Lo dijo un especialista brasileño; Brasil y la Argentina están en carrera, agregó.
CORDOBA.- «Tenemos la chance de cambiar la civilización.» La frase suena fuerte. Y más todavía si, incorporándola al contexto en que fue pronunciada, los propietarios de tal oportunidad son los países pobres, entre ellos los sudamericanos como Brasil y la Argentina.
Roberto Rodrigues durante su disertación: ‘Los biocombustibles van a provocar un cambio profundo’ Foto: Prensa AACREA
Esa es la convicción de Roberto Rodrigues, uno de los disertantes que más cautivaron a la nutrida audiencia que participa -en el Estadio Orfeo Superdomo de esta capital- del XVIII Congreso Nacional CREA de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea). ¿En qué se basa tal certeza? En que «los países pobres podemos transformarnos en los grandes surtidores de biocombustibles del mundo».
Consultado sobre la disyuntiva alimentos versus combustibles, sobre la cual gobernantes y especialistas han advertido, afirmó: «Es un mito loco». ¿No se va a destruir la Amazonia?, se le preguntó. «Pura tontería, es una mentira y una estupidez económica», sostuvo.
Aparte de ingeniero agrónomo y productor agrícola, Rodrigues exhibe una soberbia hoja de antecedentes: fue ministro de Agricultura y Abastecimientos del presidente Lula da Silva entre 2003 y 2006; copresidente de la Comisión Interamericana de Etanol; presidente de la Organización de Cooperativas Brasileñas, del Comité Mundial de Cooperativas Agrícolas y de la Alianza Cooperativa Internacional. Y ésos sólo son algunos de sus títulos.
Matizó su exposición con toques de humor, que se convertían en contundentes definiciones o defensas de los biocombustibles. Rodrigues señaló que en el siglo XX el gran desafío fue el hambre, y que por eso Europa se propuso «nunca más hambre», con lo cual justifica su política de subsidios porque la cuestión es «estratégica» para el Viejo Continente. «En el siglo XXI el desafío es la energía; habrá una nueva era», sentenció.
Tanta es su seguridad que avizora que «los biocombustibles y la bioenergía van a provocar un cambio profundo en la geoeconomía agrícola mundial». Así aparece su convicción de que los países pobres serán «los grandes surtidores» de biocombustibles: Asia, Africa y los países de América latina, en especial del cono sur.
Rodrigues sostiene que no hay que esperar que la demanda venga a desarrollar el sector de nuevos combustibles, sino que su plataforma de despegue «depende de la creación de un mercado de biocombustibles» y, de modo particular, el regional, el de América del Sur. De lo contrario, a los consumidores les dará lo mismo seguir dependiendo del petróleo, pues también confían que en algún momento del futuro aparecerán energías alternativas. Hoy ese mercado no está y es uno de los desafíos de Brasil y de la Argentina. El especialista abogó por la formación de un bloque que le de consistencia a una estrategia regional.
Cambio climático
Por su parte, Osvaldo Canziani, copresidente del Grupo de Trabajo II del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) y consultor internacional en cuestiones ambientales, se refirió a la necesidad de implementar un sistema de seguimiento agrometeorológico para evaluar los daños del cambio climático.
«El problema más crítico para el desarrollo sostenible en el agro resultará de la necesidad de ajustar las prácticas del uso del suelo y el manejo de los cultivos a las nuevas condiciones climáticas que resulten del nuevo sistema climático global y sus diferentes y nuevos climas regionales», dijo.
«Nosotros [por los argentinos] seguimos creyendo que éstos son temas por los que no tenemos que preocuparnos, pero vamos a tener que adaptarnos al cambio climático. Pero ¿cómo vamos a definir los costos de esa adaptación si no podemos estimar cuáles fueron los daños generados por el clima?», agregó.
Señaló que «los servicios oficiales, particularmente los meteorológicos e hidrológicos, deberían reiniciar, de manera completa, los servicios agrometeorológicos necesarios para el desarrollo de las actividades productivas, incluyendo la operación de un sistema de vigilancia hidrometeorológica».
Por Juan Carlos Vaca
Corresponsal enCórdoba
Fuente: La Nación