Gerardo Lissardy/Brasil ha logrado un enorme progreso en la promoción del combustible alternativo en base al etanol de la caña de azúcar.
Brasil es considerado a menudo un ejemplo en el uso del etanol como energía alternativa, pero el país se ha visto obligado a importar cada vez más ese combustible, pese a ser un gran exportador mundial.
Los factores que transformaron la ecuación brasileña del etanol incluyen un aumento en los costos de producción de caña de azúcar, la base para generar el combustible a nivel local, y una caída de la zafra.
Los expertos prevén que debido a las restricciones de su producción, Brasil deberá importar entre abril de este año y marzo próximo al menos 1.100 millones de litros de etanol anhidro, usado para mezclar con gasolina.
Según la Unión de la Industria de Caña de Azúcar (UNICA) brasileña, esta será una de las mayores compras de ese combustible que el país habrá realizado en el mercado externo en los últimos tiempos.
Esta situación lleva a algunos analistas a preguntarse sobre el porvenir a corto plazo y en el mercado doméstico de un biocombustible que las autoridades brasileñas promovían como una revolución mundial en energía.
«Si el gobierno no toma medidas apropiadas, no se sabe cuál será el futuro del etanol», dijo Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura (CBIE), una consultora especializada en el mercado de energía, a BBC Mundo.
«Clímax»»Si el gobierno no toma medidas apropiadas, no se sabe cuál será el futuro del etanol».Adriano Pires, director del Centro Brasileño de Infraestructura.
Los expertos observan que los problemas de Brasil con el etanol comenzaron tras la quiebra del banco de inversión estadounidense Lehman Brothers en 2008, que precipitó la crisis financiera global. En ese momento, las fábricas de etanol en Brasil quedaron en una situación financiera comprometida, que les imposibilitó invertir en nuevas plantaciones de caña o renovar las ya existentes, relató Pires.
Paralelamente, el gobierno del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva incentivó la compra de automóviles nuevos y la mayor parte de los vehículos vendidos eran «flexibles», es decir, marchan tanto con gasolina como con etanol.
Puesto de otro modo, mientras se desaceleraba la producción de caña de azúcar brasileña, aumentaba el número de autos «flexibles» en el mercado doméstico, que este mes alcanzaron la mitad de la flota total.
«Empezó a haber un descompás entre el aumento del consumo (doméstico) y la oferta de etanol, que fue empeorando», dijo Pires, que también es profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro. «Ahora, en 2011, el problema llegó a un clímax», añadió.
«Este año, por primera vez, estamos produciendo menos etanol que en el año pasado».Marcos Sawaya Jank, presidente de la Unión de la Industria de Caña de Azúcar brasileña.
También hubo factores climáticos, desde lluvias hasta sequías, que complicaron más la zafra de caña en la región centro-sur de Brasil, donde está casi toda la producción doméstica.
Marcos Sawaya Jank, presidente de UNICA, dijo que la cosecha de caña caerá casi 20% en términos de producto final. «Es una disminución tremenda», comentó en diálogo con BBC Mundo. «Esto significa que este año, por primera vez, estamos produciendo menos etanol que en el año pasado», agregó.
Se prevé que esta coyuntura hará que Brasil pierda este año el título de mayor exportador mundial de etanol frente a Estados Unidos, que también es el principal productor global, aunque su combustible es más caro que el brasileño y se elabora a partir del maíz.
Brasil sigue exportando más etanol del que importa (que equivale a 4% de la producción local) pero esas ventas están sostenidas con contratos anteriores a la crisis que el país está obligado a respetar. La pregunta de muchos es si Brasil podrá recuperar su producción de etanol para cubrir la creciente demanda nacional sin perder terreno en el mercado mundial.
«Las dos cosas»»La respuesta no es etanol o petróleo, son las dos cosas».Marcos Sawaya Jank.
Jank cree que para evitar la tendencia a un creciente uso de gasolina en los autos «flexibles» brasileños, será necesario construir hasta 150 nuevas usinas para fabricar etanol hacia 2020 (actualmente el país tiene 430). Esto demandaría una inversión equivalente a unos US$ 54 mil millones.
Aunque reconoce que la industria de caña de azúcar aún puede reducir costos, Jank reclama que el gobierno revise la política tributaria al sector para garantizar su viabilidad comercial y estimular la oferta del etanol. «Es necesario que la tributación reconozca cuánto la sociedad gana en términos ambientales y de salud pública por la existencia de un programa tan importante como el de los biocombustibles», dijo.
Pires, por su lado, evaluó que sin incentivos fiscales «puede disminuir mucho el peso del etanol en la matriz de combustibles brasileña». A su juicio, tal vez hasta tienda a desaparecer de esa matriz el etanol hidratado y permanezca sólo el etanol anhidro, que se mezcla en la gasolina, lo que supondría de hecho el fin de los autos flexibles.
Los productores apuestan a que se mantenga el compromiso del gobierno con un biocombustible que Brasil promovió en el mundo entero.
Pero incluso la posibilidad de que el país se convierta en un gran productor de petróleo gracias a las gigantescas reservas halladas en su lecho oceánico lleva a algunos a preguntarse qué pasará con su matriz energética. «La respuesta no es etanol.BBC MUNDO.