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Argentina, YPF obliga al país a pensar en verde

La Argentina deberá absorber en el mercado interno el biodiésel que, hasta la estatización de la petrolera, compraba España; son US$ 1119,5 millones.Por Carlos Manzoni  | LA NACION.

El biodiésel argentino que hasta ahora se consumía en tierras ibéricas pasará a alimentar autos, camiones, transporte público, maquinaria agrícola y centrales eléctricas locales. Según se analiza en la industria y el Gobierno, la idea es absorber en el mercado interno las 995.599 toneladas del biocombustible que España anunció que dejará de comprar al país. Faltarán, claro, los US$ 162 millones que entraban a las arcas estatales en concepto de retenciones.

España es el mayor comprador en el mundo de biodiésel argentino (ver infografía), producto por el que pagó US$ 1119,5 millones en 2011, casi la mitad de los US$ 2300 millones que ingresaron al país en ese concepto. En la industria afirman que perder un cliente de tal magnitud es un problema, pero que hay alternativas que pueden hacer menos dolorosa la represalia tomada por la expropiación de YPF a la española Repsol.

El consultor agropecuario Gustavo López comenta que las dos posibilidades inmediatas para la Argentina son absorber el combustible en el mercado interno o tratar de ubicarlo en otros países europeos. «Este último caso podría darse de modo indirecto, porque si España tiene que comprar a Alemania o Francia, estos dos productores tendrían un faltante que deberían cubrir con producto argentino», explica el especialista.

El presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio), Fernando Peláez, dice que el sector se prepara desde hace un tiempo para enfrentar este problema, porque España ya había amagado otras veces con cortar sus compras al país. «Buscar potenciales clientes en el mercado interno es la idea más fuerte -señala el directivo-. Para ello sería bueno elevar de 7 a 10 el porcentaje de corte de gasoil con biodiésel.»

Peláez explica que, con un corte de 10% en el gasoil, el consumo en autos podría absorber 380.000 toneladas anuales de biodiésel; el transporte de colectivos, camiones y maquinarias agrícolas, 400.000, y las centrales térmicas, otras 300.000. «Para el transporte de pasajeros habrá que esperar hasta 2013, pero las otras opciones estarán disponibles antes de fin de año», agrega.

El sector del biodiésel, que tiene a la Argentina como el cuarto productor y el mayor exportador mundial, es un actor importante dentro del complejo sojero local, que factura en total US$ 20.730 millones (70% de lo que genera el complejo granario): el grano aporta US$ 3300 millones; la harina, US$ 11.000 millones; el aceite, US$ 4130, y el biocombustible, US$ 2300 millones. En 2011 se exportaron 1,9 millones de toneladas.

Captar nuevos destinos se hace más complicado. Aunque aún no se definió el tema, está el riesgo de que toda la Unión Europea deje de comprar, en solidaridad con España. Eso sería grave, porque el bloque se lleva 82% del biodiésel argentino. «Es difícil buscar otros compradores, porque se trata de una demanda muy acotada -cuenta un productor, que no quiere ser nombrado-. Es un combustible más caro que el petróleo y sólo lo compran países con un serio compromiso ambiental.»

En tanto, el mayor consumidor del mundo de biocombustibles, Estados Unidos, pone exigencias ambientales que traban el ingreso de biodiésel local. Pide certificación de origen de la soja, para asegurarse de que no fue cultivada en campo de desmonte y que no se usó mano esclava o infantil. «Estamos trabajando duro para entrar ahí -comenta Peláez-. Armamos protocolos específicos y nos sometemos a su auditoría.»

Otra opción sería vender esa soja como aceite, pero se perjudicaría a los productores de biodiésel. «Además, se sumaría oferta al mercado de aceite y habría que salir a competir con jugadores muy fuertes en ese negocio», advierte López. Los grandes perdedores serían Aceitera General Deheza, Bunge, Cargill, Explora, Louis Dreyfus, Molinos Río de la Plata, Patagonia Bioenergía, Noble Argentina, Renova, Unitec Bio, Vicentín y Viluco.

Con el precio de la tonelada a US$ 1300, el negocio es atractivo; pero también muy volátil. «Hubo épocas en que el precio llegó a US$ 1800 y otras en las que cayó a 500», refiere Peláez. La inversión en el país fluyó en los últimos años, al calor del boom sojero: se instalaron unas veinte plantas, cada una de las cuales demandó entre US$ 80 y US$ 100.

Más allá del cierre de España, otra sombra se cierne sobre el negocio: algunos compradores aumentaron sus estándares y exigen que se depure el combustible de ciertas impurezas que bloquean los filtros de los automóviles. Incluso varios han usado ese argumento para devolver embarques. Hay soluciones en el mercado para este defecto, pero son muy costosas (US$ 30 por tonelada de aceite) y corroen la rentabilidad.

Leandro Vetcher es cofundador de Keclon, empresa que investiga una solución más económica y eficiente para las impurezas del biodiésel. «Es un producto que se agregaría directamente al tanque, mientras que otros requieren una maquinaria especial», explica el científico rosarino especializado en biotecnología. El proyecto, en el que también trabaja el investigador Hugo Menzella, está financiado por AxVentues PymarFund, de Lisandro Bril, y otros inversores. Vetcher dice que estará en el mercado dentro de tres años..

FUENTE: LA NACION

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