Madrid, 27 abr (EFECOM).- La organización ecologista Greenpeace ha propuesto la integración de los vehículos eléctricos y de las redes eléctricas inteligentes para alcanzar un sistema cien por cien renovable.
Así lo ha formulado en la jornada «Vehículo eléctrico y redes inteligentes frente al reto del cambio climático» celebrada en Madrid y organizada por Greenpeace, para vincular el desarrollo de las redes eléctricas inteligentes y el vehículo eléctrico con el fin de crear sinergias entre ellos y llegar a cubrir la totalidad de la demanda de electricidad con energías renovables para antes de 2050.
En la apertura de la jornada, el director Ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, ha asegurado que «necesitamos un nuevo sistema eléctrico y de transporte, más inteligente, en el que aprovechemos con la máxima eficiencia las fuentes de energía limpias de que disponemos y abandonemos lo antes posible las energías sucias. Estamos demostrando que las barreras no son técnicas, sino políticas».
Para orientar el debate, Greenpeace presentó dos informes: La infraestructura necesaria para salvar el clima y Electricidad verde para los coches eléctricos-Desarrollo de recomendaciones políticas para aprovechar el potencial climático de los vehículos eléctricos.
Entre las conclusiones de estos informes destacan que Europa podría disponer de un suministro eléctrico fiable a todas horas, con un 90% de electricidad renovable en 2050 y sin ninguna necesidad de recurrir a centrales térmicas de carbón ni nucleares, gracias a la conexión de redes inteligentes locales y regionales con una súper red de alta tensión.
De igual forma, construir redes inteligentes es una enorme oportunidad de negocio, especialmente para las compañías de tecnologías de la información. En Europa la inversión anual necesaria sería de alrededor de 5.000 millones de euros, menos de 5 euros al año por hogar.
En los informes se considera que la electrificación del transporte es un paso importante para la mejora de la sostenibilidad del sector y ha de garantizarse la introducción de vehículos eléctricos inteligentes, que se recarguen con energía verde a través de una red eléctrica inteligente.
La implantación de límites legalmente vinculantes más ambiciosos a nivel europeo a las emisiones de CO2 de todos los vehículos actuaría como impulso automático a la electrificación del sector del transporte.
López de Uralde planteó, además, que se está asistiendo en este momento a un ataque sin precedentes contra las energías renovables, dirigido a cuestionar su credibilidad, para tratar de poner freno a su crecimiento.
Estos ataques obedecen a los intereses de las empresas ancladas en las energías sucias, y en el caso de España proceden de las grandes eléctricas, que ante todo no quieren que los beneficios del suministro eléctrico vayan a otras manos, ni están dispuestas a admitir más renovables que vayan en detrimento de sus centrales de energía sucia.
Es inaudito que el Gobierno del país que ostenta la Presidencia Europea, que dijo que daría prioridad a las renovables, esté protagonizando el mayor ataque que éstas han sufrido, poniéndose en manos de los intereses de las energías sucias como la nuclear, el carbón o el gas, según Greenpeace.
En su opinión, las fuentes de energía renovable generan beneficios económicos, ambientales y estratégicos probados: reducen el coste de generación del sistema, ahorran importaciones de combustible y disminuyen la dependencia energética del exterior; son la principal herramienta de reducción de emisiones y generan más empleo que ninguna otra fuente de energía.
Estos beneficios superaron en 2008 en cuatro veces los costes que conlleva el sistema de apoyo a las renovables y, sin embargo, dijo, estos beneficios no aparecen en las cuentas del Ministerio de Industria, ni se mencionan.
Las fuentes de energía sucias (en especial el carbón y la nuclear) sólo han sido posibles gracias al patrocinio y subvención histórica del Estado.
Una vez el carbón ha sido derrotado por las renovables, el Gobierno pretende forzar su utilización creando unas primas que podrían costar 2.000 millones de euros al año a los consumidores, según la organización ecologista.
Gracias al crecimiento de las renovables, las centrales nucleares se podrían cerrar mucho antes de lo previsto, y alargar la vida de centrales amortizadas e innecesarias es una inmensa subvención y, sin embargo, según Greenpeace, el Ministerio sólo cuestiona las primas a las renovables. EFECOM
FUENTE: TERRA ECONOMIA