Biocumbustible para aviones
Afectan $ 4.000.000 a ensayos que realiza en Córdoba la Fuerza Aérea.Buenos Aires. Manos en alto, el mecánico, orgulloso, exhibía los dos tubos de vidrio. Uno contenía un líquido transparente, oloroso a querosén, propio del combustible de aviación (JP1) que sirvió de alimento del motor derecho; el otro, uno más denso, de color ambarino y de olor dulzón y a papas fritas, procedía de una mezcla con biocombustible, que había nutrido al motor izquierdo.
Buenos Aires. Manos en alto, el mecánico, orgulloso, exhibía los dos tubos de vidrio. Uno contenía un líquido transparente, oloroso a querosén, propio del combustible de aviación (JP1) que sirvió de alimento del motor derecho; el otro, uno más denso, de color ambarino y de olor dulzón y a papas fritas, procedía de una mezcla con biocombustible, que había nutrido al motor izquierdo. Los tubos eran la prueba del éxito. Precedido de dos experiencias favorables en Córdoba, la última el 29 de marzo pasado, el «Pucará sojero» –como dio en llamarlo la Fuerza Aérea– debutó en «el escenario mayor» de Buenos Aires; más precisamente el último miércoles, en el sector militar del Aeroparque porteño, ante la ministra de Defensa, Nilda Garré, y el jefe del arma, brigadier Normando Costantino.
Ensayo en vuelo. Los cinco minutos de vuelo sobre el río de la Plata del Pucará A-561, del Centro de Ensayos en Vuelo de la Fuerza Aérea ubicado en Córdoba, fueron suficientes para demostrar la factibilidad del proyecto presentado hace apenas siete meses: la utilización de biocombustible en aviones, en este caso derivado del aceite de soja en una proporción de 20 por ciento con 80 por ciento de JP1, denominado «Biojet».
Proyecto local. Orientado a ubicar a Argentina en posiciones de liderazgo mundial en cuanto a biocombustibles de uso aeronáutico, el «Biojet» es un proyecto en el que trabajan la Dirección de Investigación y Desarrollo de la Fuerza Aérea, la Facultad de Química de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. El Instituto Universitario Aeronáutico (Iua), con asiento en Córdoba, brinda apoyo técnico al proyecto.
Se trata, de hecho, del primer proyecto de este tipo en Sudamérica, si bien una empresa brasileña acaba de firmar convenios con la Nasa y la Boeing de Estados Unidos, mientras que la Fuerza Aérea norteamericana trabaja en el desarrollo de una estrategia propia.
El subsidio para esta primera etapa fue de 50 mil pesos, pero la Secretaría de Ciencias y Tecnología de la Nación, a cargo de Tulio del Bono, ha presupuestado unos cuatro millones de pesos para el desarrollo futuro del biojet, como parte de una Programa Integrado de Tecnología por 12 millones de pesos.
Tanto en esa Secretaría como en fuentes de la Universidad Nacional de Córdoba se asegura que todos estos proyectos apuntan a mediano plazo a convertir a Córdoba en un «polo aeronáutico nacional», en especial después de lo que consideran insatisfactoria performance de la Lockheed en el Área Material.
Los próximos pasos en el desarrollo del biojet tienen que ver con pruebas pendientes.»Aún falta probar con la altura y la temperatura, pero vamos a ser pioneros en el hemisferio sur en volar con biocombustible y segundos en el mundo detrás de Estados Unidos», se entusiasma el jefe del Centro de Ensayos en Vuelo de la Fuerza Aérea, comodoro Eduardo La Torre.
Según la exposición que en el debut porteño del «Pucará sojero» hizo la Fuerza Aérea, el biojet supone ventajas en lo ambiental, pues se reducen las emisiones de carbono fósil y de azufre, con lo que se contribuye a atenuar el efecto invernadero.
Apoyo oficial. «La defensa del medio ambiente también hace a la defensa nacional», apuntó el brigadier Costantino, titular de la Fuerza Aérea. La ministra Garré, por su parte, sentó posición gubernamental respecto de la polémica abierta acerca del desarrollo de los biocombustibles en detrimento de la producción de alimentos. El desarrollo de biocombustibles «no debe hacerse en detrimento de la producción de alimentos, ni competir con el aprovisionamiento de los mismos», dijo la titular de Defensa.
De allí que el financiamiento previsto por la Secretaría de Ciencia apunta también a experimentar el desarrollo de biocombustibles a partir del algas y de la jatrofa, una superoleaginosa cultivable en climas secos y tierras áridas.
Fuente: Diario La Voz del Interior