La mitad de la producción nacional se exporta y la Unión Europea absorbe el 90% del total de las ventas. España es el principal comprador y, por el lobby de sus compañías productoras, aumentó los aranceles al ingreso de productos nacionales. El escenario abrió un debate sobre la ampliación del corte del diésel local para promover el producto y sustituir importaciones.
La crisis de la Unión Europea pega sus coletazos a los países con los que mantiene relaciones comerciales. Y es en este marco cómo Argentina, país sojero-exportador por excelencia, vio así confirmado en el transcurso de esta semana, un importante impacto negativo sobre su esquema de producción y exportaciones de biodiésel a base de soja.
La Argentina es el principal productor de este tipo de biocombustible a nivel mundial. Del total de su producción, más de la mitad es destinada a la exportación. Estas exportaciones se multiplicaron por diez entre 2007-2012 y se estima llegaron a facturar el equivalente al 10% del negocio sojero argentino. Sus ventajas competitivas internacionales, sin embargo, encuentran un relativo vacío en un contexto de exacerbamiento de la competencia mundial. Aranceles y trabas al flujo comercial son moneda corriente en la actualidad. Especialmente si se tiene en cuenta que el destino de estas exportaciones se concentraban en el año 2012 en países de la Unión Europea con casi el 90% del valor total exportado, siendo casi la mitad destinado a España, uno de los países más golpeados por la llamada «crisis del euro».
Para los que soñaron con que Argentina podría abstraerse de los vaivenes de la economía mundial, he aquí un ejemplo de las contradicciones actuales en materia de política económica. Por un lado se baraja la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio entre la UE y algunos países del Mercosur, al tiempo en que se tensan las relaciones comerciales frente a los intereses de los capitales nacionales europeos al borde de la quiebra.
DISPUTA
Ya en agosto del 2012, la Unión Europea comenzó a investigar, a pedido de la Asociación Europea de Biodiésel, la posibilidad de que el biodiésel argentino estuviese apelando a medidas comerciales desleales como el dumping, es decir vendiendo a pérdida para acaparar una mayor porción del mercado. El argumento se sostenía básicamente en que el aceite de soja se vendía en el mercado mundial más caro que el biodiésel que se produce a partir de él. Incluso un año antes, previo al conflicto con Repsol, los directivos de plantas de biodiésel instaladas en la región española de Galicia, ya reclamaban por la relativa paralización de su producción «por culpa de la competencia desleal de Argentina e Indonesia», siendo que Argentina dominaba el 50% del mercado español.
Sin embargo esto fue tomado por los productores y autoridades locales como un mecanismo más de restricción de importaciones por parte de una Europa en crisis. Por eso, en el marco de reuniones de la Organización Mundial de Comercio celebradas a mediados de año, la Argentina presentó un reclamo formal respecto de estas medidas, celebrado por la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO) que adujo que en definitiva los productores europeos «han demostrado ser poco eficientes y haber instalado una capacidad más amplia que la requerida por el consumo europeo, imputando falsamente a las importaciones las causas de sus problemas estructurales». Desde CARBIO aseguran que la producción de biodiésel de soja en Argentina «cumple desde sus inicios con todos los requisitos fijados por la UE, razón por la cual la industria argentina es el primer abastecedor a Europa».
Pero la semana pasada, confirmando sus intenciones, la Unión Europea anunció la imposición de aranceles sobre el biodiésel argentino en un rango del 22%-25%, siendo desde mayo de entre el 6,8%-10,6%, a partir de la controversia, mientras que anteriormente era del 0%. Frente a lo cual el gobierno inició el procedimiento de resolución de controversias de la OMC, que recién se resolvería en un mínimos dos años, para lo cual Argentina deberá pagar derechos retroactivos en caso de que se concluya que existió dumping. A esto se suma que países como Brasil, Argentina y Uruguay fueran reclasificadas de ingreso medio-alto por parte de las economías del Viejo Continente, lo que culminaría a partir del 2014 con los beneficios comerciales sobre algunos productos del llamado Sistema Generalizado de Preferencias europeo y el consecuente impacto en las exportaciones de los países latinoamericanos hacia la región del norte.
IMPACTO LOCAL
Ya con el inicio de las investigaciones por la Comunidad Europea sobre dumping en 2012, las exportaciones de biodiésel argentino hacia este destino comenzaron a caer. Según el reciente informe publicado por la consultora Investigaciones Económicas Sectoriales (IES), en los primeros ocho meses de 2013 la producción de biodiésel fue de 1,1 millón de toneladas, lo que significó una caída del 39,7% interanual, y las exportaciones sumaron 602,9 millones de dólares, reduciéndose en un 58,4% para el mismo período. Ello sin embargo se debería, no sólo al conflicto comercial con la UE, sino también a la baja producción del primer trimestre del año de aceite de soja, fruto de la mala cosecha 2011/12. Aun así el principal destino sigue siendo España con el 41,3% de los envíos, seguido por Perú (17%), los Estados Unidos (13,8%), y los Países Bajos, con el 12,9% del total.
A partir de ello, según el último informe mensual publicado de la Federación Industrial de Santa Fe, provincia donde se produce la mayor parte de este combustible, se estima para el período septiembre 2012 y junio 2013 una pérdida de divisas de 800 millones de dólares.
RECLAMOS
Según CARBIO, la producción en 2012 fue de 2,5 millones de toneladas, siendo la capacidad total de producción local de 3,6 millones de toneladas. Sin embargo, afirman que para este año las empresas del sector estarían operando al 40% de su capacidad. De aquí que las grandes productoras y exportadoras de biodiésel como AGD, Bunge, Vicentín, Molino, Cargill y del grupo Eurnekian, reclaman medidas como la baja de impuestos y un mayor corte del gasoil con biodiésel que pase del 7% al 10% para que el mercado interno compense el cierre del mercado europeo, lo que a su vez reduciría parte de las importaciones de gasoil. Sin embargo, las automotrices se resisten a tal medida, haciendo alusión al límite técnico que ello implica para el desarrollo eficiente de los motores. Muchos insisten en que esto no es más que el producto del lobby de las petroleras, lo que podría observarse en el hecho de que en la mayoría de los países, menos sojeros que la Argentina, el corte sea sólo del 5 por ciento.
En 2012, desde la Secretaría de Energía se intentó elevar el corte para llegar al reclamo del sector sojero, pero, según Panorama Agropecuario, finalmente Guillermo Moreno habría limitado este cupo a 80 mil toneladas mensuales a partir del tercer trimestre de este año, lo que contiene el porcentaje de corte, siendo además que esta reducción se habría aplicado principalmente sobre las grandes empresas lo que significaría un aumento de la participación de las pymes en el corte de gasoil con biodiésel.
La crisis mundial no sólo manifiesta la competencia de capitales entre diferentes países, sino que se traslada también a los intereses contrapuestos entre diferentes sectores de la producción local.
Diversificación
Otro intento por parte del sector sojero para contener el impacto negativo en su producción de biodiésel a partir de las medidas restrictivas impuestas por la UE, es la mayor diversificación de los países destinatarios de sus exportaciones. En este sentido, el mes pasado se exportó por primera vez biodiésel a base de soja a Puerto Rico. Asimismo, se espera la autorización de la Agencia de Protección Ambiental de EE UU para que este combustible de producción local sea aceptado en el corte de gasoil estadounidense, siendo que el destino actual hacia este país es sólo para la calefacción de los hogares.
Fuente: Infonews/Tiempo Argentino