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Bioetanol para salvar al azúcar

Jaqueada por una fuerte caída de los precios internacionales, por un lado, y la aguda sequía con heladas inéditas que recortaron entre un 20% y un 40% la producción local, según las provincias, el sector azucarero vuelve a estar en una encrucijada difícil aunque, en este caso, la fuerte diversificación que se está operando en algunos ingenios, especialmente, por el lado de los combustibles (bioetanol), se constituye en una posibilidad de compensac ión más que interesante.

Esta agroindustria, una de las más antiguas del país (junto con los cueros y frigoríficos), ya que se remonta a la época de los jesuitas, se concentra en la zona norte del país, especialmente en el NOA, justamente la región que ahora viene atravesando casi tres temporadas de lluvias escasas y, este año, registró además heladas extraordinarias que terminaron con buena parte de las plantaciones nuevas y recortaron fuertemente el potencial productivo de lo ya implantado.

Debido a esto, la cosecha de caña (que está terminando en estos días), una vez procesada apenas rondará el 1,9 millón de toneladas de azúcar, cuando se esperaban alcanzar unas 2,5-2,8 millones.

Cabe destacar además, que la demanda local, que es muy estable, alcanza el 1,7 millón de toneladas por año, de las cuales el 40% va a consumo directo, mientras que el 60% se destina a industria (bebidas, golosinas, etc.) lo que indica también que en esta campaña va a quedar un volumen comparativamente chico para la exportación, muy alejado del millón de toneladas que llegó a exportar la Argentina.

Sin embargo, la gravedad de la caída de volumen se potenció por la abrupta baja en las cotizaciones internacionales que en dos años registraron recortes promedio de 25%-30%, con picos punta a punta superiores al 50%. Así, hoy el mercado se ubica en torno a los u$s 500 por tonelada, aunque tocó pisos de u$s 450, con máximos que superaron los u$s 830 en 2011, momento a partir del cual comenzó la declinación.

Este escenario marcó la nueva crisis para el sector, tanto para algunos de los ingenios (quedan alrededor de 20 en todo el territorio), como para los productores independientes cuyo número también sigue en declinación. Sólo en Tucumán, donde se concentra la mayor cantidad de productores, se estima que los cañeros independientes disminuyeron a la mitad en los últimos años, quedando ahora apenas 6.000. Esto complica adicionalmente la situación de los ingenios que no tienen plantaciones propias y que esperaban que con los altos precios internacionales del azúcar se profundizara la reconversión que se venía dando de soja (jaqueada en el NOA por la distancia y los altísimos fletes) nuevamente a caña de procesamiento local.

Pero, ante el ajuste de volumen del mercado, en parte forzado por el clima, las perspectivas de llegar a los 2,5-2,8 millones de toneladas de producto se fueron perdiendo hasta transformarse en apenas el 1,9 millón que se espera ahora, lo que seguramente va a tener también un fuerte impacto social, ya que entre los productores norteños abundan los pequeños cañeros, muchos de los cuales hacen agricultura de subsistencia con una recolección que apenas alcanza las 1.500 toneladas de caña por año, cuando la unidad productiva se estima en alrededor de 20.000 toneladas por año.

Lamentablemente, las posibilidades de crecimiento del mercado interno son escasas y se limitan prácticamente al aumento vegetativo ya que los actuales niveles de ingesta de azúcar son razonablemente altos, en unos 40 kilos por habitante y por año, también acotados por el aumento en el uso de los edulcorantes no calóricos. En el otro extremo, China consume apenas 6 kilos por año por persona.

Pero esta encrucijada de crecimiento interno sólo vegetativo y mercado internacional muy regulado con precios inestables puede tener, sin embargo, una posibilidad que ya se había intentado en los 80 con la obtención de biocombustibles a partir de partes de la caña. En aquel momento, la conjunción de malas condiciones climáticas y peores políticas impositivas, llevaron a suspender los proyectos a fines de aquella década.

Sin embargo, 20 años después, con la aprobación de la Ley de Biocombustibles en 2007 se retomó ese camino, respaldado además por el déficit de combustibles/energía que atraviesa la Argentina.

«El Plan de Bioetanol es vital para el NOA, pues es uno de los pocos elementos que le puede dar estabilidad a todo el sector», reconoce Fernando Nebbia, actual presidente del Centro Azucarero Argentino.

La apuesta no es menor, tanto por la cantidad de gente que depende de la actividad en aquellas economías, como por el nivel de inversiones. Por supuesto, que el millón de metros cúbicos de naftas que el país debería importar este año, también «suma» a la hora del balance.

Por eso, se espera que el nivel de «corte» obligatorio del 5% con los combustibles fósiles, suba al 10% y hasta 15% (Brasil tiene el 25%) ya que el sector azucarero que hoy está en condiciones de entregar aproximadamente 400.000 metros cúbicos de bioetanol de caña, puede duplicar ese volumen permitiendo entonces reducir parcialmente las importaciones.

Por: Susana Merlo

Fuente: Ambito Financiero

Fimaco

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