biocombustibles

El Chaco se perfila como un futuro polo de producción

A la agricultura y a la ganadería se le pueden incorporar sistemas mixtos y otras alternativas, como biocombustibles.  

La provincia del Chaco representa un futuro polo de desarrollo productivo, dijo el coordinador general de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), Santiago Lorenzatti.

Ante más de 300 productores del norte del país que participaron del XI Seminario organizado por Aapresid, y que por segundo año consecutivo se realizó en la localidad de Charata, el técnico agregó que se ha visto que más allá de la agricultura y ganadería se pueden incorporar esquemas mixtos y otras alternativas. «La posibilidad de integrar producciones y el desarrollo de los biocombustibles le dan a la región una perspectiva sin precedentes para los próximos años», agregó.

El encuentro fue escenario de variadas temáticas, donde recobraron mayor protagonismo la prospectiva en los agronegocios, los esquemas de manejo de cultivos, el desarrollo de los biocombustibles y el ordenamiento territorial en el noroeste argentino.

En este contexto, quedó claro que en el Norte la inversión creciente en tecnología, la modificación radical de los sistemas de siembra y el compromiso con la investigación son algunos puntos promisorios para el desarrollo sostenido de una agroindustria moderna y eficiente. «Es una forma de aprovechar las oportunidades para construir una sociedad más integrada e inclusiva, expresó Sebastián Senesi, de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).

El especialista en biocombustibles, planteó la temática del desarrollo de la bioenergía como una posibilidad concreta para el país y algunas regiones del Norte.

Al mismo tiempo, explicó que más allá que -por el momento- el grueso de las inversiones previstas están en mano de los grandes actores del sector (aceiteras, acopiadores, petroquímicas), a corto plazo la actividad puede convertirse en un buen negocio para otros segmentos del sector que produzcan volúmenes menores y puedan acercarse a estándares estimables de calidad. Es decir, se prevé que así sucederá y comienza a percibirse un cierto grado de conciencia sobre los beneficios que esto acarrearía en términos económicos y sociales.

Muchos analistas ya hablan del freno a los desplazamientos migratorios en busca de trabajo o el retroceso de las asimetrías regionales.

Según las consideraciones de Senesi, la bioenergía representa un desafío inclusivo para el país. «Estaría en condiciones de generar diversos polos de desarrollo local y permitiría industrializar la producción primaria ahí donde se origina», dijo.

El disertante agregó que «eso no sólo significa más valor para la región sino un mejor reparto de la renta, entre más protagonistas. Si la soja, apenas cosechada, emprende rápido el camino de la exportación, con este nuevo modelo de desarrollo estaría en condiciones de dar vida a un nuevo círculo virtuoso. Explicó que el 20 % de aceite que posee serviría para fabricar biodiesel y el resto, abundante en proteínas y base de todos los alimentos balanceados de calidad, podría utilizarse para nutrición de animales y desarrollar un mercado de carnes y lácteos».

A su vez, el desarrollo de la bioenergía podría permitir la diversificación de cultivos, ya que la soja podría alternar con otros granos más productivos en aceite, como la colza, el ricino, el girasol o el maíz.

Por su parte, la rotación con maíz, ya insinuada por los altos precios debido al consumo para etanol de los Estados Unidos, también mejora la sustentabilidad global de los sistemas productivos.

Potencial productivo

En el noroeste argentino (NOA) se producen más de dos millones de toneladas de soja, un millón de maíz y se exportan a otras zonas del país un millón de terneros.

Por otro lado se importa por año 230 millones de pesos en carne vacuna, valor que genera toda la industria azucarera, la industria citrícola, y casi todo el pollo, porcino y lácteos consumidos.

El NOA produce entre el 4,5 y el 7 por ciento (según la fuente de información) de las carnes rojas de la Argentina y consume el 8 por ciento. Tiene un consumo per cápita de 50 kilos anuales. La faena anual es de 650.000 animales con una tasa de extracción muy baja que ronda el orden del 19 por ciento.

Mientras la Región Pampeana produce 720.000 toneladas de carne por encima de sus necesidades de consumo, el NOA debe abastecerse de otras zonas, el 63% de su consumo, es decir 116.000 toneladas de carne, que equivalen a 530.000 novillos.

El corrimiento de la frontera agrícola y la posibilidad de integración de la actividad ganadera en forma intensiva asociada a subproductos de los ingenios azucareros, como de la actividad citrícola, vislumbran un potencial de crecimiento de la ganadería en la región y la posibilidad de disminución del flujo de divisas fuera del NOA.

Fuente: La Nación

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