etanol

Luz verde para los maíces RR y Bt

Robb-Fraley-ChesterfieldCon la venia de Agricultura, desembarcan los eventos “apilados” en la Argentina.
Alejandro Rollán
Enviado especial a Estados Unidos

Decatur y Chesterfield. Las consecuencias de la falta de agua y los 36 grados centígrados de calor que soporta por estos días el cinturón maicero de los Estados Unidos han dejado su huella en el maíz. Foto:Federico Ovejero, Robb Fraley y Pablo Vaquero, directivos de Monsanto.

El síntoma se manifiesta a través de sus hojas «acartuchadas» (envueltas en sí mismas) lo que denota que la planta ha dejado de respirar y que no gasta más energía; sus consecuencias serán notorias y se expresarán en una disminución considerable de su rendimiento. 

A su lado, y como mirándola de reojo, otra hilera de híbridos expresa todo su potencial productivo a través de un nuevo gen que tiene en sus entrañas. Se trata de la variedad genéticamente modificada tolerante a sequía (drought tolerant) que la empresa Monsanto presentó en la 54ª edición del Farm Progress Show que se desarrolló –entre el martes y ayer– en las proximidades a la ciudad de Decatur, en el estado de Illinois.

El material, que fue concebido en el centro de investigación de biotecnología que la empresa semillera tiene en Chesterfield (estado de Missouri) a 200 kilómetros de la exposición, se encuentra aún en etapa de desarrollo y estará disponible en el mercado estadounidense en el año 2012.

El futuro híbrido, que todavía no tiene elegido cuál será el gen resistente que intervendrá en su futura multiplicación, fue uno de los nueve eventos de maíz que Monsanto trajo al Farm y que proyecta tener con habilitación comercial en un período de tiempo que va desde el año próximo hasta el 2016.

La oferta para la próxima década incluye maíz con más aceite (entre cinco y siete por ciento) para la fabricación de etanol y más licina, para la alimentación animal; al igual que híbridos con tres genes «apilados» para controlar en forma combinada varios insectos (Bt, para controlar barrenador del tallo), una mayor resistencia a glifosato con menor dosis (RR2) y control del gusano de la raíz.

Nueva familia

monsanto-Robb-FraleyLa presentación en sociedad de la nueva familia de maíces estuvo a cargo de Robb Fraley, vicepresidente tecnológico y número dos de Monsanto a nivel mundial.

Que el investigador haya sido el encargado de exponer ante un grupo de periodistas argentinos invitados por el semillero, entre los que se encuentra el enviado de La Voz del Campo, no fue casualidad. Se trata del biólogo que, en 1996, inventó el gen RR (resistente a glifosato) y que revolucionó la producción de soja a nivel mundial.

Fraley también fue el encargado de pasar revista a las 14 líneas de investigación en nuevas variedades de soja que estarán listas para salir a la venta en un plazo que va desde la próxima campaña (como la soja con el gen RR2, que aportará un ocho por ciento más de rendimiento) hasta el año 2014 (para nuevos materiales resistentes a insectos). En el caso de las oleaginosas, su llegada a la Argentina estará ligada a la implementación de un marco regulatorio para el uso de la tecnología (pago de regalías por la propiedad intelectual) y a la plataforma para la habilitación de nuevos eventos transgénicos.

«Seguimos haciendo tecnología, no sólo para los productores sino también para los consumidores, independientemente del interés político», aclaró Fraley en diálogo con los periodistas argentinos.

Desembarco

El miércoles, mientras un grupo de casi 500 productores argentinos visitaba la exposición, se conoció que el secretario de Agricultura de la Nación, Javier de Urquiza, aprobó la comercialización en el país del maíz que combina Bt y RR. Se trata del primer evento transgénico con genes apilados (rinde siete por ciento más) aprobado en el país. De esta forma, la Argentina se suma a Estados Unidos, Colombia y Sudáfrica, donde el evento ya está aprobado con fines comerciales y disponible para los productores. En carpeta para su aprobación está también el maíz con tres genes apilados (Bt, RR y resistencia al gusano de la raíz).

Si bien la norma se haría oficial hoy en una resolución en el Boletín Oficial, desde la compañía creen que no van a llegar a tiempo en esta campaña para las siembras tempranas de maíz (hay que inscribir previamente este material en el Inase), un grupo de dos mil productores recibirán bolsas para las siembras de segunda. Para el año próximo, se proyecta cubrir una superficie de un millón de hectáreas.

Presente y futuro

Mientras en el centro de investigaciones de Monsanto un plantel de cinco mil empleados dispone este año de 720 millones de dólares para investigaciones en biotecnología, las variedades comerciales de soja y de maíz expresan todo su potencial.

«Este año, los productores estadounidenses tendrán una ganancia de alrededor de 750 millones de dólares por el uso de soja RR», comentó Alberto Barbero, director de licenciamiento para maíz a nivel mundial, un argentino que está radicado en Estados Unidos desde el año 2000. El aporte extra ya tiene deducido el pago de la regalía, que alcanza a alrededor de 40 dólares por hectárea (13 dólares por bolsa de semilla).

«El criterio para el cobro del derecho de uso de la patente representa 50 por ciento de la ganancia que tenga el productor», explicó Barbero. En el caso de Argentina, la empresa calcula que el beneficio del uso del gen RR alcanza a 1.900 millones de dólares, exento del pago por la propiedad intelectual.

La torta de maíz

Con una facturación a nivel mundial de 7.200 millones de dólares, el principal negocio de Monsanto es la venta de semillas, que representa 55 por ciento de su facturación. El resto son agroquímicos, rubro en el cual el glifosato ocupa casi del 90 por ciento.

Dentro del aporte que realiza la venta de genética, el mayor negocio lo aporta el maíz, con 35 por ciento y con una participación en crecimiento, seguido por la soja, con 30 por ciento y una torta que se achica.

«Hasta hace dos años, la soja lideraba la facturación en semillas», admitió Barbero. La superficie récord sembrada con maíz en Estados Unidos en la actual campaña, a causa del fomento a la producción de etanol, ayuda a comprender este cambio de tendencia. Por cada bolsa de maíz que compran los farmers estadounidenses pagan un derecho de uso de la tecnología que, según los eventos, va desde 30 dólares (el Bt) hasta 120 dólares adicionales (con los tres eventos apilables). A eso hay que agregarle el costo de la semilla que ronda los 100 dólares por bolsa. En la presente campaña, Monsanto manejó el 30 por ciento del mercado total de semilla de soja (el ciento por ciento transgénica) y casi 50 por ciento del de maíz (30 por ciento con Dekalb y el resto con semilleros a los que le vende germoplasma).

Apilados

Si bien el mejoramiento genético de la producción, a partir de nuevos materiales que aporten más rendimiento, es una de las patas sobre las que se apoya el negocio de la compañía, no es la única. En esa línea inicial se encuentran las investigaciones ya en marcha para identificar híbridos resistentes al frío, que posibilitarán anticipar la siembra y así mejorar su rinde. «En Argentina van a permitir sembrar maíz y soja en una misma campaña», pronosticó Pablo Vaquero, director de nuevos negocios de Monsanto Argentina.

En el caso de la soja, los directivos de la compañía confían en que para 2012 van a poder llevar a la Argentina la variedad con tres genes apilados. «Seguramente para ese tiempo va a estar solucionado el tema de las regalías», opinó Alberto Barbero, quien junto a Vaquero participa de las negociaciones con el Gobierno nacional.

La futura variedad de soja RR2, con alto contenido de aceite y resistente al barrenador del tallo (Bt), aportará hasta 100 dólares más por hectárea. «La resistencia a glifosato de segunda generación mejorará el rendimiento en alrededor de un 12 por ciento», aseguró Juan Ferreyra, presidente de Monsanto Argentina.

Tres patas

Los procesadores de alimentos y los consumidores también son parte del foco de interés en las investigaciones de Monsanto. Para la industria alimenticia, la soja con bajo contenido linoleico –ya disponible comercialmente– vino a sustituir al proceso de hidrogenado del aceite y a evitar así las grasas transaturadas en los alimentos, cuya presencia en Estados Unidos ya está regulada. «Estamos trabajando en conjunto con Cargill, que se está encargando de la molienda de alrededor de 200 mil hectáreas con esta variedad», explicó Barbero. Los términos de la sociedad incluyen que Cargill haga la recepción de la producción, cultivada en campos de productores, realice la molienda y la venta a la industria alimenticia. Las fábricas de alimentos pagan por la patente a Monsanto, quien luego abona por los servicios de molinería (en este caso Cargill) y a los productores.

La incorporación del gen del alga marina en el poroto de soja es otra línea de desarrollo biotecnológico que Monsanto tiene en marcha, junto con Bunge y Dupont, y que también presentó en el Farm Progress Show. Está destinada a la producción de aceite con alto contenido de omega tres, un producto de alta demanda en el sector alimentario por sus probados beneficios para la salud (ayuda al funcionamiento del sistema circulatorio).

«Es un producto destinado exclusivamente para el consumidor, ya que el grano de soja aportará un 25 por ciento más de omega tres que una de sus actuales fuentes, que son las algas marinas», aseguró Robb Fraley. La incorporación a jugos y leche permite proyectar un negocio de 2.000 millones de dólares.

Fuente: La Voz del Interior

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