En Estados Unidos están a punto de comenzar a producir este biocombustible a partir de la celulosa, el recurso biológico más abundante del planeta, con fuerte desarrollo biotecnológico.
Este año, tres plantas de etanol comenzarán a producir biocombustibles sobre la base de celulosa en EE.UU. (dos en Iowa y una en Kansas), y no de maíz, como es la regla en la industria.
El inconveniente mayor que tiene el etanol proveniente del maíz es que su producción compite con la industria de la alimentación, en el momento en que la demanda mundial de alimentos se duplica en los próximos 20 años, y sigue en plena vigencia el súperciclo de los commodities iniciado en 2000, que se caracteriza porque la demanda supera en exceso a la oferta.
La producción de etanol en EE.UU. se ha duplicado en los últimos 10 años; y lo que tiene mayor relevancia crítica es que en 2004 representaba 10% de la cosecha, y ahora es casi 40%.
La celulosa es el recurso biológico más abundante que existe en el planeta, y proviene de plantas vivas, desde las algas a los árboles, sumadas a los desechos integrantes de la biomasa. Un estudio de USDA señala que 1.000 millones de toneladas de celulosa o más pueden ser recogidas y procesadas anualmente en EE.UU., lo que implica la posibilidad de producir 67.000 millones de galones de etanol (30% del consumo de combustibles norteamericanos).
El avance biotecnológico en el tratamiento de la celulosa es más avanzado que el experimentado por los granos; y ha incrementado en 50% el porcentaje de etanol que se obtiene en una tonelada de biomasa.
En los próximos 10 años se espera que, a través de la utilización intensiva de microorganismos, aumente en un porcentaje superior la producción de glucosa, de donde se extrae el etanol en forma directa.
El cambio tecnológico es ahora el principal mecanismo para reducir la estructura de costos en la industria del etanol, a partir de la celulosa. Este aspecto es todavía más importante en relación a los menores costos que las mejoras que se puedan realizar en las fases logísticas e industriales de la producción.
La ley norteamericana establece en 10% el máximo de etanol que puede ser mezclado en el combustible utilizado por automotores. Representa 36.000 millones de galones de biocombustible/año, incluidos 21.000 millones de productos no originados en el maíz.
Los restos del etanol celulósico son más ricos en proteínas que los provenientes del maíz; y mejoran hasta 40% la riqueza proteínica de la alimentación animal. Esta es una significativa carta competitiva para la producción celulósica, más allá de su papel de mezcla de los combustibles de base fósil.
EE.UU. se ha convertido en el primer exportador mundial de biocombustibles; y en marzo de este año, vendió 79 millones de galones (10 veces más que un año atrás).
Este éxito exportador está acompañado por una reducción sistemática de costos, impulsada por el avance biotecnológico.
Por eso es que la industria de etanol celulósico cree que puede sobrevivir y prosperar, aun si el Congreso norteamericano, impulsado por la necesidad del ajuste fiscal, decide clausurar el “Régimen de Combustibles Renovables”, lo que probablemente pueda ocurrir este año, o a más tardar en 2015.
Jorge Castro
FUENTE: DIARIO CLARIN SUPLEMENTO RURAL