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Nuestro biocombustible

«Argentina está en una posición ventajosa para cuando el nuevo escenario económico que aguarda al mundo no dependa del petróleo, como ocurre ahora.

La creciente disminución de las reservas de petróleo en todo el mundo ha planteado la necesidad de una nueva alternativa. Desde tiempo atrás en distintos países han pensado en el biocombustible como la panacea que podría atenuar el problema. Pero la solución no es por todos aceptada, particularmente por ese pequeño número de naciones que retiene el 84 por ciento de dichas reservas. Es obvio, porque de ese modo podrán manejar a placer el precio del crudo.

Pero, no todas son rosas para los países petroleros, porque a pesar de las barreras, la producción de biocombustibles continúa su avance, lo que se traduce en otro efecto: los productos agrícolas suben de precio cada vez más y de ese modo el maíz, la soja, el trigo, la canola y el aceite de palma se cotizan cada vez mejor, porque la actividad rural se ha incrementado. Es decir, la comida será cada vez más cara, porque grandes extensiones de tierras serán destinadas a producir plantas oleaginosas.Argentina está en una posición ventajosa para cuando el nuevo escenario económico que aguarda al mundo no dependa del petróleo, como ocurre ahora. Nuestro país no sólo exporta energía (aunque cada vez menos), sino que tiene una larga tradición en el comercio de exportación de tipo agroindustrial. A ello debemos sumar que los altos precios del petróleo, alientan sobremanera la producción de biocombustibles en países como Brasil, Argentina, Europa, Estados Unidos, entre otros. Los cálculos son optimistas, y según los expertos el nuevo combustible ocupará para el año 2020 algo más del cinco por ciento en el consumo universal.

Fidel Castro y Hugo Chávez, creen que esta explosión de los cultivos oleaginosos empobrecerá aun más a los sectores rurales, actualmente los más carecientes en la mayoría de los países. Y avalan esa posición señalando que crecerá el precio de los alimentos que se tornarán inaccesibles para los menos pudientes.

Es obvio que es un error de apreciación, ya que mientras más progreso agrícola haya, con aumento de tecnología, empleo de más mano de obra, la pobreza es muy probable que decrezca a niveles que dejen de preocupar. El crecimiento de las actividades agrícolas llevará alivió al sector del campo, ya que el 75% de esa población es la más pobre del mundo y casi 830 millones de personas viven apenas con un dólar diario, según recientes datos del Banco Mundial.

Por eso se debe recalcar que las nuevas fuentes de energía tendrán gran valor y eficacia para diversificar geográficamente la oferta mundial y esto será así porque los países que producen biocombustibles, no son, justamente, los que acaparan la producción de petróleo.

Naturalmente los países, Argentina entre ellos, no deben dejarse atrapar por la fiebre del llamado «oro agrícola» porque puede suceder lo que ahora, en que grandes porciones de tierras son deforestadas para plantar soja o cualquier oleaginosa que sirva para el biocombustible. Esto quiere decir que es fundamental que existan rigurosas políticas agrícolas, que dosifiquen con gran criterio las extensiones de territorio que se tienen que preservar para producir alimentos, buscando el equilibrio con las parcelas que se dedicarán a los cultivos destinados a la nueva fuente energética.

La Argentina ya está plenamente lanzada hacia la producción de biodiesel, tanto que son ocho las empresas aprobadas en el país con una capacidad productora de 600.000 toneladas anuales, que son volcadas a la exportación. El año pasado se exportaron 319.093 toneladas, lo que permitió un ingreso de 268,4 millones de dólares y este año se prevé duplicar esa producción. Respecto de ello, un informe elaborado por el Programa Nacional de Biocombustible dependiente de la Secretaría de Agricultura, puntualiza que Estados Unidos fue el principal destino de dichas exportaciones, con el 76% de los envíos, mientras que a la Unión Europea se vendió el 23,7% del producido.

Se estima que al finalizar 2008, se habrán comercializado en el exterior 1,5 millones de toneladas de biocombustibles, que se elaboran en base a la industrialización de grasas animales y de los cultivos tradicionales, como la soja, el maíz, el girasol, la caña de azúcar y otros no tradicionales, como la colza y el cártamo.

Brasil ha orientado sus antenas económicas respecto del biodiesel, y ya está finiquitando las discusiones para comprar acciones en plantas azucareras de gran importancia en nuestro país, que procesan azúcar y etanol. Esto asegura la creación de cerca de 7000 empleos. Además, hay que recordar que en 2006 se dictó una ley nacional que protege y regula la actividad, fundamentalmente incentivando esta producción no tradicional.

De manera pues que no es descabellado pensar que el biocombustible se transforme para los argentinos en un pilar básico que sostenga la economía futura.

Horacio B.Videla
  Fuente: Diario de Cuyo

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