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Cómo convertir basura en gasolina

BIOCOMBUSTIBLES-UGANDA.gifSendikwanawa y Kyagulanyi, impulsores de ‘Lat Photo Energy Uganda Limited’.| Wambi Michael.

Kyagulanyi y Sendikwanawa aprovechan lo que los demás no necesitan.

El proceso, llamado pirólisis, expone la basura a temperaturas extremas.

‘Investigamos para cambiar la vida de nuestra gente’
Wambi Michael (Panos London) | Ndegye (Uganda).

Aún es de madrugada en el pueblo de Ndegye, a 17 Km. de Kampala, cuando empiezan a llegar los primeros boda-boda. Los conductores de estas moto-taxis van directos a una pequeña ‘fábrica’, formada por unos postes de madera aguantando un techo de zinc.

Hoy, los conductores están de suerte, James Sendikwanawa y su socio Fred Kyagulanyi les entregarán una botella de plástico llena de un líquido pastoso. Porque estos días se están quedando muy a menudo sin existencias.

Esta codiciada substancia es una forma de biodiesel. Lo que la hace especial es que esta gasolina ha sido elaborada a partir de basura – y cuesta la mitad de lo que vale en las gasolineras oficiales.

Las tendencias globales del coste del petróleo y la falta de reservas de gasolina por parte del gobierno han hecho subir el precio al menos en un 30% este año, pasando de 2.800 chelines ugandeses (80 céntimos de euro) por litro a más de 3.800 chelines (un euro). Esto ha provocado un aumento del precio del transporte público, lo que ha llevado a que mucha gente tenga que ir andando al trabajo.

El bajo coste del carburante de Sendikwanawa y Kyagulanyi les ha convirtido en héroes entre los conductores de los boda-boda, que están encantados de haber encontrado una fuente barata de gasolina, aunque esté hecha de basura ‘hervida’.

Son las diez de la mañana cuando Samula Ronald llega con su motocicleta. También está de suerte. Sendikwanawa sale con su botella llena de ‘gasolina basura’. Ronald vacía el contenido en el depósito de la motocicleta y arranca a la primera. Dos litros le han costado a Samula 4.000 chelines (poco más de un euro).

En su lengua, el luganda, Ronald sólo tiene elogios para este combustible: «funciona a la perfección. Nunca he tenido ningún problema con el motor desde que comencé a utilizarlo.» Incluso asegura que dura más que el carburante normal.

Estos amigos han desarrollado una técnica para elaborar lo que Kyagulanyi denomina «combustible no fósil», a partir de residuos como botellas de plástico, bolsas de polietileno y desechos orgánicos.

La basura es un tesoro

Cada mañana, al levantarse, Kyagulanyi y Sendikwanawa se encontraban con pilas de inmundicias y pensaron en encontrarle un uso. «Decidimos buscar una solución para toda esa basura,» recuerda Kyagulanyi. «Así que empezamos a buscarle un buen uso.»

Ambos abandonaron la escuela antes de hacer los exámenes finales, pero Sendikwanawa siempre tuvo interés en la química. Vio que cada año cientos de miles de toneladas de desperdicios se amontonaban en Kampala y en los alrededores de otras ciudades y que quizás se podría hacer algo. Los hombres secan y seleccionan la basura, la ponen al dentro del horno de cemento y producen un crudo sin procesar, al que añaden un catalizador para fabricar los diferentes tipos de carburante. El proceso se conoce como pirólisis, en la que el material orgánico es sometido a temperaturas extremadamente altas en un espacio sin oxígeno. La pirólisis es la base de muchos métodos que están siendo desarrollados por investigadores de todo el mundo como un medio para elaborar biocombustibles a partir de cultivos o de residuos.

Todo tipo de residuos

«Utilizamos todo tipo de residuos: desde plantas, botellas de plástico, suelas de zapato y cualquier resto orgánico,» explica Kyagulanyi. «Utilizamos todos estos desechos para fabricar la bencina que hará funcionar los motores de gasolina,» apunta Sendikwanawa, a quien conocen como el ‘ingeniero’ en el pueblo de Ndegye, por su trabajo diario, arreglando los acumuladores de biogás de los pozos de las letrinas.

La choza donde estos amigos fabrican la gasolina está repleta de libros de química, la pasión de Sendikwanawa. Cuando le preguntaron si había aprendido a hacer el combustible en la universidad, Sendikwanawa contesta: «No, somos ingenieros vocacionales. Investigamos para cambiar la vida de nuestra gente utilizando los recursos disponibles a nivel local.»

Kyagulanyi aprendió mucho sobre biocombustibles en los cuatro años que trabajó en Alemania. Al regresar a Uganda se trajo muchos libros sobre biodiesel, lo que inspiró a Sendikwanawa, quien, según él, es el cerebro del proyecto. Admiten que hubo unos pocos contratiempos en el camino. Su primer resultado fue una substancia blanca, como leche. Pero siguieron investigando y experimentando hasta que les salió lo que buscaban. Su gran paso llegó a principios de 2009 y el pasado año ambos crearon la empresa Lat Photo Energy Uganda Limited. Los dos hombres coinciden en que nunca les falta la materia prima para su combustible. Michael Mudanye, ingeniero de residuos sólidos de la alcaldía de Kampala, dice que la ciudad genera diariamente unas 1.500 toneladas de basura, de la que tres cuartas partes se quedan sin recoger en aceras, calzadas, sistema de alcantarillado y canales, algunos de los cuales llegarán al Lago Victoria.

Sólo 200 litros diarios

A corto plazo, el principal reto es incrementar la producción. Actualmente producen unos 200 litros al día, pero hay demanda para mucho más. El dúo recolecta la basura utilizando una carretilla. Si tuvieran dinero comprarían un camión – dicen – y podrían producir mucho más.

Fred Kyagulanyi dice que están desbordados por el gran número de motoristas que llegan a su refinería para llenar sus tanques: «Vemos como muchos clientes se van de vacío porque no podemos atenderles ya que nuestra capacidad es limitada». El taxista Fred Mpanga está muy feliz con esta gasolina «que es mucho más barata. El único problema – dice – es que muchas veces vienes y ya no les queda». Mpanga explica que la tasa del gobierno por cada litro es de 850 chelines (0,25 euros) por cada litro. «Este carburante nos ahorra mucho – dice –. Ojala puedan producir más.»

Kyagulanyi dice que tienen problemas por la falta de capital y porque la Oficina Ugandesa de Normas (UNBS) aún no ha aprobado el uso de su gasolina. «Funcionarios de la UNBS cogieron unas muestras para hacer las pruebas el pasado año, pero todavía no nos han dado los resultados,» dice.

A pesar de esto, una agencia gubernamental, la Autoridad Ugandesa para la Inversión, les ha alentado a seguir adelante con el negocio. «Lat Photo Energy es un proyecto viable que puede ayudar al pueblo de Uganda si trabaja a gran escala» escribió la Dra. Maggie Kigozi, directora ejecutiva de la Autoridad Ugandesa para la Inversión.

Además, Kaygulanyi recuerda que un responsable de la cooperación holandesa en Uganda también visitó su fábrica y les prometió ayuda técnica y económica. Al fin y al cabo, Kyagulanyi y Sendikwanawa tienen una visión más amplia que la de limitarse a ayudar a ahorrar a sus vecinos algo de dinero. «Pensamos que podríamos formar parte de la solución a la demanda global de combustibles mediante prácticas ecológicamente beneficiosas. Y creo que lo estamos logrando,» dice Sendikwanawa. «Sólo necesitamos ampliar nuestro horno y nuestras destilerías y limpiaremos la ciudad de basura.EL MUNDO/ESPAÑA.

Fimaco

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