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Con Al Gore a su lado, Sarcozy presentó su revolución ecológica

Al-Gore-SarkozyEl flamante Premio Nobel de la Paz (derecha) acompañó al presidente francés en sus anuncios. Foto: AP

Medio ambiente.

Por medio de impuestos, se desalentará el uso de productos y fuentes de energía contaminantes.

París. El presidente francés, Nicolas Sarkozy, anunció ayer un ambicioso proyecto ecológico que incluye una revisión de la legislación impositiva que penalice las emisiones de gases de efecto invernadero y desgrave las cargas sobre el trabajo.

Entre esas medidas se incluyen un impuesto a los productos importados por la Unión Europea (UE) que no cumplen los requisitos del protocolo de Kioto; la reducción a la mitad del uso de pesticidas en la agricultura en los próximos 15 años; una moratoria sobre los organismos modificados genéticamente y una tasa para los camiones que utilicen las carreteras francesas.

“Francia dio un envión a la lucha contra el calentamiento global”, declaró ayer en el palacio del Elíseo (la sede del gobierno francés) el Premio Nobel de la Paz, el ex presidente estadounidense Al Gore, invitado, junto al presidente de la Comisión Europea, José Miguel Durao Barroso, para la presentación de las conclusiones de la llamada “Grenelle del Medio Ambiente”. Este nombre es un homenaje a la comisión creada en 1968 por Charles de Gaulle para los salarios.

Este foro de discusión está compuesto por miembros del gobierno, asociaciones ecologistas, sindicatos, patronales, representantes de los agricultores y de los gobiernos locales, bajo la dirección del ministro de Ecología, Jean-Louis Borloo.

“Cambiaremos la carga de la prueba; serán los proyectos los que deban demostrar que no contaminan y aplicaremos este principio a toda la actividad económica”, indicó Sarkozy.

Para el presidente francés, el modelo de crecimiento de ese país “está condenado y la paz en el mundo no será posible si se sigue por el mismo camino”.

Sin embargo, la medida más esperada, la tasa sobre los combustibles fósiles, que marcaría un cambio radical en la gestión del problema del cambio climático, quedó en suspenso.

La patronal se oponía y el presidente no la rechazó, pero tampoco la introdujo. Sarkozy considera que no debe haber un incremento general de los impuestos, y que un gravamen sobre el consumo de energía debería ser compensado por una reducción de las cargas sociales.

“Un producto limpio debe ser más barato que uno contaminante”, advirtió, y sugirió la creación de un IVA reducido para los productos “que respeten el clima y la biodiversidad”.

Francia no renuncia a la energía nuclear, porque “no tiene alternativa”. Pero si se consigue mejorar en un 20 por ciento la eficiencia energética de aquí a 2020 y la proporción de energías renovables aumenta hasta 20 por ciento, “no será necesario construir más centrales nucleares”.

No es gasto, es inversión. Para conseguir este objetivo Sarkozy anunció una inversión de mil millones de euros durante los próximos cuatro años para investigación en el campo de las energías alternativas y en el de los biocombustibles de segunda generación.

Uno de los elementos más destacables es que el proyecto no habla de gastos ecológicos, sino de inversión, con la idea de que se creen “cientos de miles de empleos sobre las nuevas tecnologías”.

Con esto Sarkozy quiere lanzar “un plan Marshall para Francia y para el planeta”. Para esto anunció también inversiones masivas en los transportes, concretamente para construir dos mil kilómetros de vías férreas y mejorar el transporte fluvial y marítimo, con el objetivo de “retirar los camiones de las rutas”.

En el campo de la vivienda, se trata de reducir 40 por ciento los gastos energéticos de los hogares en el plazo de una década.

Fuentes: El País, de Madrid/La Voz del interior

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