«El punto donde estamos es el principio y no el final»

Monsanto-FraleyCongreso de Aapresid
Robert Fraley, de Monsanto, anticipó avances en biotecnología. Fraley comparó este momento de la agricultura con el inicio de la informática. Foto: Prensa Aapresid

Rosario. «El punto donde estamos con estas herramientas no es el final, sino el principio», afirmó durante su conferencia en el XV Congreso de Aapresid el vicepresidente ejecutivo de Monsanto, Robert Fraley, al referirse a la nueva generación de semillas que tiene en desarrollo la principal empresa de biotecnología agrícola para responder a las demandas mundiales.

Explicó que en los últimos 10 años, sólo dos genes modificados y ampliamente conocidos (RR y Bt) para control de malezas y barrenadores permitieron aumentar la producción de soja y de maíz «con enormes mejoras para los productores y consumidores, pero también con beneficios ambientales por la sustitución de prácticas agresivas para los recursos naturales».

Detalló que para los próximos años están en distintas fases de investigación y algunos próximos a ingresar a la escala comercial «30 a 40» nuevos productos biotecnológicos que posibilitarán saltos productivos en maíz, soja, arroz, algodón y cultivos hortícolas.

La próxima generación de rasgos biotecnológicos hace foco en valores de resistencia a la sequía, óptima utilización del nitrógeno por parte de las plantas y su interacción con el suelo, el ambiente y las características del clima.

El maíz tolerante a sequía pasó del laboratorio a demostraciones a campo con un aumento significativo en los rindes y será lanzado en la próxima década. El propósito es adaptar estos materiales a distintas zonas y reducir, por ejemplo, el costo del riego. «Estamos descubriendo decenas de otros genes que tienen que ver con la sequía», anticipó Fraley.

Ubicó en esta categoría a los que permiten a la planta utilizar mejor el agua y el fertilizante («gen nitrogenado»), que posibilitará un aumento y estabilidad en los rindes a favor de la economía del maíz y también en la de la soja. En el primer caso, se prevé que los promedios de rendimiento escalarán de 10 a 20 toneladas por hectárea.

«Nuestra industria se encuentra hoy en un momento similar al que arrancaron las computadoras en la década de 1960; en ese momento era difícil proyectar todo el avance que se logró después. Lo mismo para la agricultura, la biotecnología va a traer de aquí en más tremendos cambios y oportunidades», destacó Fraley.

Monsanto prepara para lanzar en dos a tres años la soja RR2 Yeld, con una nueva generación de genes apilados para controlar insectos y tolerantes a herbicidas, muy importantes desde el punto de vista de los rindes.

A la vez, trabaja sobre la soja tolerante al herbicida Dicamba, que permitirá ir a una combinación con el Roundup Ready. Otros materiales están enfocados a reducir grasas saturadas en los aceites y con mayor contenido oleico para biocombustibles, sobre las que ya tienen referencias los productores.

En medio de estos anuncios, el alto ejecutivo se refirió a la controversia que la compañía mantiene en el país (donde emplea a unas mil personas en sus plantas) por el reconocimiento de regalías a sus semillas.

«Estamos listos para traer a la Argentina productos que puedan captar valor. Lamentablemente tenemos una dicotomía, pero queremos ser parte de la solución, junto con los productores, acopiadores y el Gobierno para lograr un sistema regulatorio justo y equitativo. Creo que lo podemos lograr y como empresa tenemos un compromiso de aumentar las inversiones», expresó.

Investigación en suelos. En diálogo con La Voz del Campo, el presidente de Aapresid, Jorge Romagnoli, explicó que la Secretaría de Ciencia y Tecnología de la Nación habilitó un desembolso por 3,3 millones de pesos para un proyecto de investigación sobre biología del suelo que lidera la institución.

«Los aportes de la Secyt responden a este proyecto que comenzamos a impulsar un año atrás, como consecuencia de la creación del área prospectiva tecnológica. Uno de los temas centrales es el de biología del suelo, que se comporta como una caja negra y de la cual no conocemos mucho», dijo Romagnoli. Las empresas La Lucía SA (de Monte Buey, presidida por Romagnoli) y Rizobacter SA acompañarán el emprendimiento.

–¿Qué se está haciendo en Córdoba como parte de este proyecto?

–En el campo de La Lucía, en Monte Buey, es donde parten los estudios preliminares de este proyecto, tres años atrás, de los cuales hemos detectado algunos avances que hacen a la calidad de suelos y del manejo de la siembra directa. Junto con Luis Bol, un investigador de la Universidad de Quilmes, hemos empezado a trabajar en este tema. Luego, al percibir la magnitud del trabajo y sus alcances, decidimos presentar el proyecto en la Secyt.

–¿Tiene que ver este proyecto con el interés de certificar créditos de carbono?

–Tiene que ver, porque a partir de los resultados que arroje la investigación vamos a ajustar los indicadores sobre los que se va a hacer el relevamiento para certificar los campos de siembra directa.

Fuente: La Voz del interior

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