los déficits existentes y lograr una matriz energética más equilibrada.
Petróleo: asistiremos a una demanda creciente de nafta y gas oil. No sólo se debe tener en cuenta la cantidad a producir, sino la necesidad de mejor calidad, lo que va en detrimento de su volumen de producción y aumenta los costos. Resulta necesario introducir mayores porciones de biodiesel en el gas oil y la incorporación de bioetanol en las naftas, lo que otorgaría ciertas ventajas: menor impacto ambiental, sustitución de importaciones con ahorro de divisas, utilización del parque automotor y logística de distribución existente y aprovechamiento de insumos y mano de obra local.
Gas natural: es alentadora la existencia de recursos no convencionales, de los más importantes del mundo, y las ampliaciones de la capacidad de transporte que se han realizado. Actualmente ha descendido fuertemente la presión en los pozos de producción y por la escasez de fluido se importa gas natural licuado de alto costo. No se ha solucionado la necesidad de gas natural en amplias zonas del territorio nacional, particularmente donde habitan sectores vulnerables de la sociedad, que siguen dependiendo del gas envasado.
Energía eléctrica: se debe tener en cuenta su generación, el transporte a través de líneas de alta tensión y su posterior distribución a los domicilios a través de media y baja tensión. Actualmente se presenta una situación deficitaria en generación y en distribución. No así en transporte, ya que puede considerarse suficiente la infraestructura en alta tensión. Respecto de la distribución se presentan casos de cortes localizados. Fueron necesarias importaciones desde Brasil y Uruguay ya que la demanda de energía superó la capacidad del parque generador nacional que no puede abastecer la demanda pico, y funciona sin la reserva que debiera preverse.
Generación térmica: se ha incrementado el parque generador, con obras realizadas con un criterio de rápida incorporación al servicio y menor costo de implantación, con la consecuencia de un alto costo de operación, mayor demanda de combustibles fósiles y un impacto negativo en el medioambiente. Se pusieron en servicio centrales térmicas de ciclos combinados de Campana, Timbúes y Pilar que por déficit de gas natural gran parte del año consumen gasoil, lo que acortará su vida útil, y nodos deficitarios de generación distribuida. La operación de estas unidades produjo un déficit y desbalance aun mayor en la demanda de gasoil. La utilización de centrales térmicas no ha perdido vigencia, pero resultará deseable que sean de ciclo combinado con el agregado de biodiesel en el combustible.
Energía hidráulica: se ha suscripto financiamiento de origen chino para la construcción de represas hidroeléctricas en Santa Cruz a llamarse: Kirchner y Cepernik, cuestionadas tanto por sus dimensiones, costo y evaluación ambiental. También están proyectadas las de Garabí en Misiones y Chihuidos en Neuquén, entre otras obras hidráulicas. Resulta conveniente la incorporación de centrales, ya que si bien son de alta inversión en construcción, generan energía a bajo costo y tienen larga vida útil.
Energía nuclear: se ha revalorizado mundialmente su utilización, actualmente fue reconsiderada la finalización de Atucha II y ante la situación energética en el país es necesario aprovechar la capacidad instalada, incorporando nuevas tecnologías.
Energía eólica: se encuentran en producción parques eólicos, aunque la abundancia de sitios aptos justifica intensificar la implantación de los mismos.
Energía fotovoltaica: no se ha desarrollado en el país más allá de instalaciones en sitios sin acceso a la red, como por ejemplo en algunas escuelas del interior del país. Para su desarrollo se requiere de subsidios o el impulso estatal.
Energía termosolar: este tipo de tecnología de generación comienza a tener protagonismo. Su costo de instalación es aun elevado, pero el almacenamiento del fluido caliente, que permite generación casi permanente, es económico. Por su rendimiento y los estudios de radiación solar que indican que en nuestro territorio se encuentran zonas particularmente aptas para su implementación, se recomienda su desarrollo.
A su vez, debemos considerar que en los próximos 20 ó 30 años se seguirán utilizando combustibles fósiles ya sea para el transporte como para la generación, dada la crisis de reservas existente en la Argentina (que podría encontrar una solución parcial mediante Vaca Muerta hacia finales de la próxima década) en el interregno se debiera ir acompañando el crecimiento de la demanda propiciando el incremento del uso de los biocombustibles y la generación de energías limpias y renovables, de forma tal que pueda tener impacto en la oferta energética en el corto y mediano plazo. Esto traerá aparejado un mejoramiento en el perfil de la matriz energética y acompañará la tendencia mundial al uso de fuentes limpias y renovables, para la reducción de las emisiones.
En síntesis, tal como puede apreciarse la problemática y particularidad del sector es mucha más compleja y amplia que la producción de Vaca Muerta. Si bien, en este megayacimiento están puestas muchas esperanzas, una propuesta de política energética seria y sustentable de largo plazo debería contemplar otros aspectos que hacen a la realidad del país presente y, fundamentalmente, de las futuras generaciones.LA CAPITAL DE ROSARIO.