Existe la creencia de que ese destino absorbe casi toda la producción local. Sin embargo, la cosa no es tan así. Es verdad que esa nación resulta clave para fijar el precio mundial. Pero está lejos de ser el principal comprador. En esta investigación, la radiografía de ventas del yuyito albiceleste.Por Juan Diego Wasilevsky.
Desde la salida de la convertibilidad, cada vez que se hizo referencia al excelente panorama internacional que se presentaba para la Argentina, gran parte de los economistas no dudaron en señalar al «viento de cola» como una de las principales causas de la inmejorable situación externa.
Y uno de los motores que siempre dio impulso al país, para el grueso de los expertos, fue -sin lugar a duda- China.
En efecto: tras el fin del 1 a 1 y las nuevas reglas de juego a nivel cambiario, súbitamente se hicieron atractivos los productos nacionales y así se generó en el país una «fiebre exportadora» sin precedentes.
Paralelamente, comenzó a gestarse una explosiva suba en el precio de las materias primas agrícolas. Y el gigante asiático y sus millones de nuevos «clase media» fueron en gran medida los responsables de ese formidable escenario de precios internacionales.
Tiempo atrás, Gustavo Grobocopatel, CEO del productor de alimentos Los Grobo, aseguraba que el gigante asiático es el país que explica mayormente el boom de materias primas que durante años vivió el mundo: «Los chinos están comiendo mejor, tienen más dinero y demandan más carne. Esta es la razón del por qué en la Argentina explotó la soja, que es el alimento utilizado para alimentar a los animales» de ese país.
Así, uno a uno, políticos, empresarios y economistas, fueron otorgándole al gigante asiático el «papel principal» a la hora de explicar la buena marcha de la economía doméstica de los últimos años y garantizar la caja necesaria para financiar la fiesta del consumo.
Ahora, ¿cuánto pesa realmente China en el comercio de la Argentina? ¿20 por ciento? ¿30 por ciento?
Esta pregunta arroja un dato que podría sorprender a más de uno: el gigante asiático está muy lejos de ser el principal cliente comercial, dado que compra tan sólo el 7% de lo que exporta la Argentina al mundo bajo todo concepto.
Como contrapartida, hay otros socios mucho más relevantes -al menos de manera directa- a la hora de ubicar los productos nacionales en el exterior:
• Brasil, por ejemplo, es el principal destino comercial de la Argentina y actualmente explica una cifra 3 veces superior a la que hoy ostenta el gigante asiático, con cerca del 21% de la demanda.
• Luego, se ubica la Unión Europea que -si se la toma como un único mercado- adquiere el 17% de todos los productos que exporta el país.
Por otra parte, ¿cuánta soja producida en los campos nacionales está demandando actualmente China?
Al respecto, según un relevamiento realizado en exclusiva por Abeceb para iProfesional.com, el gigante asiático apenas demanda el 19% de toda la soja que exporta la Argentina, tal como se puede ver en la siguiente infografía:
Como puede observarse, China no es un «gran monopolizador» de las compras de soja argentina, habida cuenta de que el 80% de las ventas van dirigidas a otros destinos.
El gigante asiático únicamente se destaca como comprador de porotos, adquiriendo el 75% de lo que se comercializa. Sin embargo, el punto a destacar es que lo que se exporta bajo este «formato» no es el principal negocio para la Argentina, sino que en realidad es el tercer generador de divisas, por detrás de la harina y del aceite.
En cuanto a este último producto, China recién se ubica como el cuarto destino en relevancia, detrás de India, Egipto e Irán, con apenas el 7% de participación:
Pero, como se explicó anteriormente, la principal razón por la cual el gigante asiático está muy lejos de monopolizar la demanda de soja argentina es que directamente no le compra al país ni biodiesel ni harinas.
El punto central es que este último negocio es el más «jugoso» para la Argentina y el que más divisas le genera al país, muy por encima del de los porotos, donde China sí es el principal comprador.
Y, como se ve en el siguiente cuadro, el país asiático directamente no le compra estos productos a la Argentina:
Además, el informe de Abeceb revela que el negocio de exportación de la soja nacional está por demás diversificado, dado que actualmente se coloca en cerca de 100 mercados diferentes.
Y en ese «reparto», la Unión Europea demanda cerca del 30% de todo el «yuyito» y sus derivados que salen desde los puertos santafesinos y bonaerenses, muy por encima del 19% que se lleva el gigante asiático.
En este contexto, un dato que también sirve para graficar lo lejos que está China de monopolizar la demanda de soja argentina es que apenas tres naciones europeas, dos de las cuales atraviesan momentos turbulentos -España, Italia y Holanda- entre enero y agosto compraron más oleaginosa que ese país.
En la misma línea, el Sudeste Asiático -bloque conformado por territorios como Vietnam, Corea y Malasia, entre otros- adquiere el 13% de la soja argentina exportada en todos sus formatos -el doble que China-.
El resto se reparte entre países del Mediano Oriente, África y América latina.
China: ¿mito o realidad?
Con los números sobre la mesa, el peso real de China para la Argentina entra en debate.
En diálogo con iProfesional.com, Raúl Ochoa, ex subsecretario de Comercio Internacional, confirmó que «el peso que el gigante asiático tiene para nuestro país es bajo. Nunca llegó a representar el 10% de las exportaciones y, además, este año se está ubicando bastante por debajo del que tenía años anteriores, apenas por encima del 7 por ciento».
¿Y cómo se construyó esta idea de que China es fundamental para la economía argentina? Según los expertos, todo comenzó en plena salida de la debacle generada en 2001, cuando el gigante asiático se presentó como un «salvador» caído del cielo, anunciando inversiones megamillonarias en rubros como alimentos e infraestructura, que prometían poner de pie al país.
Si bien los desembolsos chinos no se concretaron en los montos y ritmos anunciados, generó un «efecto psicológico» que luego sí estuvo acompañado por factores concretos, como el boom de los precios de las commodities y las tasas de crecimiento elevadas que durante años exhibió la economía asiática y que tuvieron un innegable impacto positivo a nivel global.
Frente a esta realidad, el economista Tomás Bulat explicó que «China no te compra toda la soja ni mucho menos. India, por ejemplo, nos compra mucho más aceite. Pero es el gran responsable a la hora definir el precio d ela olaginosa a nivel mundial».
«Y esta influencia no está limitada únicamente a las commodities agrícolas. La demanda es tal que también es responsable del sostenimiento de los precios internacionales de otros productos, como el del cobre», recalcó.
En la misma línea, Gustavo López, director de Agritrend, señaló que «de las 90 millones de toneladas de soja que se comercializan en el mundo, China está comprando cerca de 60 millones. Por eso son claves en la formación de las cotizaciones de aceites, pellets y porotos, independientemente de que el principal cliente de la Argentina no sea el gigante asiático sino la Unión Europea».
Por su parte, Carlos Pouillier, especialista en mercados agropecuarios del área de Investigación y Desarrollo del Movimiento CREA, también destacó que el gigante asiático representa cerca del 20% del consumo mundial de maíz.
Con los ojos puestos en China… pero también en la UE
López de Agritrend, sostuvo que «cuando el gobierno chino nos impuso barreras pararancelarias hubo que salir a explorar otros mercados para la soja. Por eso la India ganó mucho protagonismo. Así es como se dio un claro redireccionamiento del comercio».
El experto agregó además que «en los últimos años en el complejo sojero fue ganando una participación fundamental la producción de biodiesel, cuyo principal mercado a nivel global es la Unión Europea».
Según López, «hoy, las empresas del sector destinan el 25% del aceite de soja disponible en el mercado interno para la elaboración de este biocombustible alternativo. Es decir que en los últimos años hubo un importante crecimiento para este producto y esto generó que China, que no lo demanda, perdiera peso».
Y nada de esto es por casualidad. Sucede que, según el especialista, «los derechos de exportación que paga el aceite de soja común están en el orden del 32%, mientras que el del biodiesel se ubica en el 20%. Es decir que, con un poco de valor agregado, la carga tributaria que impone el Gobierno es muchísimo menor. Este aliciente genera que hoy sea un buen negocio producir combustible y destinarlo a Europa».
En este contexto, los expertos aseguraron que los efectos de una potencial desaceleración de la economía asiática serían sumamente negativos para el país, principalmente por su impacto indirecto.
Sin embargo, hay consenso de que la suerte que corra el Viejo Continente es tan importante como lo que suceda con China.
No es para menos, según Economía & Regiones, la Eurozona, que transita un camino peligroso, «absorbe más del 25% de las exportaciones del complejo oleaginoso, 20% del minero, 26% del ganadero, casi 40% del frutícola y más del 55% del pesquero».
Ochoa también recomendó seguir de cerca lo que suceda con el futuro de la Eurozona, dado que una mayor contracción de la economía europea tendría consecuencias negativas para la Argentina: además de obligar a las cerealeras y aceiteras a buscar nuevos destinos para sus productos, también generaría un impacto negativo en el precio internacional del biodiesel, ya que el Viejo Continente demanda casi el 90% de las exportaciones nacionales.
De este modo, con los números sobre la mesa queda en claro que si bien China es fundamental para la economía argentina, el futuro de la soja y de la «caja verde», claves para que en 2012 continúe el viento de cola, depende también de otros protagonistas de peso, que están a miles de kilómetros del gigante asiático.
FUENTE: INFOBAE PROFESIONAL