18/12/10 Se trata de un centro de investigación y desarrollo único en el país. El futuro de los cultivos, en la mira.PorMariela Vaquero Especial Para Clarín Rural Rosario.
FOTO: A ESTRENAR. CUANDO FUNCIONE A PLENO, EN LOS LABORATORIOS DEL INSTITUTO TRABAJARAN MAS DE 60 CIENTIFICOS.
El Instituto de Agrobiotecnología Rosario (Indear) abrió la semana pasada las puertas de su sede, un centro científico de primera línea a nivel mundial, orientado a la generación de tecnologías para la producción vegetal y la industria.
Indear es una compañía del Grupo Bioceres dedicada a la investigación y el desarrollo de soluciones biotecnológicas para la agroindustria. Se trata de una iniciativa público-privada cuyos accionistas son mayoritariamente empresarios agropecuarios argentinos.
El emprendimiento se constituyó en 2004, a partir de un acuerdo con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), “con el objetivo de dar respuestas a las necesidades de duplicar la producción de alimentos y de energías, cuidando el ambiente”, según explicó Aimar Dimo, presidente del Instituto.
Hoy, cuenta con más de 200 socios y trabaja en dos áreas estratégicas: el mejoramiento de cultivos para aumentar su productividad (“molecular breeding”), y la producción de enzimas industriales utilizando plantas como bioreactores (“molecular farming”). Todo esto, a través de la biología molecular, ya sea mediante estrategias convencionales o de transgénesis. Según Dimo, “la idea es poder manipular genes en las distintas especies de valor, así como introducir nuevas especies, adaptándolas a distintos ambientes para obtener mejores resultados”.
En ese camino, para el ingeniero, “los recursos humanos, el capital de riesgo, el respeto por la propiedad intelectual y un marco regulatorio específico que permita la comercialización de las tecnologías” son puntos primordiales para estas nuevas industrias.
El ministro de Ciencia y Tecnología de la Nación, José Lino Barañao, estuvo presente y destacó la importancia estratégica de este emprendimiento nacional frente al “serio desafío de satisfacer una demanda mundial de alimentos creciente, produciendo en superficies escasas y en un contexto de cambio climático”.
Barañao consideró al proyecto como “un ejemplo clave para propagarlo a otros sectores” y abogó por “un cambio de conciencia que muestre que la única manera de sobrevivir en esta economía gobalizada es aplicando conocimiento”. Asimismo, valoró la sinergia entre lo público y lo privado, porque “tanto empresarios como investigadores han coincidido en la idea de que tienen que ser útiles a la sociedad en que viven”.
Estuvieron presentes, además, el gobernador Hermes Binner; el intendente rosarino, Miguel Lifschitz, y la presidente del Conicet, Marta Rovira.
De acuerdo al investigador Alejandro Mentaberry, responsable de la organización científica del instituto, este emprendimiento es un “hito estratégico”, no sólo por la interacción público-privada sino porque se trabaja con una visión a largo plazo: “Estamos mirando a una Argentina de cara al futuro con gente que no piensa que ganar plata con la ciencia es mala palabra”, señaló. De acuerdo al científico, nuestro país cuenta con ventajas y oportunidades que otros no tienen.
Para aprovecharlas, Federico Trucco, gerente general de la empresa, entiende que los desafíos principales son: aumentar la cantidad, mejorar la calidad y diversificar la producción.
Víctor Trucco, integrante de Indear y presidente de Bioceres, rescató las capacidad innovadora, el talento y la sensibilidad de los que hicieron posible el proyecto. Además, llamó a “dejar de mirar siempre por el espejo retrovisor y entender que el mundo avanza rápidamente: el que no se sube al tren, queda olvidado”. En ese camino, instó a construir una Argentina que se desarrolle apoyándose en la ciencia y en el trabajo inteligente.
Actualmente, en Indear se llevan adelante varios proyectos de investigación: maíz tolerante a Mal de Río Cuarto; alfalfas con retardamiento de senescencia; cultivos con tolerancia a estrés hídrico y salinidad; transformación de plantas con fines de mejoramiento; modificación del ciclo de los cultivos; producción de quimosina bovina en plantas de cártamo; metagenómica de suelos y nuevas variedades de amaranto. Algunas de las tecnologías desarrolladas por la empresa, en cultivos considerados no estratégicos, han sido licenciadas a otros países.
A la hora de la comercialización, y dependiendo del origen de la tecnología generada -Estado o empresa- se prevé operar con contratos de licencias que reconozcan el valor que cada grupo haya aportado en el desarrollo de esa tecnología.
En definitiva, el Indear es un proyecto para entusiasmarse. Y ahora, más que proyecto, es una realidad.
FUENTE: CLARIN SUPLEMENTO RURAL