Energía / El panorama que plantea la ley de biocombustibles, vigente a partir de 2010
Según expertos de la UBA, el país puede suplir las necesidades futuras de combustible limpio y seguir proveyendo alimentos.
¿Puede la Argentina producir lo necesario para cumplir con la ley que obliga, a partir de 2010, a contener 5% de biodiésel y bioetanol en todo el gasoil y la nafta elaborados en el país? La respuesta es sí y, aún más, los campos pueden abastecer sin mayores sobresaltos los surtidores, si se decide que en vez del 5% sea el 20% el porcentaje del corte de la nafta y de diésel destinados para el consumo nacional.
Esto surge de cálculos realizados por investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN-UBA). Ahora bien, la siguiente pregunta es cómo lograrlo sin deteriorar el medio ambiente, y sin generar un conflicto por la competencia de combustibles con alimentos. Estos especialistas sugieren alternativas posibles.
«La Argentina es uno de los pocos países que pueden aumentar significativamente la producción de granos y tener un protagonismo en biocombustibles. Esta es una inmejorable oportunidad para el país, que debiera ser aprovechada no sólo en el mundo de los grandes negocios, sino como un ámbito propicio para poder restaurar los pasivos ambientales y sociales. Por eso, debe ser apoyada con entusiasmo, pero también con precauciones», indicaron Jorge Adámoli, Rubén Ginzburg y Sebastián Torrella en el trabajo presentado en el Simposio Internacional de Bioenergía organizado por la Facultad de Agronomía de la UBA.
Según sus números, para 2010, si el parque automotor crece al 3,5 por ciento anual, el consumo de biodiésel exigido por la ley sería de 717 mil metros cúbicos. Para elaborar esta cantidad se requiere cultivar 1.388.651 hectáreas adicionales de soja (u otras oleaginosas).
Esta cifra se aproxima «al 10% de la superficie sembrada con soja en el país en la campaña 2006/2007», indican los especialistas, al tiempo que destacan: «Teniendo en cuenta las recientes dificultades para el abastecimiento de gasoil, es evidente que destinando sólo el 10 % de la producción y exportación de aceites del país (6 millones de toneladas), estaría virtualmente resuelto el problema de escasez de gasoil».
La maquinaria agrícola, camionetas o camiones se mueven principalmente a gasoil. Es más, el 26 por ciento del total de este combustible es consumido por las actividades del agro en el país. Si en 2010 se deseara que el gasoil destinado para el uso rural tuviera un 20 % de biodiesel, en vez del 5% establecido por la ley, las hectáreas a sembrar soja serían de 2.277.388.
Para el caso de la nafta, y con el mismo esquema de cálculo se necesitarán 98.838 hectáreas de maíz para cumplir con la mezcla del 5% de bioetanol. «Para la actual campaña se prevé una producción de 22 millones, un consumo de 7 y una exportación de 15 millones de toneladas de maíz. Teniendo en cuenta que esta producción se logra en una superficie del orden de 3.000.000 de hectáreas, el corte de nafta con 5% de bioetanol no modificaría significativamente la situación», compararon.
Según este estudio sería posible satisfacer la futura demanda de granos para llenar los tanques de biocombustibles, sin generar escasez de alimentos. Para abastecer esta tendencia será necesario sumar nuevas áreas a la producción.
El pasado reciente ya muestra un avance en la frontera agrícola. Entre 1992 y 2002, alrededor de 1.800.000 hectáreas se agregaron a la superficie agrícola en la región chaqueña. Para el período «2002-2012 es muy probable que vuelvan a duplicarse. Así, hacia el año 2012 se incorporarían cerca de dos millones de hectáreas adicionales», plantearon los expertos.
¿Cómo crecer?
Si bien estas perspectivas de satisfacer la exigencia del 5% de biocombustible exigida por la ley para 2010 son factibles, podrían generarse riesgos si no se toman recaudos, según estos especialistas.»El actual proceso de expansión de la frontera agrícola, se hizo sin ninguna planificación, lo que ha puesto en severo riesgo de desaparición a importantes comunidades vegetales, cuyas áreas de distribución coinciden con las mejores tierras: el quebrachal de tres quebrachos en el sudoeste de Chaco y este de Santiago del Estero, y la transición entre el bosque chaqueño y el bosque pedemontano de las yungas en Salta.»
Para evitar repetir esta situación, los autores sugieren una alternativa basada en dos pilares. Uno es duplicar la productividad de la actual superficie agrícola, mientras se planifica cómo se organizará de modo sustentable y consensuado la producción futura. «Un 12 por ciento del territorio de las provincias del Chaco y Santiago del Estero son de desmonte dedicada al cultivo, y podría llegar a ser el 20%. Pero se debe evaluar cómo hacerlo», indicó Adámoli, director del Laboratorio de Ecología Rural (FCEN-UBA). Prever es la consigna y ya hay experiencias en las urbes. «Habitualmente en las ciudades hay zonificaciones estrictas y, por ejemplo, no se puede construir industrias en áreas residenciales. La idea es llevar este mismo esquema a lugares naturales», dijo Adámoli.
Para lograrlo, el Estado debe sentar a la misma mesa a todos los interesados «para definir tanto el ordenamiento territorial que desea la sociedad, así como los criterios de distribución de los beneficios que se generen», coincidieron los especialistas.
Por Cecilia Draghi
Para LA NACION
Fuente: Diario La Nación