El grupo diversificado holandés DSM dijo que el desarrollo de biocombustibles de segunda generación se acerca a un logro mayor, pues sólo falta un par de años para la producción comercial.
Esto podría abrir un mercado valorado en 5.000 millones de dólares al año.
Los biocombustibles de segunda generación son vistos cada vez más como una alternativa preferida a los combustibles de primera generación, que fueron criticados por contribuir a la inflación alimentaria debido a que se basan en cultivos como el maíz, la caña de azúcar y la colza.
DSM está desarrollando productos tanto de levadura como de enzimas para convertir primero la celulosa de residuos de plantas en azúcar, y luego en etanol, usado como combustible para motores.
Recientemente reveló una tecnología de enzimas que puede mejorar la eficiencia de la producción de biocombustibles de fuentes de segunda generación, como residuos agrícolas como tallos de trigo y maíz.
Si bien es una industria que sólo se encuentra en sus inicios, DSM confía en que el mercado finalmente se abrirá.
«Prevemos que se construirán refinerías, particularmente en Estados Unidos, en los próximos dos años. Entonces, para el 2014 o fines del 2013 vemos un mercado significativo, quizá con una docena de biorefinerías de segunda generación», dijo un miembro del directorio de DSM, Stephan Tanda.
«Al comienzo será pequeño, pero vemos que crecerá al menos tan rápido como los combustibles de primera generación. Absolutamente, estamos en el punto de inflexión».
El productor español de etanol Abengoa empezó a construir en septiembre una planta de biocombustibles de segunda generación en Estados Unidos mientras que su rival estadounidense Poet dijo en julio que abrirá su primera planta de etanol de celulosa de tamaño comercial en el 2013.
(reporte de Aaron Gray-Block. Editado en Español por Gabriel Burin.
FUENTE: REUTERS