Con el avance de la ciencia y la tecnología, la actividad humana se concentró en el desarrollo genético de un pequeño número de materiales. Esta concentración de la actividad económica no fue casual, sino producto de las ventajas comparativas susceptibles en ser convertidas en ventajas competitivas que presentaron dichos materiales.
Por un lado, están las cuestiones técnicas, pero por otro, las económicas. El factor tierra es escaso y, como tal, debe enfocarse a producir aquella materia prima que tenga demanda fluida. Con el crecimiento del negocio de los biocombustibles comenzaron en nuestro país a ser corrientes planteos de diversificación de las fuentes de materias primas, en especial para evitar un mayor crecimiento de soja.
En muchos casos asistimos a la exteriorización de análisis poco profundos, basados más en una expresión de deseo que en fundamentos reales. Entonces, resulta imperioso tomar la cuestión con toda la seriedad del caso y obrar en consecuencia.
Si el objetivo es producir materias primas agrícolas aptas para la producción de biocombustibles con independencia de las que hoy tenemos, en primer lugar hay que considerar que tendría poco sentido competir en el uso de las tierras con la producción actual.
El desafío consiste en desarrollar materiales que puedan ser utilizados en zonas que hoy están fuera de la producción agrícola. Y para superar este desafío, estamos muy atrasados.
Se requieren políticas públicas de largo plazo, que coordinen acciones de las distintas áreas de Estado y organismos públicos y privados competentes.
Diagnóstico Muchas son las cuestiones críticas a tomar en cuenta en el desarrollo de estas políticas, por ejemplo:
Desde lo microeconómico , proyectar la demanda futura de biocombustibles y establecer distintos escenarios posibles, para predecir la evolución que debería tener la oferta de los mismos y, por ende, los requerimientos de materias primas para su producción. Es necesario conocer distintas tecnologías de producción para desarrollar materiales compatibles.
Proyectar la distribución de la localización del complejo de producción de biocombustibles. Se ha creado un concepto respecto a que se puede producir en cualquier lugar del país. Esto es peligroso, y si bien técnicamente es posible, hay cuestiones logísticas que no se pueden soslayar.
El aspecto logístico relacionado con la producción agrícola y las posibilidades de industrialización. A la hora de definir un cultivo como apto hay que analizar el volumen que podría obtenerse en distintas zonas, los recursos técnicos y humanos y las facilidades para una industrialización eficiente.
Relevar tierras potencialmente aptas para participar del programa. Agruparlas en un censo y estudiar sus aspectos edáficos, disponibilidad de agua e impacto ambiental potencial de la agricultura. Estas tierras deben ser adicionales y no competir con los usos tradicionales.
Estudiar materiales potencialmente aptos para las tierras censadas. Este punto es muy complejo y requiere el estudio de un abanico de variedades posibles para la producción de biocombustibles y para el desarrollo de ensayos con criterio científico a lo largo de varios años
Analizar el impacto en la economía agrícola ante la posibilidad de que sea viable la implantación de determinados materiales desde el punto de vista técnico. De nada valdría intentar imponer un cultivo, si el resultado proyectado para los productores es negativo
Balance energético paralelo a los estudios técnicos y económicos, además de profundizar en los subproductos y vigilar el avance sobre bosques nativos.
Extracto de un informe elaborado por Claudio Molina, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno
FUENTE:DIARIO LA VOZ DEL INTERIOR