El biodiésel se produce en la actualidad industrialmente, mediante la reacción de metanol y aceite (vegetal o animal) con un catalizador alcalino, que permite que la reacción ocurra a una temperatura moderada de alrededor de 60º.
El gran inconveniente de esta forma de producción es la pérdida parcial de materia prima procesada. Además, presenta ciertas dificultades en relación con la purificación de los productos.
Ahora, un proyecto desarrollado por investigadores de la Planta Piloto de Ingeniería Química (Plapiqui) del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Universidad Nacional del Sur plantea el estudio de nuevas tecnologías de producción de biodiésel eliminando el uso de catalizadores, con el fin de lograr una alternativa sustentable para los procesos de obtención de combustible.
«La alternativa que analizamos es llevar a cabo la reacción de aceite con metanol a temperaturas bastante más elevadas que la convencional y de esa manera hacer que la reacción ocurra evitando el uso de catalizadores. En general es un proceso más costoso desde el punto de vista de reacción, pero más económico en lo que respecta a purificación de productos y pérdida de materias primas”, explicó la doctora Selva Pereda.
El desarrollo ya permite verificar que la calidad de biodiésel que se obtiene es tan buena como la que se logra con el método convencional. Lo mismo ocurre con la calidad de su subproducto, la glicerina.
En lo que respecta a la evaluación de factibilidad económica, también los estudios dicen que esta nueva tecnología resulta tan competitiva como la que se usa actualmente.
«Ya hemos hecho estudios a escala laboratorio y experimental. Construimos un reactor continuo que nos permitirá estudiar cómo controlar ciertas variables necesarias para hacer el escalado a lo que se llama escala piloto, una etapa previa a la industrial”, detalló la investigadora.
La producción de biodiésel es hoy en la Argentina una industria establecida y con amplias perspectivas de crecimiento.
El país es el quinto productor mundial con una capacidad instalada de 2,5 millones de toneladas. La tendencia creciente en exportaciones permite calcular que para 2015 la capacidad de producción será de unos 5 o 6 millones de toneladas.
Además, se espera que la demanda interna se duplique en los próximos cinco años. Este panorama obliga a buscar la permanente optimización de las capacidades instaladas y su actualización a partir de nuevas alternativas de producción.
La doctora Pereda dice que «existen dos cuestiones en relación con las posibilidades de producción sin catalizadores: una es la factibilidad técnica y económica real y la otra es la cultura del tipo de procesos que se manejan en los distintos sectores industriales».
«Hoy -continúa- los procesos de producción de biodiésel son absorbidos en la Argentina por empresas productoras de aceite, y en ese caso la cultura industrial habla de procesos que ocurren a bajas presiones y bajas temperaturas, con lo cual más que un problema de factibilidad técnica o económica para llevar a cabo este proceso lo que existe es una resistencia cultural. Nuestro proyecto evita el uso de catalizadores con una reacción a temperaturas mucho más altas, de alrededor de 280º o 300º , lo cual conduce también a presiones más elevadas. Esto, por ejemplo, no es una limitante para las industrias cosméticas que están acostumbradas a trabajar con procesos que ocurren a presiones y temperaturas muy elevadas.»
Por eso, según la investigadora, «la evolución en la industrialización de este tipo de procesos estará muy ligada al tipo de sector que lo compre».
POR PÍA SQUARCIA (PRENSA CONICET)
FUENTE: CONICET/LA NUEVA