¿Cómo evalúa Europa el éxito de sus medidas medioambientales? En parte, mediante una nueva y relevante herramienta desarrollada por el Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea dedicada a asegurar que los biocombustibles y biolíquidos europeos cumplen con los estándares globales más exigentes. La metodología se hace eco de las recomendaciones sobre inventarios nacionales de gases de efecto invernadero (GEI) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y es un factor clave en la ficha de puntuación general sobre sostenibilidad europea.
Adoptado por la Comisión Europea en junio de 2010, el sistema mide los cambios en la cantidad de carbono que se almacena en el suelo y la biomasa debido a las alteraciones que provoca la producción de biocombustibles en el suelo. También ayudará a las autoridades a determinar si los biocombustibles (tanto los producidos en la UE como los importados) contribuyen a reducir las emisiones de GEI y proceden de fuentes sostenibles.
El mayor empleo de energía procedente de fuentes renovables, el ahorro energético y el aumento de la eficiencia energética, son medidas necesarias para reducir las emisiones comunitarias de GEI y cumplir con el Protocolo de Kioto de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
No obstante, el cálculo del ahorro de GEI es un proceso complejo. Los sistemas de medición deben contemplar varios aspectos, como los fertilizantes o plaguicidas utilizados en la producción de biocombustibles y el combustible consumido por tractores y otro tipo de vehículos en el proceso.
La legislación comunitaria obliga a los Estados miembros a cumplir con objetivos nacionales en materia de energía renovable. En la Directiva 2009/28/CE se afirma que los biocombustibles deben aportar un ahorro de GEI de al menos un 35% (en comparación con los combustibles fósiles), porcentaje éste que debe aumentar hasta el 50% en 2017 y hasta el 60% (para biocombustibles procedentes de nuevas plantas) en 2018.
La nueva metodología es una de las formas de las que dispone la UE para medir su progreso hacia la consecución de dichos objetivos. La Comisión Europea también utilizó este sistema para decidir sobre sus directrices relativas al cálculo de los depósitos de carbono del suelo.
De hecho, el JRC ha proporcionado un apoyo científico y técnico considerable a la Comisión, como por ejemplo mediante el diseño de procedimientos y medidas prácticas para el cálculo de emisiones de GEI de distintas opciones de producción de biocombustibles y biolíquidos y la definición de las capas de datos sobre regiones climáticas y tipos de suelos (según las especificaciones del IPCC).
La Comisión Europea invita ahora a industrias, gobiernos y organizaciones no gubernamentales (ONG) a que implanten voluntariamente métodos de certificación de la sostenibilidad de los biocombustibles y obtengan la aprobación comunitaria. Entre los requisitos se encuentra la contratación de servicios de auditores independientes que inspeccionen el conjunto de la cadena de producción. La Comisión ha redactado directrices para impedir que este proceso de auditoría resulte fraudulento.
El JRC es el «brazo investigador» interno de la Comisión Europea y posee siete institutos ubicados en cinco países. Su Director General, Roland Schenkel, presentó recientemente la estrategia 2010-2020 del JRC en la que se establece su nuevo planteamiento para convertirse en un proveedor solvente de opciones políticas de carácter científico dirigidas a los responsables políticos de toda la UE y abordar los problemas clave de la sociedad.
FUENTE: CORDIS EUROPA