Las energías alternativas «se prenden» al crecimiento

energia-solar-eolicaAunque todavía están lejos de su potencial, se incrementa el aprovechamiento de la energía solar y de la eólica. Fuerte demanda del campo, el turismo y la construcción.

En los últimos tiempos la agenda referida a la diversificación de la matriz energética está casi monopolizada por los biocombustibles, pero la energía solar y la eólica son alternativas que reúnen sustentabilidad económica y ambiental, y que todavía no están suficientemente aprovechadas. 

En materia eólica, Argentina sólo tiene instalados 27,7 mega Watt (mW) sobre un parque eléctrico total de más de 25 mil mW (apenas uno por ciento), mientras que en el resto del mundo esa energía crece a una tasa acumulativa anual entre 24 y 32 por ciento. Países como Estados Unidos, España y Alemania ya cuentan con más de 12 mil mW de potencia instalada.

En el país, la generación eólica despegó entre 1992 y 1999, cuando se instalaron las primeras turbinas de gran potencia (600 kW o superiores) en Comodoro Rivadavia, Bahía Blanca y Pico Truncado. Luego, la devaluación y el congelamiento de tarifas afectaron la rentabilidad del negocio.

Por su parte, la mejor época para la energía solar fue entre 1994 y 1999, cuando las telefónicas desarrollaron sus redes colocando gran cantidad de sistemas de telefonía rural, lo que multiplicó las instalaciones de sistemas fotovoltaicos. Después, la caída en la demanda del sector comunicaciones y la falta de incentivos para la inversión privada frenaron la actividad.

Resurgimiento. En los últimos años, el programa Permer, que abastece de energía a áreas rurales dispersas, motorizó la instalación de un buen número de generadores fotovoltaicos (paneles solares) en todo el país y eólicos en la Patagonia. Si bien esa demanda aún no representa el 30 por ciento del volumen facturado a las telefónicas en los años ‘90, sí permitió una cierta maduración del sector, sobre todo en cuanto a energía solar.

Aunque desde 2004 se incrementaron los pedidos por parte del sector turístico, para provisión de cabañas y hoteles, en los últimos años el mayor protagonismo lo tiene el sector agropecuario, para la provisión comunicaciones y vigilancia. «La gente de campo invierte mucho, para aprovisionar cámaras y alarmas», resalta Diego Franco, socio gerente de Giafa, la empresa más antigua del país en el rubro.

La crisis energética también disparó los pedidos y cotizaciones, aunque el incremento en ventas no supera el 20 por ciento respecto de 2006. Hay muchas consultas, pero algunos interesados desisten cuando comparan el costo de los equipos con los precios del mercado eléctrico mayorista y compran grupos electrógenos. «Consideran el costo de capital inicial, en vez de evaluar un proyecto con tasa de retorno a 20 años, como necesitan las energías alternativas», explica Franco.

En la misma línea, Fernando Domato, presidente de Servicios de Ingeniería Domato y Asociados, afirma que «muchos creen que si el equipo no se amortiza en un año y medio no es negocio, pero olvidan que su vida útil supera los 25 años». Aun así, la empresa percibe una demanda creciente, con fuerte incidencia de clientes residenciales y el sector hotelero.

Desde hace tres años, Omar Marozzi, gerente de la sucursal local de Baterías Marozzi, observa un aumento constante de pedidos de pantallas solares y coincide en atribuirlo al buen momento del campo. «Se utiliza no sólo para iluminación de casas, sino también en casillas rodantes para tiempos de cosecha y boyeros para electrificar alambrados. Además, se reemplaza equipos generadores con motor de combustión interna por las pantallas, que no necesitan mantenimiento, no gastan combustible, ni generan ruidos», compara Marozzi. La firma, que también es fuerte en baterías de uso estacionario para equipos de luz y comunicaciones, registra asimismo una demanda creciente por la construcción de cabañas de particulares y complejos para alquiler.

Para Eduardo Cancé, socio gerente de Energétika, gran parte de la actividad está ligada al volumen de licitaciones públicas. «Los principales demandantes son los estados provinciales y la Nación, a través de planes de electrificación de escuelas rurales subvencionados por el Banco Mundial, que debido al alto nivel de inversión que requieren, por lo general están vedados a las pequeñas empresas que se dedican a esta tecnología», afirma.

Por su parte, Néstor Demarco, socio gerente de Alternativa Solar, evalúa que este año la crisis energética aumentó 40 por ciento la actividad, aunque sigue más bien restringida a clientes particulares y zonas donde no hay red de energía eléctrica convencional. «Las empresas normalmente tienen consumos elevados, por lo que necesitarían equipos muy grandes y costosos. En cambio, sí se la aplica en casas de campo, riego y pequeños emprendimientos, como criaderos de aves o viveros», explica.

 Norman Berra Especial
Fuente: La Voz del Interior

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