Los altos precios de las materias primas han encarecido muchos biocombustibles; el crudo sigue competitivo.
Los crecientes costos de los biocombustibles y otras fuentes de energías alternativas han llevado a que éstas sean menos viables como sustitutos del petróleo. Se trata de una tendencia que podría frustrar los esfuerzos de bajar los precios del crudo en los años venideros.
Hace unos años, muchos economistas especializados en energía predecían que los altos precios del petróleo asegurarían el éxito de energías alternativas como el biodiesel o la energía eólica, ya que serían más atractivas desde el punto de vista financiero. Sin embargo, en muchos casos ha ocurrido exactamente lo contrario. Incluso con el barril de crudo acercándose a US$ 100, algunas alternativas se ven menos atractivas que hace un tiempo.
Una de las razones es que la demanda por energía es tan intensa, que prácticamente cualquier tipo de combustible enfrenta problemas de suministro. Esto, a su vez, ha elevado los precios de las materias primas que se necesitan para esas energías alternativas. Algunos biocombustibles dependen de productos agrícolas que ya enfrentan una alta demanda como los alimentos, lo que eleva aún más sus precios. El problema es especialmente grave para combustibles que se basan en granos, aunque también se ha dado con la energía eólica, nuclear y otras fuentes.
Se suponía que en algunos casos el biodiesel —un combustible que se produce a partir de granos como la soya y el aceite de palma— iba a ser económicamente competitivo con el petróleo en una época en la que el barril estaba a US$ 50. Pero un fuerte aumento en las materias primas del biodiesel, como el salto de 90% en el precio del aceite de palma en los últimos tres años, ha alterado de manera drástica los fundamentos económicos de la industria. M.R. Chandran, ex presidente de la Asociación Malaya de Aceite de Palma, dice que el crudo tendría que estar a US$ 150 el barril para que el biocombustible con base en el aceite de palma se volviera competitivo.
Otras alternativas, incluyendo algunas relativamente sucias como el carbón, también se han vuelto más caras. El precio del carbón se ha duplicado en los últimos cuatro años y el uranio, un ingrediente clave de la energía nuclear, se ha encarecido en cerca de 650% en el mismo período. A su vez, el costo de las celdas de energía solar también ha subido debido al estrecho inventario de silicio, la principal materia prima de las celdas.
Impaciencia
Desde luego, muchas energías alternativas han tenido un progreso notable en los últimos años. Y los precios del petróleo ciertamente estarían más altos si estas energías no estuvieran presentes. En los últimos años, Asia, América latina y otras partes del mundo han invertido miles de millones de dólares en nuevas plantas nucleares e instalaciones de gas natural licuado. El gasto en energía solar y eólica también se ha elevado mucho.
La producción global de etanol ha llegado a 51.000 millones de litros, 25% más que hace tres años. La capacidad de biodiesel se ha más que duplicado a 6,1 millones de toneladas en este mismo período. Sin embargo, ambas fuentes de energía sólo representan 1% del suministro mundial de combustible para transporte.
Se calcula que el próximo año los biocombustibles, junto al petróleo proveniente de la ex Unión Soviética y Brasil, representarán gran parte del nuevo suministro energético proveniente de países externos a la Organización de Países Exportadores de Petróleo, según la Agencia Internacional de Energía.
Tal vez uno de los factores más importantes sea que, desde 2004, muchísimo dinero de los fondos de capital de riesgo ha entrado al sector de la energía alternativa. Esto eleva las posibilidades de que los avances tecnológicos logren reducir sus costos en los años venideros.
«El partido recién comienza», dice Mark Zandi, economista jefe de la firma de investigación Moody’s Economy.com. «Sólo han pasado cuatro años desde que los precios de la energía comenzaran a elevarse y pienso que todos estamos demasiado impacientes.»
Por Patrick Barta
The Wall Street Journal
Fuente: La Nación