El complejo sojero (poroto, aceite, harina y biodiésel) es el principal producto de exportación de la Argentina. 

Nuevos récords de las materias primas agrícolas.Los de la soja, el maíz y el trigo siguen sin encontrar techo; la oleaginosa disponible llegó a 936 pesos la tonelada.  

Los precios internacionales de las commodities agrícolas no dejan de sorprender por su firmeza. Ayer, la soja volvió a volar tanto en la Bolsa de Chicago (US$ 477 la tonelada, el precio más alto en 34 años) como en las plazas locales ($ 963 la tonelada disponible, y US$ 301 la de la nueva campaña, que comenzará a cosecharse a fines de marzo). Ambos valores son récord. Las subas alcanzan al maíz y el trigo (ver página 5).

En los últimos dos años los precios de todos los granos se duplicaron. Y, según varios analistas consultados por LA NACION, en 2008 seguirían subiendo porque las razones estructurales de esta ebullición siguen firmes.

En la Argentina, el contexto alcista es una buena noticia tanto para el sector agropecuario (que a pesar de las retenciones a la exportación y la suba de los costos, sigue operando con buenos márgenes de rentabilidad) como para el Gobierno (que ve reforzada la recaudación impositiva por los derechos a las ventas externas).

«Por cada dólar que sube la tonelada de soja, el Gobierno recibe 17 millones de dólares adicionales en retenciones», dijo Ricardo Baccarín, vicepresidente de la corredora Panagrícola. La cuenta es sencilla: ese número es el 35% de 47 millones, que es el volumen de toneladas que se prevé se cosechará en esta campaña. La soja y sus derivados son el principal producto de exportación argentino.

Las fuertes subas de ayer -en un sólo día la soja aumentó US$ 14 ; el maíz, 8 y el trigo, 11- se deben a la difusión de las primeras estimaciones del año del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Ese país es el principal productor mundial de soja y maíz. El organismo recortó sus previsiones de producción y stocks. Además, proyectó una siembra de trigos de invierno en Estados Unidos bastante inferior a la expectativa del mercado. «El alza de un producto lleva a la suba de otro: el trigo sube porque se sembró menos de lo que se esperaba; como este cereal sube, se supone que no habrá suficiente para usar como forraje, y eso genera más demanda de maíz; por esa razón, aumenta el precio del maíz; y como éste sube, también mejora la cotización de la soja que debe competir en superficie con el maíz [ambos se cultivan en la misma época] y necesita recomponer los stocks», explicó Adrián Seltzer, de la corredora Granar.

Pero las razones que sostienen los precios son estructurales: la mayor demanda de granos para la producción de biocombustibles, considerados una de las principales fuentes alternativas de energía, y el incremento del poder de compra de todos los países, pero especialmente de naciones emergentes como China e India, que además han tenido malas cosechas. Por la debilidad del dólar y la baja de las acciones (ante una posible recesión en Estados Unidos), los granos están atrayendo grandes flujos de inversión procedentes de los mercados financieros que buscan refugio.

Los pocos analistas que advierten sobre posibles bajas señalan el riesgo de que los países compradores fijen algún tipo de racionalización del consumo ante la constante suba de los precios. O, si Estados Unidos finalmente entra en recesión y la economía mundial se desacelera, ante el menor consumo, los valores podrían retroceder.

«Para bajar hay poco margen, pero no para subir. Si llega a fallar la cosecha sudamericana -en la que está faltando agua-, no le vemos un techo. Y si las trillas salen muy bien, los números de stock igual seguirán ajustados», dijo Santiago Castresana, operador de Granos del Paraná.

Por José Crettaz
De la Redacción de LA NACION

Fuente: La Nación