Especial de NA, por Matilde Fierro — La Argentina es un país agroexportador y produce entre 96 y 98 millones de toneladas de granos anuales, además de biocombustibles, el clima es un factor determinante para el proceso de producción de materia prima, pero aún no existe conciencia de las exigencias de la reducción de vulnerabilidades críticas.
En el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Castelar se realizan mediciones de la producción de gases efecto invernadero del ganado bovino, pero es cierto que no existe una marcada conciencia del papel que puede jugar el país en la
dinámica global del cambio climático.
Cada tanto surge alguna voz que alerta sobre las posibilidades que tiene el país para convertirse en un actor de relevancia en la comunidad internacional respecto del cambio climático, sus riesgos y la oportunidad de reducir sus debilidades.
Una de esas opiniones corresponde a Matías Franchini, analista del Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).
«Justamente, una de las grandes vulnerabilidades de la Argentina es que buena parte de su PBI y exportaciones dependen de variables climáticas: principalmente alimentos, pero también biocombustibles», coincidió con Noticias Argentinas desde Brasil.
Franchini acotó que «sin embargo no aparece ni en los operadores económicos ni en las autoridades como una preocupación sustantiva».
En su tesis de maestría intentó abordar el tema que denominó de «insensibilidad climática» argentina.
Destacó que «en primer lugar la exposición del país a los efectos del cambio climático, aún en el caso de la producción de alimentos, es difusa y se concentra en el mediano y largo plazo».
«No hemos sufrido extremos climáticos significativos que hayan sido asimilados con la problemática del calentamiento global. Por el contrario, los cambios en las pautas de precipitación en la región pampeana en las últimas décadas facilitaron una expansión de la frontera de producción, por ejemplo», señaló.
Sin embargo un racimo de localidades ubicadas al sudoeste de la provincia de Buenos Aires jaqueadas por la falta de lluvias y varias campañas con cosechas casi inexistentes veían con alarma la subsistencia y el futuro de su gente en 2009.
Había cambiado el régimen de precipitaciones y las decisiones políticas fueron detrás del desastre con mucha demora.
Para Franchini, «la agenda de política climática doméstica está en general fuertemente influenciada por los desarrollos que se producen a nivel internacional, como estudios científicos y reuniones mundiales de negociación».
«Argentina no ha sido muy sensible a ese tipo de movimientos en los últimos años», aclaró.
Es algo muy diferente por ejemplo, a lo que pasa con Brasil, «al que históricamente se le ha demandado una posición más responsable en relación al cuidado de sus masas vegetales, que representa aún hoy poco menos de 40 por ciento de sus emisiones» de gases efecto invernadero.
«Finalmente, encontré una contradicción básica entre la problemática del clima, que nos invita a pensar problemas y soluciones en el largo plazo, previendo y gestionando riesgos e incertidumbre, y nuestra cultura política, que tiende a concentrarse desmedidamente en cuestiones de cortísimo plazo, en general relativas a demandas económicas inmediatas», dijo.
Cuando la tierra habla como ocurrió con la erupción del volcán chileno Puyehue que afectó con cenizas la producción ovina de tres provincias patagónicas, se evidencian las carencias en tiempos de decisión para llegar con la ayuda y el eterno problema de solucionar la logística.
Sin embargo, el analista hizo la salvedad de que no significa que no haya organizaciones y personas preocupadas con la problemática y haciendo esfuerzos para darle respuesta.
La dificultad radica en que a nivel de opinión publica general y otros actores de la sociedad importantes el tema es totalmente marginal: «La política acaba reflejando esainsignificancia».
El gran desafío de la argentina está en el área de energía «donde se puede avanzar bastante en la cuestión de eficiencia y alternativas; una buena performance en esta área podría reducir la presión en el sector agropecuario, donde la reducción de emisiones es más difícil y costosa», manifestó el experto.DIARIO EL ARGENTINO.