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Biocombustibles: experiencia con cártamo para biodiesel en Jovita

cartamo-biodieselLo promueve FAA. La oleaginosa de invierno es rústica, resistente y con alto porcentaje de aceite.
Mientras productores y cooperativas realizan sus primeras armas en la producción de biodiesel en base a colza, la Federación Agraria Argentina (FAA) ya puso la primera ficha en otro casillero no tradicional para los cultivos alternativos. 

La entidad promueve un ensayo comparativo de variedades de cártamo en el Ipem 211 San Carlos, de la localidad de Jovita, en el departamento General Roca, al sur de la provincia. El cártamo es hoy un cultivo secundario, poco desarrollado y utilizado como alternativa en provincias del noroeste.

El año pasado, durante la 13ª edición de Agro Activa en Ballesteros, el responsable del Proyecto Bio-FAA, Marcelo Rasetto, tomó contacto con Daniel Caraballo, un ingeniero agrónomo que dedicó buena parte de su profesión al mejoramiento genético del cártamo.

Caraballo fue contratado por la FAA para conducir el ensayo en Jovita. «Siempre fui defensor del cártamo, porque no compite con cultivos estivales, es rústico, da aceite y es apto para apicultura», comentó.

Derrotero. En general, el cártamo ha sido utilizado en el país con el doble propósito de pastoreo y oleaginosa, pero su alta proporción de cáscara lo ubicó entre los menos preferidos por la industria aceitera en los años 1960. Por lo tanto, entró casi en el olvido.

La segunda ola se experimentó en 1986, con el ingreso de materiales mejorados de Australia, España y Estados Unidos. Incluso, se lanzó como una alternativa más rentable que el trigo en la zona semiárida. «Pero no hubo trabajos de investigación agronómica para el manejo. Sin ajustes en época de siembra, densidad y distanciamiento, el cultivo no expresó su potencial y los rindes fueron dispares (alrededor de 10 quintales por hectárea)», agregó Caraballo.

Además de sus bajos rendimientos, también presentó el inconveniente de la baja tasa de crecimiento inicial, que trajo problemas de enmalezamiento y una masa foliar con presencia de espinas que dificultaban el movimiento del personal en las parcelas bajo cultivo.

Según datos de la Secretaría de Agricultura nacional, tanto el área bajo cultivo como el volumen recolectado alcanzaron sus máximos valores en la campaña 2000/01, ciclo en el que se sembraron 58.400 hectáreas y se recolectaron 43.700 toneladas. Salta y Santiago del Estero son prácticamente las únicas provincias en las que se continúa sembrando.

Ahora, el «boom» de los biocombustibles promete colocar al cártamo nuevamente en carrera. «Los principales aportes son tres: es una oleaginosa de invierno, por lo que no compite con los cultivos tradicionales como soja; tiene un alto porcentaje de aceite y el margen del crushing es mayor, incluso con eficiencia operativa baja; y por último, es importante por su rusticidad y adaptación», comentó Rasetto.

Ensayo. El módulo de ensayo en Jovita apunta a un análisis de variedades. Se utilizaron ocho materiales diferentes en bloques al azar con tres repeticiones, que fueron sembrados en forma tardía el 26 de junio, ya que según Caraballo, la época ideal de implantación va desde fines de abril a principios de mayo. La cosecha se realizará a mediados de noviembre.

Entre las variedades utilizadas figuran algunas semillas viejas que se rescataron en el Inta Ascasubi y otras más nuevas introducidas en los últimos meses. Las variedades más antiguas tienen una alta concentración de ácidos grasos poliinsaturados (linoleico).

En cambio, las de mejor desarrollo genético producen un aceite de alto porcentaje de ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico), de mejor calidad para consumo. Además, tienen mejor resistencia al frío y al estrés hídrico.

«De todos modos, está claro que a mayor agua, mejores rindes. Incluso, si el cultivo antecesor es maíz, el cártamo puede entregar entre 20 y 35 quintales por hectárea», aseguró el especialista. En cuanto al manejo, si bien se trabajó mucho tiempo con 60 plantas por metro cuadrado y una distancia de 70 centímetros entre hileras, ahora el modelo es de 35 centímetros o menos.

La planta desarrolla una raíz pivotante que penetra hasta tres metros de profundidad, por lo que aprovecha al máximo los nutrientes y el agua acumulados en el suelo. Esa condición le da más chances en áreas con baja fertilidad, con pisos pobres, de baja materia orgánica y hasta levemente salinos.

En el otro extremo, el cultivo implantado en áreas con napas freáticas puede llegar a un rinde de 40 quintales por hectárea. Con respecto a la sanidad, se recomienda usar un curasemilla para control de hongos como verticilum o fusariun, en especial en lotes manejados con siembra directa y alto contenido de materia orgánica.

Queda por delante resolver los aspectos técnicos de la cosecha, ya que la planta desarrolla espinas y eso dificulta la tarea de recolección.

La alternativa de cártamo podría sacar del ostracismo al cultivo en las zonas marginales para implantar colza.
Fuente: La Voz del Interior

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