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Cambio Climático, crecer pero sin contaminar

El cambio climático afectará la agricultura en diversas regiones del mundo, por aumento en la temperatura, mayor variabilidad en las lluvias y eventos climáticos extremos (sequías e inundaciones), afirma el autor. Sin embargo, sostiene que los países, entre ellos la Argentina, pueden hacer mucho para reducir el impacto negativo del cambio climático en la producción.

Si continúan las emisiones globales contaminantes al actual ritmo, se registrará un creciente impacto sobre el clima. En este escenario, según el Banco Mundial, habría que esperar que por lo menos la mitad de las zonas de mayor riesgo de inundaciones en nuestro país tengan una exposición aún mayor a precipitaciones intensas en el futuro. Al mismo tiempo se prevé un gradual calentamiento y eventual deterioro de los ecosistemas montañosos de los Andes, y también la regresión de los bosques, en especial en la cuenca amazónica.

Estas proyecciones, basadas en las evidencias del cambio climático, también llevan a pronosticar que la productividad agrícola puede sufrir una caída en los próximos años en muchas regiones del planeta. El cambio climático afectará la agricultura por aumento en la temperatura, mayor variabilidad en las lluvias y eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones. Sin embargo, se verán favorecidas las regiones ubicadas en latitudes extremas, como Canadá, Escandinavia, Polonia, Rusia y Ucrania. El impacto negativo se sentirá plenamente en los países en desarrollo, afectando los rendimientos del trigo en Asia Meridional, del arroz en el sudeste asiático y del maíz en Africa meridional. También se prevén impactos negativos (mayores al 20%) sobre los rendimientos agrícolas en gran parte del Brasil y reducciones más moderadas en nuestro país.

La reciente Cumbre sobre Cambio Climático concluyó «tomando nota» del denominado «Acuerdo de Copenhague», ya que no pudo ser aprobado por consenso. Esto significa que hasta ahora este Acuerdo es meramente «político» y carece de eficacia jurídica vinculante. Es interesante señalar, con respecto al esfuerzo de mitigación que Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, consideró que «la meta de dos grados centígrados es inaceptable y tendría consecuencias catastróficas incalculables en particular para los pequeños estados insulares». Esta posición fue sostenida en la Cumbre por las 42 naciones miembros de la «Alianza de las Pequeñas Islas», que temen desaparecer del planeta.

El Acuerdo de Copenhague, con todas sus limitaciones, podría ser considerado como el «primer» paso hacia la construcción de una respuesta globalmente eficaz a la amenaza climática. Esperemos que en la próxima reunión que se celebrará en México recuperemos el tiempo perdido hasta ahora. Pero antes el mundo estará pendiente del Senado de EE.UU., que deberá considerar si aprueba la legislación ambiental propuesta por Barack Obama.

En nuestro país venimos haciendo un uso intensivo e indiscriminado de subsidios al consumo de energía de origen fósil y por lo tanto contaminante, pero el caso es que, al destinar los recursos fiscales a subsidios en lugar de orientarlos a la inversión con visión de futuro, se impide la reconversión que requiere la actual matriz energética. Para avanzar en la promoción de nuevas energías limpias y promover la conservación energética es crucial comenzar por abolir de una manera gradual los subsidios a los fósiles, ya que no sólo son fiscalmente costosos sino que, además, contribuyen a degradar el medio ambiente y benefician desproporcionadamente a los más ricos.

La eliminación gradual de los actuales subsidios a los fósiles contaminantes estimulará la eficiencia y la conservación energética y además será la mejor manera de favorecer las nuevas energías limpias que deben ser urgentemente promocionadas. Recordemos que estos subsidios energéticos registran en la Argentina el nivel más alto en toda América, después de Ecuador y Venezuela países petroleros miembros de OPEC. Los precios de las energías fósiles deben cubrir todos los costos, incluido las externalidades ambientales. Esta puede ser una de nuestras contribuciones al esfuerzo colectivo para preservar el medio ambiente global. La nueva agenda energética y medio ambiental debería contemplar las siguientes iniciativas:

Inversiones en obras hidroeléctricas y centrales nucleares. No insistir con centrales termoeléctricas que utilizando carbón no prevén la captura y almacenaje de los gases contaminantes, como la actual central en construcción en Santa Cruz.

Por Alieto Aldo Guadagni/Instituto DiTella

Fuente: Clarin Rural/Diario Clarin

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