La crisis energética produce recortes en la provisión de gas en las principales industrias tucumanas: la azucarera y la citrícola. Parte de la solución pasa por copiar los modelos exitosos de Brasil y de Colombia, que usan el bagazo y también la malhoja, para generar energía con la biomasa. Tucumán puede disponer de 3 millones de toneladas al año.
En el país productivo y también en la población en general se están sintiendo los efectos de la crisis energética que se instaló hace un tiempo en la Argentina y en la región y que, para solucionarla, se hace poco o nada.
Las informaciones que reflejan todos los medios afirman que mientras en el mundo las producciones de gas y de petróleo aumentan por las necesidades y suba de los precios de esos combustibles, en nuestro país está ocurriendo lo contrario, ya que cada vez son más las importaciones de estos productos y ya dejamos de ser referente en esta materia que, por muchos años, ubicó a la Argentina entre los principales actores de la región en materia de producción de combustíbles fósiles.
Se estima que en el mundo la producción aumentó en casi cuatro años -desde 2006 a 2009- un 4%, mientras que en el país cayó un 10% en igual periodo
Todo esto repercutió en la actividad cotidiana nacional y por supuesto en la actividad agroindustrial, de la cual Tucumán es un fuerte actor con sus agroindustrias azucarera y citrícola.
Los faltantes de gas natural fueron, son y serán un dolor de cabeza para estas actividades si no se logra revertir la situación de la cual la provincia no escapa.
Informes de la propia Secretaria de Energía de la Nación corroboran una disminución progresiva de las reservas de gas natural argentino, con una proyección que generará grandes dificultades de provisión de este recurso energético en no más de 10 años. Esto va a significar una mayor dependencia de los países que actualmente nos venden su gas, que para el caso de Tucumán y el NOA, es Bolivia, el principal proveedor de hace mucho tiempo.
Actualmente este gas se compra a una tarifa diferencial que está por debajo de los precios internacionales normales, por lo que la situación se complicaría si el precio final llega a valores normales de mercado.
El gas natural que actualmente nos proveen los pozos de gas del norte argentino no alcanza y por eso se recurre al gas boliviano, que suministra diariamente un 25% de las necesidades locales.
Un informe elaborado por el ex ministro de la producción, Franco Fogliata, revela que durante la campaña 2008-2009 los ingenios y las citrícolas tucumanas consumieron 2 millones de metros cúbicos por día, de la cual los ingenios se llevaron la mitad. Si se traduce la cantidad de días que lleva una zafra anual se sabrá cuál es el consumo anual y, por ende, el monto que se debe pagar por el uso de un combustible considerado como adicional para las calderas.
Indudablemente de seguir así y continuar los cortes de suministro de gas al parque agroindustrial tucumano solo repercutirá en las eficiencias fabriles y se encarecerán sus costos . De manera que hay que agudizar el intelecto o «ingenio» para solucionar el problema que tanto dolores de cabeza trae a los industriales y por supuesto a los dirigentes tucumanos.
Desde hace tiempo los ingenios de distintas regiones azucareras del mundo -principalmente del Caribe y luego las industrias azucareras de Brasil- hacen funcionar las calderas de los ingenios sin inconveniente alimentándolas con bagazo y malhoja, para evitar el alto costo de los combustibles fósiles como energía adicional.
Brasil tomó la posta de este uso. El gobierno de Brasilia generó el aporte de fuertes sumas de dinero de organizaciones de las Naciones Unidas y de la gran cooperativa azucarera brasileña, para implementar un programa denominado «Energía generada desde la biomasa del bagazo y malhoja para accionar turbinas de gas».
En 2000, los colombianos siguieron estos pasos y hasta hoy sus industrias continúan con éxito ese camino emprendido con firmeza. Brasil genera en la actualidad con este sistema tanta energía que vende electricidad a las ciudades cercanas a las usinas azucareras.
La malhoja seca que queda como resto de la cosecha de los cañaverales, y que en el caso de Tucumán son quemadas en la mayoría de los casos, tiene un poder calorífico superior al bagazo, que también muchas industrias utilizan, por lo que no sería descabellado usarla como recurso energético.
Lo interesante del uso de la malhoja es que existen logísticas de recolección y de transporte de los desechos de cosecha, y en la que Tucumán no es ajeno (se producen rollos de malhoja para ser usada como alimento suplementario en animales vacunos cuando hay faltante). También hay pruebas en calderas realizadas por la Eeaoc con muy buenos resultados.
El informe del ingeniero Fogliata destaca que la provincia puede disponer de 3 millones de toneladas al año de malhoja bajo un sistema de no quemar a campo los restos de residuos que podrían ser usados como combustible adicional en las calderas, por lo que será necesario disponer de recursos para investigar profundamente esta interesante alternativa.
FUENTE: LA GACETA/TUCUMAN