Argentina necesita cada vez más al mercado español, quiere destinar a él casi el 30% de sus 1,8 millones de toneladas.
El nuevo Plan de Petrobrás pasa por España: querría destinarle hasta un 30% de la producción de la nueva fábrica en Portugal con Galp
Ana Zarzuela.- Miraba desde la distancia los planes de Lula da Silva de hacer de Brasil la ‘Arabia Saudí’ de los biocarburantes. Y ahora Cristina Fernández le pisa las huellas: quiere para su país los galones de cuarto productor y primer exportador de biodiésel, a pesar de ser casi un recién llegado.
La industria y la diplomacia comercial brasileña y argentina afinan sus pinzas, ambas con el mismo mapa, el del Viejo Continente y sus atajos ibéricos. Argentina necesita cada vez más al mercado español: incrementó un 1.300% las exportaciones a la UE en un año y el 60% de su producción de los próximos meses irá a exportación, casi un 30% de sus 1,8 millones totales buscarán traspasar los Pirineos. Las batallas diplomáticas llaman a las puertas de Moncloa para que acelere el tratado de la UE con Mercosur, aunque Bruselas no confía en concluirlo ahora y sopesa, al contrario, fórmulas para aplicarle al biodiésel argentino aranceles antidumping similares a los que ya encajó el estadounidense este año. En España, las importaciones incentivadas en origen copan más de la mitad de un mercado con los productores locales a menos del 60%. Las escaramuzas empresariales las viste de color ibérico desde Brasil Petrobrás. Mientras llega su desembarco en el accionariado de Galp, ha decidido acelerar los planes a cuatro manos con la lusa. El proyecto de Sines será su primer paso en la producción directa en el Sur de la UE. Y el mercado español -en el que Galp tiene ya un 10% de biodiésel- está llamado a recibir un 30% de su producción.
Argentina se mira en su ola de los combustibles verdes, una reciente (sólo produce biodiésel desde 2007), que se ha incrementado en un 200% en sólo tres años, alimentada al calor de la expectativa del 10% de mezcla obligatoria en los planes 20/20 de los transportes de la Unión Europea y de los 35 millones de toneladas anuales que Buenos Aires y Brasilia esperaban (al menos en los planes que barajaban hasta este semestre) colocar en los mercados de los Veintisiete antes de una década. La Casa Rosada y el sector nacional intenta vestirse la piel de gigante de la producción y la exportación mundial del biodiésel. Pero lo han hecho, hasta ahora, en los mapas prestados del mercado europeo, que han recibido el 86% de su producción total (hasta marzo de hecho todo se exportaba) y a los que ha pasado a destinar 400.000 toneladas de biodiésel en 2009. Son los mercados a los que espera dedicar más de 1,3 millones desde este año, un 20% del total que toda Europa produce y cuatro veces la producción española del último año. Las mismas latitudes en las que Lula da Silva busca consumar su ‘revolución del etanol’ y estirar, además, las costuras de su producción en biodiésel, ahora que Petrobras se ha lanzado por primera vez a la producción y exportación de biodiésel. Pero Lula y los Kirchner chocan, con sus ‘revoluciones verdes’, contra mucho más que los muros de su propia competencia en el sur del continente americano.
Argentina exportó 800.000 toneladas de biodiésel a la UE entre enero y noviembre de 2009, frente a las 70.000 de todo el año 2008. Y aunque, después de incrementarse en un año un 235% la venta al exterior, ya en abril las exportaciones al Viejo Continente se desaceleraron un 30% al calor de la introducción del ‘corte’ obligatorio al 5% para el mercado local, la Casa Rosada y los planes del ministro De Vido se han subido a la ‘burbuja’ de la bioenergía, hasta el punto de multiplicar por diez la producción. Sólo 800.000 toneladas -como mucho un 40% del total- tienen apellidos argentinos, el resto pasan por sus medallas exportadoras. O darán con sus pretensiones en los almacenes de las 12 grandes empresas locales que copan ya el 90% de la producción argentina. En la tierra del tango hay esta vez ya tantas prisas como dudas para una industria con costes de explotación muy altos y que, para ellos, está hasta ahora muy ligada a la geopolítica. Por eso el sector de la soja y los fabricantes de biodiésel tienen todos sus expectativas puestas en los mercados europeos y en su hasta ahora ‘oasis’ ibérico, pero todos sus miedos residen ya en manos de la diplomacia comercial argentina.
Para empezar, los desencuentros de la administración de la presidenta Fernández con el gobierno de Pekín ya han provocado que el gigante asiático, que acapara el 45% de la soja argentina, se niegue este mes a seguir comprándolo y ponga en cuarentena las importaciones de biodiésel de un mercado que aspiraba a ser el mayor del mundo, con el 24% de sus vehículos a gasoil y que necesitará antes de 2015 12 millones de toneladas de biofuel. Hasta ahora era el exceso de demanda y el auge de precios el que afectaba colateralmente al mercado de biocombustibles locales. Si la ‘guerra de la soja’ con China le dobla el brazo al mercado argentino, sus productores necesitarán aún más vías de salida del biodiésel: hasta ahora, para el combustible se utiliza el aceite de semilla que representa el 20% del grano, mientras que el 80% restante se puede destinar a harina o alimentación. Los productores argentinos tendrán que hacer frente a ese conflicto y a la posible sobreproducción y caída de precios, además, en plena guerra comercial con Berlín. El gobierno de Angela Merkel (después de un trimestre en 2010 en el que las importaciones de biodiésel argentino se dispararon un 200%) estudia cómo entrecerrar las puertas al biodiésel argentino en su segundo mejor mercado de la UE, después de España. Si los muros pekineses y berlineses cumplen sus promesas, la Casa Rosada estará abocada desde este semestre a reconocer el sobrestock de soja y de biodiésel. Y con él, las urgencias de intensificar sus mercados.
RECELOS DE BRUSELAS Y LA INDUSTRIA ESPAÑOLA
Por eso, para Argentina y los planes de su biodiésel, el final de 2010 será ‘susto o muerte’. Si esperaba poder encontrar en el Acuerdo UE-Mercosur un nuevo sitio para su soja y -quiza, sólo quizá- para su biodiésel, ahora ya sabe que ni lo uno ni lo otro. Ni para el etanol brasileño, mucho menos consumido en la Unión. No lo será, desde luego, en el corto plazo. Aunque la Cumbre UE-América Latina de Madrid sirvió para desbloquear unas negociaciones congeladas desde 2004, es la propia ministra Espinosa la que, después de una semana de presiones de Alemania, Francia y Polonia sobre todo, ha tenido que prevenir que no habrá acuerdo hasta dentro de meses, años quizá. Y nunca “nada que perjudique a la agricultura de los Estados miembros de la UE”. Ni en Bruselas, ni en París y Berlín se han tomado bien la decisión -casi “unilateral” dicen fuentes de la diplomacia comunitaria- de relanzar el proceso sin una consulta previa.
Y sobre la mesa de la Comisión Europea pesa aún un reciente informe que alerta, literalmente, del “riesgo de “granes pérdidas”, en particular para el porcino, el vacuno y la soja. Esta vez no serán sólo -que también- las amenazas del sector bioenergético español y de la industria europea de biodiésel- representada por la patronal europea EBB, los que prometen ponerle muros al desembarco de los productos americanos en la Unión: ni en el sector español ni en el conjunto del europeo están dispuestos a digerir las ventajas dirigida de un mercado en el que si ya los impuestos a la exportación de soja son del 32%, los productores de biodiésel sólo un 14%, un subsidio encubierto según los productores comunitarios. Nada que quieran aceptar, no de brazos cruzados.
Ni Lula ni Cristina Fernández esconden ya que sus expectativas esta vez llevan los apellidos de Moratinos y de Zapatero, al menos para que no prospere la propuesta del Elíseo y los productores franceses liderados por Tereos (que produce el 30% del consumo europeo) de colocar en el mismo grupo al biodiésel argentino y el etanol brasileño y gravarlos con nuevas tasas de entrada, al menos con barreras temporales que le impidan de facto ir más allá del 5% de la producción que consumen los Veintisiete. Para Angela Merkel y Nicolas Sarkozy es ya un asunto de Estado. Junto con la EEB han pedido vigilancia a la UE y a la oficina europea para la lucha contra el fraude (OLAF) y una queja por dumping ante la OMC. Ya lo consiguieron desde marzo de 2009 con los nuevos aranceles antidumpimg y antisubsidios a la penetración de biodiésel norteamericano, que había llegado a copar más del 50% de los principales mercados del continente, entre ellos el ibérico y que en los dos últimos trimestres de 2009 vio caer un tercio sus ventas a mercados europeos. Justo las grietas por las que el biodiésel argentino (obligado además a casi detener sus exportaciones a EEUU, que en la mayoría estaban dedicadas a reexportarse a la UE) se hizo fuerte hasta ocupar dos tercios del 71% del mercado español que ha estado en 2009 en manos de biodiésel importado directamente (a precios subvencionados en origen más baratos que la producción local) y que los productores españoles quieren ahora retomar.
Y es que, como denuncian las patronales y las principales empresas españolas, la mareada de biodiésel argentino ha puesto en peligro a parte del tejido productivo español y se hace fuerte aprovechando una política española en biocarburantes con lagunas. El dumping y la erosión de las importaciones subvencionadas a bajo precio desde los EE UU coparon durante 2008 y parte de 2009 la mitad del consumo y han lastrado hasta ahora el despegue de los biocombustibles en España y nutren las distancias entre la capacidad instalada de biodiésel, que en 2008 fue de más de dos millones de toneladas, y la demanda del mercado local, que no llegó a 600.000 toneladas. Un horizonte que ni la reforma de la ley de la Ley de Hidrocarburos y el desarrollo posterior de la orden desde el 1 de enero de 2009 (con la obligada la mezcla de un 3,4% durante el presente ejercicio y del 5,83% en el siguiente) ni las medidas antidumping y antisubvención aprobadas hace un año por la Comisión Europea han podido aún revertir por completo.
Como denunciaban en El PAIS representantes de Entaban -la segunda planta con mayor capacidad instalada en Galicia, con capacidad para 200.000 toneladas- ha llegado un momento en que resulta más eficiente adaptar las plantas para almacenar directamente las importaciones de producto acabado que procesar aquí el aceite de palma de Malasia o soja de Brasil y Argentina para producir el biodiésel. El 80% del coste lo suponen las materias primas. La Planta de Infinita Renovables en Ferrol estaba hace un mes al 40% de su techo, seis meses después de haber empezado a producir. Según datos de APPA Biocarburantes, durante 2008 la mitad de las 36 plantas abiertas en los últimos años estaban paradas a pesar de haber invertido más de 600 millones de euros en el sector. Y durante 2009 la mayoría operaron muy por debajo de su capacidad. Lo sabe Abengoa, con el proyecto de una planta de bioetanol en Andalucía en stand by. El sector espera ‘buenas nuevas’del Ministerio de Industria, de la UE o el mercado. El 2011 iba a ser según sus cálculos el de la recuperación y el despegue al calor de los aranceles antidumping con EE UU y de los nuevos objetivos en mezcla de biocarburantes para el transporte. Pero, los datos aportados este mes por la CNE española revalidan que los biocarburantes cumplen por los pelos y gracias al biodiésel. Nada que anime al ministerio de Miguel Sebastián a incrementar antes de tiempo los niveles obligatorios de nuevo.
PETROBRÁS y GALP REDOBLAN SU APUESTA AL MERCADO ESPAÑOL
Si Argentina busca en España el mayor mercado para sus exportaciones, Lula no se resiste a intentar horadar nuevas grietas ibéricas. Ni los acuerdos con Pekín para producir con Petrochina y distribuir en mercados asiáticos ni las expectativas de canjear la ‘paz del algodón’ con Washington a cambio de algún guiño al etanol brasileño son suficientes para sus galones, las inversiones previstas y el horizonte de su producción. A la fuerza ahorcan: más de un tercio de los planes del segundo productor mundial y primer exportador de etanol requieren del mercado exterior, más aún ahora que ni los precios (un alza del 20% en cinco meses), ni la liquidez acompañan a los 25.000 millones de dólares de inversión prevista y que ver el techo a su mercado doméstico, ya el 90% de los coches vendidos son híbridos y ya siete de cada diez coches utilizan carburantes ‘bio’, un 27% del parque tiene el sistema flexi fuel y el etanol es el 51% de todos los combustibles utilizados. Además, Por primera vez en treinta años, Petrobrás ha tenido que importar gasolina: no sólo las ventas al exterior han caído más de un 40%, sino que el alza de los precios del azúcar -a niveles sólo alcanzados en 2007- ha llevado a los productores locales a darle la espalda al etanol, a los consumidores a reducir su consumo en Brasil (un 25% en enero) y al Gobierno a reducir el peso obligatorio de la mezcla del etanol en la gasolina de un 25 a un 20%. Por primera vez, se prevé que las exportaciones caigan por debajo de los 3.000 millones de litros a mediados de 2010.
Lula se embriaga, ha convertido a Petrobras en el abanderado de su diplomacia comercial ‘verde’ y fija el horizonte de sus expectativas: invertirá hasta 2013 2.400 millones de dólares sólo a expandir el etanol y los biocombustibles, con el objetivo oficial de producir en 2013 3.900 millones de litros. Acaba de desembarcar con 950 millones de dólares en en Açucar Guarani -una de las mayores brasileñas en producción de caña y etanol- y prevé duplicar la producción de su principal planta de biodiésel, en Baia, hasta llegar a 217,2 millones de litros por año, cuatro veces más que en sus primeros pasos, casi la mitad de todo el biodiésel que llevará los apellidos de Petrobras. Sólo tiene ojos para el horizonte que ilumina sus expectativas: un crecimiento de los biocombustibles del 200% en sólo seis años. La ‘revolución’ de los biocarburantes de Lula tiene planes, inversiones y desde ahora la mano abierta al desembarco de multinacionales, pero necesita cada vez más mercados y aliados para la producción.
En Planalto saben que será el ahora o nunca para un nuevo acuerdo comercial con la UE, miran a Moncloa, buscaban haberlo sellado de la mano de Jose Sócrates -su mejor aliado entre los Veintisiete- pero no se pudo. Menos aún en el seno de la última ronda de negociaciones de la OMC (donde Lula aspira a que los biocombustibles brasileños sean incluidos en la categoría de «productos ambientales» del Nuevo Tratado sobre Comercio Global), a pesar de que Meter Mendelson le ofreció entonces exportar más etanol -1,4 millones de toneladas anuales a un arancel menor que el estandar del 40%) para desbloquear el conjunto de los pactos. El presidente brasileño ha hecho una bandera propia de sus biocombustibles desde que en 2008 anunció que buscaba en Portugal, Francia o España aliados para la producción local que le permitiera un acceso sin aranceles a los mercados locales. España -líder europeo en consumo de bioetanol y el quinto en producción de biodiésel- estaba llamada a ser la tierra de las oportunidades para los planes del biodiésel brasileño, una alfombra roja con la que despejar la producción y aprovechar las grietas del primer productor y consumidor mundial de biodiésel -la UE produce el 75% mundial-.
Pero los muros del mercado español y los recelos de los supuestos aliados españoles han pesado más al sur de los Pirineos. Los estrategas de Petrobras eran los primeros en reconocer que los muros antidumping reforzados por la UE desde 2009 y las asfixias del sector nacional -con plantas a menos del 60% de su capacidad- no eran el escenario más cómodo. Lula da Silva acudió en persona a la Cumbre Empresarial con la UE de Madrid el 17 de mayo y a las puertas de sus futuribles socios, con la esperanza de desbloquear sus recelos. Pero otra vez ha recibido el repudio de los inversores españoles: no habrá nuevos socios para Petrobras. El Presidente brasileño se rinde: “Portugal es la puerta a su energía para la UE”, proclamaba en su periplo oficial. El órdago del biodiésel brasileño pasa por el mercado ibérico, el presidente brasileño acaba de proclamarlo “estratégico”. Y es que en el Palacio de Planalto sospechan que el desembarco en el Viejo Continente será por un puente surcado de aranceles, salvo que llegue de la mano de socios locales con los que esquivar los muros comerciales y fiscales para su biodiésel, diversificar, ahorrar, compartir riesgos, establecer plantas de producción en suelo europeo y hacerse con una catapulta con la que esquivar los aranceles. A falta de un arco de triunfo francés o español, a la vista de la competencia y de la sombra de la planta de Calahorra, el mayor productor mundial se cuela por las grietas de las alianzas lusas: sólo Galp se ha prestado a pasear a cuatro manos con Petrobrás la peana del biodiésel por los mercados de la Vieja Europa.
Hasta ahora, sólo la lusa podía colgarse los galones de socia productora con Petrobrás y embajadora de su revolución verde en el Viejo Continente. Lo suficiente para que Petrobrás vea en ella -y en la posibilidad de la compra de una mayoría de control- un horizonte energético mucho más amplio que el de sus hidrocarburos. La portuguesa se hace querer, no hay nada formal sobre la mesa para el 33,3% que Eni posee en el gigante luso y no puede haberlo hasta enero de 2011, cuando venza el blindaje del pacto de accionistas sellado en 2005 para no alterar su peso en el accionariado sin consenso. Pero en la mesa de Sergio Gabrielli -el presidente de Petrobras- y en la del Grupo Amorim y la angoleña Sonagol (que controlan otro tercio), con permiso del presidente Jose Sócrates y el 7% que tiene el Estado portugués en la petrolera amasan ya nuevas bitácoras conjuntas. Mientras llega un desembarco del gigante paraestatal brasileño en Galp por la puerta de Eni -ya el Gobierno luso ha admitido que este año debe ejecutar la “alienación” de las acciones públicas de Galp y de EDP este año “si se dan las condiciones”- Petrobrás y Galp acaban de ultimar formalmente el bautismo de su proyecto del puerto de Sines. La alianza en biocombustibles entre el gigante brasileño y su par luso no era ya ni un secreto ni una novedad: Por primera vez, Petrobrás producirá en territorio ibérico, en esa nueva fábrica 160 km al sur de Lisboa, biodiésel vegetal a base de aceite de palma brasileño con destino a los mercados del Viejo Continente.
Sólo los flecos fiscales que el primer ministro Jose Sócrates no acaba de despejar para el biodiésel de segunda generación en Portugal y las dudas regulatorias han ralentizado hasta ahora el despegue de ese proyecto. Y, de nuevo, no es otro que el mercado ibérico el destinatario de sus 250.000 toneladas de producción al año. De ellas, al menos un 30% deberían llegar a España si los planes de Gabrelli se cumplen: ya Galp tiene en su mano el 50% del mercado portugués del biodiésel y el 10% del español y aspira a inundar este lado de la frontera con el ‘Proyecto Belén’. El mercado luso, con la incorporación del 7% de biodiésel ya vigente tiene más cerca su techo. Sócrates no tiene prisas, es posible que espere ya al 12% que la Comisión Europea esperaba comprometer a partir de 2020 -un horizonte que ahora ya no está tan claro entre los Veintisiete-.
EL CONSUELO CANARIO
Lula y la industria brasileña ahora tratan de conjurar por otros atajos las ‘maldiciones’ españolas para su etanol y su biodiésell. La de las inversiones, con los planes del brasileño Mario Garnero -el presidente de Brasilinvest y del Foro de las Américas- para un hub tecnológico en la ciudad del Turia, que albergará además su central para sus panes energéticos europeos y será -Garmero dixit- “la puerta de entrada a Europa para la importación de biocarburantes brasileños, sobre todo etanol”. Y desde la visita del presidente de la Cámara de Comercio de Brasil en España, el Ejecutivo brasileño no oculta que busca de Canarias y sus empresas mucho más que nuevos acuerdos en la PAC brasileña y sus infraestructuras. Esperan antes de cinco años haber hecho de las islas una plataforma no sólo de sus inversiones sobre todo energéticas en África -el que Brasil ha empezado a convertir en su segundo campo de producción mundial de biocombustibles- sino un ariete para poder penetrar con productos brasileños (incluso los generados en territorio africano por empresas cariocas) por fin “sin obstáculos” desde la Zona Especial Canaria (ZEC) al mercado europeo, al menos al ibérico. Al fin y al cabo ya han cruzado sus expectativas en Angola y en Senegal, el que el propio Ministerio de Economía español descuenta que será en menos de una década el “granero del biodiésel de Europa”, con una producción de más de 600 millones de litros al año.
Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Mali, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo tienen ya en marcha programas de producción de etanol de sello brasileño y padrinazgo británico que Brasilia espera destinar al mercado de la UE. En Ghana se ha inaugurado una delegación permanente de la Embrapa para supervisar los proyectos lanzados en la región. Y la constructora brasileña Constran ha invertido más de US$300 millones en la infraestructura necesaria para procesar anualmente entre 150 y 180 millones de litros de etanol a partir de la caña que se recoja en 30.000 hectáreas cultivadas. A Canarias -con empresas en cabeza como Yacar Green Power y Promegal y Petrobrás los ha empezado a hermanar ya Dakar y la jatrofa, una planta de producción más barata que el etanol y el biodiésel americanos, que comenzarán a producir en cuanto el Ejecutivo consume su nueva Ley de Renovables.
FUENTE: ICNR/ESPAÑA/SPAIN