Por Félix Sammartino/Son días de sensaciones encontradas. Por un lado, la última edición de Expoagro dejó la clara impresión de que el agro argentino está correctamente pertrechado en cuanto a tecnología de insumos y procesos como para seguir dando brincos de productividad durante los próximos años.
Dentro de esta ciudadela que se construyó sólo para los cuatro días que duró la muestra y que, como si fuera una expresión del arte efímero, al finalizar se desvaneció por completo sin dejar ningún rastro en el potrero, estaba casi toda la batería de herramientas que tiene la producción.
Después de recorrerla era fácil caer en la tentación de creer que todo es posible. Bastaba con visitar, por ejemplo, cualquiera de los plots que presentaban los semilleros para pensar que ya casi no hay techo de rinde, ni limitaciones de suelo, ni condiciones ambientales que se le puedan resistir a este modelo de producción agrícola que tiene como pilar fundamental la siembra directa. «La genética y la biotecnología todavía tienen mucho hilo en el carretel para seguir ofreciendo soluciones. Presentan tantas novedades e innovaciones como la telefonía celular», decía mitad en serio y mitad en broma el técnico de un semillero.
A pesar de todos los adelantos técnicos, ésta no será la cosecha de las 100 millones de toneladas, tal como fue anunciado y festejado oficialmente. En una campaña que fue despareja en cuanto a lluvias, pero mucho mejor de lo que en un principio se temía para un fenómeno climático como La Niña, la cosecha se caería sólo en 5 millones de toneladas de las 97 millones registradas el año pasado.
Por esta merma el Estado no derramará ni una lágrima. Debido a las mejores cotizaciones, la recaudación de este año por retenciones será de 8660 millones de dólares contra los 7770 millones de dólares del año pasado, según las estimaciones del consultor Gustavo López. ¿De dónde habrá sacado la presidenta Cristina Kirchner en su discurso ante el Congreso que el sector sólo aporta el 2,8% de la recaudación?
A pesar de todas estas buenas noticias permanece inalterada y vigente la costumbre del Gobierno de encontrar a cada solución un problema. La nueva cosecha deberá enfrentar mayores demoras en la entrega de los permisos de exportación debido esta vez a la imprevista disolución de la Oncca.
La cotización del petróleo se disparó y superó la marca de los 100 dólares el barril como reflejo de la inestabilidad y caída de las dictaduras con las que Occidente no dejaba de hacer buenos negocios. Hosni Mubarak ya es parte de la historia de Egipto, mientras que el régimen del coronel Muammar Khadafy parece tener los días contados.
La suba del precio del petróleo puede ser un baldazo de agua fría para el crecimiento de los países emergentes, que son en definitiva los grandes protagonistas de la demanda mundial de alimentos.
Pero quizás lo más interesante de lo que se desprende de las rebeliones en Libia y Egipto es que se acelera un cambio de escenario con los biocombustibles como protagonistas de esta nueva reformulación mundial en el uso de la energía. Está claro que los países industrializados, muy particularmente Estados Unidos, están iniciando una cura de la adicción que sufren por el petróleo. El oro negro ha marcado una parte sustancial del estilo de vida occidental, comenzando por la cultura del auto. Hay también un cambio de la conciencia y el interés público de los países desarrollados en abastecerse de combustibles de una forma más amigable con el medio ambiente.
Además necesitan depender cada vez menos de las compras de petróleo en Medio Oriente y depositar menos dólares en manos de regímenes hostiles.
«La independencia energética es una cuestión de seguridad nacional», se repite invariablemente en las distintas administraciones norteamericanas más allá de los colores partidarios.
No es difícil inferir entonces la dimensión geopolítica que adquirieron los biocombustibles. Hay un verdadero cambio de agenda a nivel mundial, que es lo mismo que decir: grandes inversiones para el sector.
Nuestro país sigue vigente en las tres dimensiones del desarrollo: como granero del mundo, como supermercado global y ahora como gran surtidor verde.
FUENTE: LA NACION
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