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REPENSAR EL PARADIGMA PRODUCTIVO

El Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial (PEA) es un desafío de época. La Argentina ha producido una extraordinaria revolución en su producción agrícola. Hemos pasado de la última década de 60 millones de toneladas de cereales y oleaginosas a 100 millones de toneladas, cubriendo una superficie total de 32.400.000 hectáreas sembradas, con lo cual es necesario repensar el paradigma de la producción y la inserción en el mundo.

Por eso, nosotros planteamos que el Estado en el Plan Estratégico debe recuperar la capacidad de decisión de liderar las estrategias de desarrollo, debe ser la nave insignia como lo está haciendo la Presidenta abriendo y explorando nuevos mercados.

La rentabilidad debe estar proyectada en términos de ciclos de 5 años y no en cosechas anuales. Tenemos que aprovechar la oportunidad para consolidar un capitalismo nacional que salga a ganar esos nuevos mercados en los países que requieren ventas de paquetes tecnológicos y productos biológicos.

El PEA constituye la construcción de metas compartidas. No pretendemos imponerle una idea, un plan de gobierno, ni la suscripción de nuestras políticas a nadie. Lo que estamos convocando es a construir la mirada del desafío que el mundo nos ofrece.

En este contexto, el nuevo humanismo social no es otra cosa que el pensamiento de la doctrina social de la Iglesia. Donde el mercado puede resolver, que opere con toda su dinámica y con toda su capacidad. Donde el mercado no tiene la capacidad para resolver, como es la situación del pequeño y del mediano productor, el Estado tiene que jugar un rol subsidiario, es decir, generar las condiciones para que, quienes son productores, puedan seguir siéndolo: generando condiciones de competitividad y permitir un desarrollo interno, armónico, sostenido y sustentable. Dentro de esta visión, el asociativismo a través de las cooperativas, juega un rol determinante. Es clave en la comercialización y en la producción.

El segundo eje del Plan Estratégico la necesidad de profundizar valor agregado. Debemos dar un salto de calidad y empezar a hablar definitivamente de producciones biológicas. Tenemos que proveer proteínas al mundo.

En la Argentina, hay 40 millones de habitantes y una capacidad para abastecer a una población de 400 millones en el mundo.

La cadena de comercialización pasa a ser una nueva meta de los países productores de alimentos. China e India, al igual que los países de la ex Unión Soviética, son grandes emergentes y Africa aparece como otro de los destinos de nuestra producción.

La bioenergía constituye otro de los ejes de nuestro desarrollo tecnológico. En materia de biodiesel, exportamos el doble que en el 2009.

La mirada con la cual estamos construyendo este PEA es el tránsito que va detrás de la maquinaria para llevar a la góndola. Es decir, ponernos delante de la góndola donde está la demanda y pensar en quién nos compra y dónde están los nichos de alta rentabilidad, lo que se denominan «productos premium».

Debemos propender que la tierra esté en manos de los argentinos. Por eso, proponemos una Argentina que consolide y afiance el derecho a la propiedad que tienen los productores que viven en esa tierra y tienen una situación de regulación dominial inestable.

El valor agregado en origen tiene como meta ofrecerle al mundo productos biológicos y paquetes tecnológicos. Necesitamos la voluntad de todos. El cambio está en nuestra propia mentalidad y esto requiere pensarnos como parte de un destino común.

POR JULIAN DOMINGUEZ PARA LA NACION

El autor es ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación

FUENTE: LA NACION

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