Las ventas al exterior bajaron casi a la mitad. Las firmas más chicas acudieron a Moreno.
La del biodiésel es la industria más joven de la Argentina: en pocos años, diversas empresas invirtieron unos 5.000 millones de pesos para construir plantas de todo tamaño para elaborarlo. Pero la mayoría de esas fábricas hoy está inactiva y el sector corre serio peligro de desaparecer , debido a una serie de medidas que han alterado por completo y en muy poco tiempo las condiciones en que se desarrolló.
La historia es tan corta que no demanda gran repaso: en 2007 se concretaron las primeras exportaciones y se avanzó hacia el “corte” obligatorio para los combustibles fósiles (en este caso, para mezclar con el gasoil). Y floreció una industria dedicaba a producir biodiésel a partir del aceite de soja. Los grandes jugadores llegaron del sector sojero: Bunge, Cargill, Dreyfus, AGD, Vicentín. Pero también tallan otros grupos poderosos, como Eurnekian, y una veintena de Pymes dedicadas a abastecer al mercado doméstico. Hoy la capacidad instalada llega a 3,5 millones de toneladas.
Con la fuerte demanda de biodiésel que llegaba desde la Unión Europea, el negocio explotó y la Argentina pasó de exportaciones inexistentes hace cinco año a vender casi 1,8 millones de toneladas al extranjero, por casi 2.000 millones de dólares, un 10% de la facturación total del negocio sojero .
Con esa misma velocidad este sector industrial comenzó a achicarse. Primero porque fue el gran castigado por España luego de la expropiación a Repsol de la petrolera YPF. En mayo ese país estableció que solo podía proveerse de biodiésel español o europeo. Luego, en agosto, la Unión Europea inició una investigación por dumping contra el biocombustible argentino. Esto bloqueó destinos alternativos y provocó que los embarques cayeran de 160.000 toneladas en agosto a solo 70.000 en setiembre . Para el resto del año, se venderían 30.000 toneladas mensuales .
En este contexto, otras decisiones del Gobierno complicaron más las cosas. En el lapso de un mes, primero subió las retenciones de 14 al 24%, pero luego las redujo a 19%. Además alteró el precio interno de venta de biodiésel a las petroleras. Tras los manoseos, quedó en 4.661 pesos por tonelada, un valor que le cierra a las grandes aceiteras pero deja fuera de carrera a las Pymes .
En busca de una soga, el miércoles ese sector se reunió con el secretario Guillermo Moreno, para advertirle que “los tiempos de las empresas se agotan, pues vienen de dos meses solventando costos fijos sin recibir ingreso alguno”.
Por Matías Longoni
FUENTE: DIARIO CLARIN IECO