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El dulce porvenir

JORGEROCCHIAFERRO-ING.FLORIJorge Rocchia Ferro pasó de chatarrero a construir la planta de destilación de alcohol más grande del país gracias a la caña de azúcar. Hoy, como una solución a los problemas energéticos y un aporte fundamental para los biocombustibles, confía en que el cultivo transforme también a toda la provincia de Tucumán.

Son muchos los caminos que conducen al éxito y muy pocas las personas que los conocen aun antes de recorrerlos. Hay quienes se aferran a una actividad con la plena confianza de que el crecimiento será una consecuencia directo del trabajo duro y que no existen los atajos, pero también están quienes confían en aprovechar cada oportunidad para subir un nuevo escalón.

Otros creen que para cumplir con sus objetivos, el proceso de aprendizaje pasa por deshacerse de lo inútil para quedarse sólo con aquello que cuenta con un valor evidente. Pero Jorge Rochia Ferro nunca creyó eso y entonces, a cada paso, su evolución pasó por no desechar nada, por estar abierto a cada oportunidad que se le presentó. Tal es así que sus inicios fueron como chatarrero, una tarea que le permitió aprender a darle valor a todo aquello que muchos tomaban por desecho.

En el año 1974 poco podía sospecharse que aquel Rocchia Ferro sería con el tiempo uno de los empresarios más importantes de su provincia: en ese momento había dejado la carrera de abogacía y su futuro aún no mostraba un horizonte que fuera más allá de trabajar en el hotel Coventry, del cual era dueño un tío suyo. El trabajo allí estaba bien, pero no era lo que él buscaba, y entonces tanta insistencia de un amigo suyo por interesarse en el negocio de la chatarra terminó por surtir efecto. Casualidad o no, un negocio lo llevó a otro y a partir de ese momento empezó a tener un mayor contacto con empresas como Acindar y otras, que a su vez tenían relación o eran dueños de distintos ingenios.

Así, cuando conoció de lo que aquello se trataba y percibió algo de su potencial, en 1982 se decidió a comprar al ingenio Concepción setenta hectáreas con las cuales la caña de azúcar complementó a la chatarra. Cuatro años más tarde y hasta 1990 arrendó, junto a otros socios, un ingenio que le permitió iniciarse en la compra y venta de azúcar. Luego, en sociedad con Jorge Figueroa Minetti, el ingenio Concepción y Eduardo Estofán, compraron el ingenio San Pablo y, más tarde, La Florida. Pero Rocchia Ferro le tenía tanta fe al negocio del azúcar que decidió comprar las partes de sus socios y seguir su crecimiento con otros terrenos que adquirió más tarde en remates.

LAS COSAS CAMBIARON

Rocchia Ferro creció como empresario, pero el azúcar también creció, y como una muestra de esto el hombre explica: “Cuando entré en este negocio, La Florida molió 14.000 toneladas de azúcar y, si Dios nos ayuda, este año vamos a estar moliendo 200.000 toneladas de azúcar. Hemos crecido mucho en lo productivo, pero esto va mucho más allá. En el 86, ésta era una actividad totalmente regulada, donde había cupos, donde no había créditos del Banco Nación. Era muy difícil trabajar. Después llegó una revolución de la mano de la desregulación salvaje, que fue una época bastante complicada para los que producían. Gracias a Dios, a partir del 2002, con el dólar que nos ha permitido exportar, con una verdadera revolución productiva y un gran crecimiento, estamos logrando llevar adelante todos los proyectos”.

Pero todo lo que se avanzó no parece ser sino un envión para un mayor crecimiento, y uno de los secretos para esto es la diversidad que permite la caña de azúcar. De su cosecha se obtiene, en primer lugar, el jugo de donde se extrae luego el azúcar o el alcohol. Pero además, se obtiene un subproducto cada vez más valioso como lo es el bagazo, el cual, al quemarlo, produce un vapor que alimenta turbos para generar energía.

Es decir que, este cultivo que durante tanto tiempo significó apenas el sustento para una provincia pobre, hoy se propone como una verdadera respuesta para las dos grandes preguntas que rondan en la cabeza de una país: la producción de alimentos y la producción de energía como actividades complementarias.

El crecimiento es evidente ya desde los números, y no hace falta remontarse décadas atrás para ver la evolución que ha tenido el sector, alcanza apenas con unos años. Según afirma Rocchia Ferro, en el año 2002 la provincia produjo un millón de toneladas de azúcar, mientras que este año, pese a las heladas que fueron muy perjudiciales, la provincia va a producir alrededor de 1.400.000 toneladas de azúcar.

Con respecto a los cañeros, un eslabón fundamental de la cadena productiva, y a quienes se les paga una parte en efectivo y otra directo en azúcar, Rocchia Ferro cree que para ellos el negocio va a ser tan bueno como para los industriales. “El negocio del azúcar hoy compite muy bien con la soja. Nos parece que tiene un horizonte aún mayor, con una mayor rentabilidad”. Parte del gran crecimiento responde a la misma evolución de las tecnologías aplicadas al cultivo y que determinan que, mientras diez años atrás se hablaba de rendimientos promedio de 5.760 kilogramos de azúcar por hectárea, hoy se ubica alrededor de los 8.200 kilogramos.

La apuesta hoy es tal que, con las 217.000 hectáreas que están dedicadas a la caña de azúcar, Rocchia Ferro estima que no falta mucho para que se alcancen las 250.000. Su empresa, la Compañía Azucarera Los Balcanes, compró hace poco tiempo en una licitación del gobierno otras 1.200 hectáreas que le permiten llega a un total de 10.000 y a emplear, entre directos e indirectos, cerca de dos mil empleados, una clara muestra de lo que esta actividad genera.

DE ALCOHOLES Y COMBUSTIBLES

Según dispone la ley de biocombustibles, para el año 2010 todos los combustibles que se suministren en la Argentina deberán contar con un corte del cinco por ciento de derivados vegetales, lo cual representa un total de 250 millones de litros. Y para Rocchia Ferro, “eso es algo que esta provincia produce sin ningún problema. Con la caña de azúcar, en Tucumán tenemos un pozo petrolero inagotable. El mundo va inexorablemente a la energía renovable. En Estados Unidos hay catorce estados que usan el alcohol anhídrido, que se puede obtener de la caña, como aditivo para las naftas. En Brasil se utiliza veinticinco por ciento de alcohol en las naftas. Además, en la Argentina, se aprobó la ley para incorporar cinco por ciento de alcohol anhídrido, reemplazando a otros antidetonantes, para las naftas. Cuando la ley se haga efectiva, se necesitarán 240 millones de litros de alcohol al año”.

En ese contexto, Rocchia Ferro cree que tranquilamente podría adelantarse la fecha y empezar a proveer biocombustibles en el 2007. Por eso, ya se encuentran en tratativas con YPF y Petrobrás. “Las perspectivas con el corte del cinco por ciento de biocombustibles, va a permitirles a Tucumán un desarrollo muy significativo en lo que es su producción y va a tener dónde colocar sus productos”, opinó. Con una demanda estimada de doscientos millones de litros para biocombustibles, La Florida produce hoy 350 mil litros de por día, es decir más de cien millones de litros al año, lo cual representa un cincuenta por ciento de esa necesidad.

Por otra parte, y aun cuando el negocio de los biocombustibles motiva las iniciativas de muchos, el grupo empresario de Rocchia Ferro no es nuevo en esto. A través de la firma Covenet, una planta que funciona como almacenadora y distribuidora, compra combustibles de cualquier petrolera para mezclar con alcohol anhidro, que en general se hacen al once por ciento, para luego venderlas a sus estaciones de servicio con marca propia: Northwest.

Aún cuando muchos creen que el futuro de los biocombustibles toma en su gran mayoría la forma de maíz, Rocchia Ferro opina lo contrario: “Las plantas de maíz son muy costosas y no vemos en el corto plazo ninguna destilería de maíz importante en Argentina. Por eso, la única solución para el tema de los biocombustibles en la Argentina es la industria azucarera”.

ELECTRICIDAD EDULCORADA

Por otra parte, las nuevas tendencias de demanda mundial de energía, al parecer, también hacen soplar el viento a favor de Tucumán. “La provincia tiene un enorme futuro si desarrolla el potencial energético de la caña. Podemos producir alcohol, un elemento cuyo precio en el mundo subió treinta por ciento el año pasado, y que será cada vez más buscado por la necesidad de nuevas fuentes de energía”.

Otra de las grandes apuestas de Los Balcanes es, sin dudas, la producción de energía. En estos momentos hay tres ingenios (Los Balcanes, Tabacal y Colombres), que apuntan sus intenciones hacia la implementación de un nuevo desarrollo energético a través de la producción de electricidad con vapor proveniente del bagazo.

Según los cálculos del empresario, cada uno de los quince ingenios tucumanos produce doce megavatios por hora lo cual, si se trabaja las 24 horas del día (debe tenerse en cuenta que las máquinas, una vez que arrancan su producción no se detienen hasta la siguiente zafra) estarían produciendo alrededor de 100.000 megavatios mensuales. Esto, además de la contribución energética brindaría la posibilidad de concretar una producción cíclica por parte de los ingenios, y no sólo durante las zafras. Previo a la instalación de la nueva tecnología de producción, La Florida sólo trabajaba con la melaza, una miel fina obtenida de la caña de azúcar, que le permitía una producción de alcohol netamente estacional. Sin embargo, en la actualidad podrá complementar los siete meses de zafra con los restantes cinco meses en que producirán alcohol a partir del almidón de maíz; esto significa bagazo, y por ende energía, durante todo el año.

Con el proyecto ya en marcha, Rocchia Ferro afirmó que ya están conversando con empresas como Bioenergías, Edesa (Empresa de Electricidad de Salta) y Plan NOA. Por eso no es casualidad que el empresario afirme: “Creo que el azúcar para los años próximos va a ser un negocio fantástico. Porque sus dos productos son de mucho valor y lo serán cada vez más: la energía y el alimento”.

En vistas de avanzar con paso firme con el azúcar, el presente le permite a Rocchia Ferro además volver a una de sus primeras pasiones: la hotelería. “Por eso, compramos el Hotel Catalina, tenemos un hotel en Tafí, el Lunahuana, y estamos haciendo un hotel en Bella vista y otro en Aguilar. Y todo gracias al azúcar”.

AgroRealidad

TUCUMAN Y LA ENERGÍA DEL AZÚCAR

Aún cuando la producción de biocombustibles y la generación de energía hoy están en boga y pueden ser las claves para resucitar una provincia que ha sufrido mucho la pobreza, Tucuman tiene una larga historia en el tema. De hecho, una publicación de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres del año 1922 informaba sobre la posibilidad del uso de alcohol como combustible, y en mayo de 1928 se llevó a cabo la primera experiencia, con una mezcla carburante que contenía un 15% de petróleo, 5% de metileno y 80% de alcohol, llamada «combustible Giacosa», por ser su inventor Luis Giacosa.

Años más tarde, en 1942, el gobernador Miguel Critto recorrió los cerros tucumanos con un vehículo propulsado con un combustible que tenía el 30% de alcohol desnaturalizado y el 70% de nafta.

Pero quizás el hecho que más resuena en la memoria argentina data del año 1978, cuando a causa de una nueva crisis petrolera, se relanzó en Tucumán la idea de adicionar alcohol etano a las naftas, lo que tomó continuidad a partir de 1979 al iniciarse en la Estación Experimental, bajo la dirección del doctor José Luis Bustos, el Plan Alconafta. Como síntoma del apoyo que existió en esa época al plan, varias fábricas automotrices pusieron a disposición pares de vehículos idénticos para que los experimentadores pudiesen hacer funcionar en cada caso una unidad con nafta pura y la otra con alconafta, luego desarmar los motores a ciertos intervalos y comparar los desgastes.

En 1981 comenzó en Tucumán la venta masiva de alconafta común, que llevaba un corte del 12% de alcohol etílico, un programa al que más tarde se sumaron Salta y Jujuy, en un programa que buscaba además absorber los excedentes de alcohol de melaza, sin extender los cultivos de caña. En 1983 se lanza la alconafta súper y en 1987 quedaron doce provincias integradas al plan, consumiendo 250 millones de litros de alcohol anhidro por año.

La capacidad de la industria y de los cañaverales era suficientes para producir 450 millones de litros, pero en los siguientes años las zafras no fueron buenas y no fue posible cubrir la demanda de alcohol. Por otra parte, el precio internacional del azúcar recuperó rentabilidad, haciendo que el plan alconafta fuera dejado de lado poco a poco, hasta desaparecer. Hoy, con zafras que marcan récords históricos años tras año y un nuevo mapa de demandas, Tucumán promete ser una gran fuente de energía para todo el país.

PLENA CONFIANZA

Con una gran estructura y una verdadera apuesta a futuro, Jorge Rocchia sabe que no puede dejar librado ningún factor al azar. Por eso, al momento de elegir la maquinaria para sus emprendimientos, el empresario se inclinó por Agco Allis. “No tengo dudas de que es gente seria. Hay un respaldo de muchos años y es bien conocida la calidad de su servicio posventa, lo cual es fundamental”.

Gentileza de Infortambo para http://www.biodiesel.com.ar/

Fimaco

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