“Quise probar un nuevo cultivo como alternativa al trigo”, dijo Roberto Barcelona, un productor de Guerrico que desde hace tres campañas viene produciendo con éxito la oleaginosa invernal, cada vez más adoptada en el norte bonaerense.Mientras la cosecha gruesa va llegando a su fin en gran parte de la región agrícola núcleo -con muy buenos resultados- las perspectivas para la venidera campaña fina 2010-11 no son las mejores.
Las políticas intervencionistas del Gobierno sobre la producción de trigo perjudican el negocio y provocan desánimo, desinterés y desconfianza en el productor, que en muchos casos ni piensa en cultivarlo este año.
Otros, más tradicionales, lo implantarán por la necesidad de incluirlo en la rotación y seducidos por la recuperación hídrica del suelo que permitirá este año producir trigo con alto potencial de rendimiento. De ese cóctel, se especula con que el área de siembra se incrementaría sólo en un 20-25% respecto al ciclo 2009-10, que por lejos fue el peor en 100 años.
En medio de este contexto hostil para el cereal, aparecen beneficiadas otras alternativas de producción invernal, como por ejemplo la colza, que este año puede iniciar un importante despegue, luego de haber superado los problemas de manejo, variedades y comercialización. Además, la menor retención que sufre su exportación respecto a los commodities (10%), su aceite de excelente calidad, el avance de la producción de biocombustibles y su buen precio actual (en el mercado ronda los 300 dólares la tonelada), hacen que esta oleaginosa, que tiene un potencial productivo de 50 quintales por hectárea, sea una opción tentadora y cada vez más utilizada, incluso en la zona agrícola núcleo.
“Cada año aumento la superficie de siembra”
Para conocer la experiencia de un productor del partido de Pergamino que desde hace tres temporadas realiza con éxito el cultivo de colza, en el extremo norte bonaerense, una zona donde cada vez más productores optan por la oleaginosa invernal, Nuevo ABC Rural visitó su establecimiento ubicado sobre la RN 188, a 40 kilómetros de la ciudad cabecera y a cinco de la localidad de Guerrico.
Se trata de Roberto Barcelona, quien junto a un lote de maíz ya cosechado y que destinará a la siembra de colza -retrasada dos semanas por las lluvias ocurridas a mediados de abril -, dialogó sobre el manejo empleado en sus cultivos durante las tres temporadas, el resultado obtenido y sus perspectivas para la campaña entrante.
“Uno hace las cosas por rotación y economía, y por curiosidad quise probar un nuevo cultivo como alternativa al trigo, que desde hace un tiempo es demasiado complicado producirlo”, expresó Barcelona. “El primer año sembré 20 hectáreas de colza; entonces tenía un valor extraordinario, la vendí a 540 dólares la tonelada y obtuve un rendimiento promedio de 23 quintales por hectárea, o sea que el negocio me cerró muy bien”, recordó con entusiasmo, y en consecuencia, en las sucesivas campañas fue incrementando la superficie de siembra.
“El anteaño pasado a pesar de la sequía obtuve 14 quintales por hectárea; en la siguiente, sembré 90 hectáreas y saqué 21 quintales, a pesar de que cayó piedra y tuve la colza cortada 32 días en la gavilla con 200 milímetros de agua porque no se podía entrar a cosechar”, comentó el productor de Guerrico. Remarcó que a pesar del largo tiempo que las plantas estuvieron en la gavilla, las chauchas no se abrieron. “Sólo provocó que las palomas se comieran las semillas, lo que explica un rendimiento (21 quintales) menor al esperado; podrían haber sido más, porque el clima acompañó muy bien”, lamentó.
La semilla, el insumo más costoso
Entre los insumos utilizados, Barcelona indicó que el más costoso es la semilla, restándole importancia al resto, manifestando que son muy similares a los de los cultivos tradicionales.
“Siempre sembramos materiales de Sursem, la variedad 2797 que se adapta muy bien a la zona. Colocamos 5 kilos de semillas por hectárea, a una distancia de 17 centímetros entre hileras (puede implantarse hasta 45-52 cms), con una sembradora alfalfera contratada y aplicamos unos 80 kilos de fósforo y 120 kilos de urea por hectárea, el promedio habitual para un campo tipo de la zona. Todo a la siembra”, remarcó.
Barcelona recordó que la siembra de colza se realiza “desde mediados de abril hasta mediados de mayo, unos 35 días de tolerancia, porque en ambientes (suelo) secos, como ocurrió la campaña pasada, si se retrasa la implantación, una vez entrado el invierno el cultivo se hiela en sus primeros estadíos”, subrayó.
De todas maneras, según Barcelona la abundante humedad que presenta hoy el perfil del suelo, permitirá que la semilla germine y la planta nazca sin problemas a pesar de las heladas del invierno. “Este año podremos sembrar sin problemas luego del 15 de mayo, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado”, aseguró.
Control de malezas, insectos y enfermedades
Respecto al control de malezas, el productor de Guerrico dijo que “si bien se pueden aplicar herbicidas en preemergencia, al crecer muy rápido la colza ejerce un control biológico sobre las malezas, dominando el ambiente, mientras que las especies estivales mueren por las heladas”.
En cuanto a insectos, señaló que el año pasado de los dos lotes sembrados, sólo tuvo que aplicar insecticida en uno para combatir una variedad de mariposa. “Pero hay que tener mucho cuidado en la fumigación, ya que se puede perjudicar tanto a su especie benéfica, como a las abejas (se aplica cuando duermen) de las colmenas de apicultores que cada año me piden colocarlas a la vera del lote para aprovechar la gran cantidad de flores que ofrece la colza en floración”, destacó el entrevistado, en referencia a otra de las bondades del cultivo.
Sobre las enfermedades también subrayó que los problemas son pocos.
“Puede aparecer una llamada Poma, que ataca el cuello de la planta prácticamente cuando nace, para luego volcarse, una afección que el año pasado la tuve sólo en un lote”.
Cosecha de colza y siembra del cultivo antecesor
A la hora de referirse al sistema de cosecha empleado, Barcelona manifestó que la colza se puede recolectar en planta, o bien hilerarla formando gavillas, que luego se trillan como el lotus o el trébol blanco, lo que permite adelantar la cosecha, al secarse más rápido la planta. “En ambos casos se utiliza cualquier máquina convencional con plataforma grande, que en el caso del hilerado ‘levanta’ dos gavillas por vuelta”, apuntó.
Asimismo, señaló que la colza se recolecta en noviembre, ‘entregando’ el campo en el momento que comienza la siembra de soja de primera, evitando esperas prolongadas para la implantación del “oro verde”.
En ese sentido, remarcó que “se debe tener el recaudo de sembrar temprano el cultivo antecesor, ya sea soja o maíz, para que libere el lote lo más anticipado posible y poder implantar la colza a partir del 10 de abril, como las que ya se sembraron temprano este año en la zona, aunque la gran mayoría sufrió el planchado del suelo luego de las intensas lluvias”.
FUENTE: AGRO ARGENTINA/COLZA