A partir de hoy, en Venezuela, once jefes de Estado sudamericanos serán testigos de los esfuerzos de Lula y Chávez en la defensa del etanol y el petróleo.
¿Etanol o petróleo? Ésta es la encrucijada ante la que se encontrarán mañana casi todos los presidentes de Sudamérica que se reunirán en Isla Margarita (Venezuela) en la denominada Cumbre Energética, una iniciativa del líder venezolano Hugo Chávez
, quien encabeza una abierta oposición al biocombustible argumentando que es una iniciativa de Estados Unidos que sólo servirá para aumentar el precio de los alimentos y, por tanto, el hambre, una tesis lanzada por Fidel Castro, el histórico líder cubano.Enfrente, Chávez tendrá al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, presidente del país líder en producción y consumo de etanol que está protagonizando una auténtica revolución en la utilización de nuevas energías. Tanto que la Administración estadounidense ha decidido seguir su modelo y el presidente George W. Bush se ha lanzado a fondo para fomentar la producción del combustible a base de alcohol que se ha revelado eficaz, fiable y barato.
De la Cumbre participarán once de los doce gobernantes sudamericanos. Así, la única ausencia será la del presidente uruguayo Tabaré Vázquez, quien no concurrirá por problemas de agenda. Su lugar, será ocupado por el vicepresidente del vecino país, Rodolfo Nin Novoa.
Frente a frente
A pesar de las continuas declaraciones de amistad y promesas de cooperación entre Lula y Chávez, los argumentos con los que se presentan cada uno en la isla caribeña son de peso y abarcan razonamientos económicos, ecológicos y políticos.
Brasil sostiene que apenas 12 kilos de caña de azúcar bastan para poner en el mercado un litro de etanol, una fuente de energía ecológica que además supone un impulso a la agricultura -caña, maíz, trigo- creando puestos de trabajo y que Latinoamérica es líder en investigación, desarrollo e implementación sobre el terreno, un aspecto que le da ventaja sobre el resto del mundo.
Venezuela -el quinto mayor exportador de petróleo del mundo-, mantiene que la extensión del etanol va a suponer un encarecimiento de algunos productos básicos, como el maíz, que dañará principalmente a los países pobres y a su población, además de imponer un modelo de agricultura intensiva que provocará pérdida de riqueza forestal y empobrecimiento del suelo.
Y, sobre todo, que es un proyecto que avala Estados Unidos quien, en opinión de Chávez, pretende imponer un modelo energético a todo el continente y sacar ventaja de él. En la actualidad, el principal importador del petróleo venezolano es EE UU con 1,5 millones de barriles diarios. Venezuela lleva tiempo poniendo sobre la mesa el concepto de «soberanía energética», como alternativa del bloque sudamericano. Entre los pilares de este proyecto destaca la construcción del oleoducto Caribe-Río de la Plata, que hasta el momento apenas ha pasado de la fase de las declaraciones políticas.
Con estas posiciones de partida, Lula quiere proponer a Venezuela un acuerdo sobre biocombustibles. En principio Lula -con una economía siete veces mayor que la venezolana- cuenta con el respaldo de la mayoría de los países de la región, pero el brasileño, en esta y otras cuestiones, es partidario de llegar a un entendimiento con su vecino que además es socio en el principal proyecto de integración regional, el Mercosur.
La organización, según El País, ha visto como el etanol se ha sumado a los argumentos que dividen en vez de sumar. «Claramente hay dos modelos de desarrollo energético y Brasil y Venezuela están en lados distintos ¿Dónde está la integración del Mercosur?», se pregunta Norberto Consani, director del Instituto de Relaciones Internacionales de La Plata (IRI), quien resalta como ejemplos de que «hay cosas que fallan por abajo en el Mercosur», el muro que Brasil está construyendo en la frontera con Paraguay o la tensión sin precedentes entre Argentina y Uruguay por la instalación de un fábrica de pasta de celulosa en el límite entre ambos países.
Como comienza a ser habitual en los últimos años, la potente máquina diplomática brasileña no está del todo de acuerdo con la táctica apaciguadora de Lula respecto al vecino venezolano. Incluso el asesor personal de Lula en relaciones internacionales, Marco Aurelio García, ha entrado en la polémica acusando a Chávez de utilizar el etanol como una excusa «ideológica» para criticar el acercamiento entre Washington y Brasilia, puesto de relieve en la reciente visita de Bush por la región. Por su parte, el ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, ha recordado que Caracas no le puso pegas al etanol cuando en agosto de 2006 se firmó un contrato de larga duración entre las petroleras estatales brasileña y venezolana (Petrobras y PDVSA, respectivamente) para la exportación de alcohol producido en Brasil.
Los expertos advierten que la partida va para largo dado que en las próximas décadas convivirán distintos tipos de energía tanto en la región como en el resto del mundo. «Vamos a asistir a un panorama muy heterogéneo», advierte Félix Peña, director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Bank of Boston, para quien el reto actual en materia de energía es asegurar el abastecimiento, según informó El País.
«No se trata sólo de que haya recursos naturales, sino de que existan capitales que permitan explotarlos», añade. Un ejemplo de ello es lo que sucede en Bolivia donde las inmensas reservas de gas situadas a 5.000 metros de profundidad hacen imprescindible para el Gobierno de La Paz la participación de empresas y capitales extranjeros para poder extraerlos. Otro caso, en menor medida, es Chile que tiene en marcha un ambicioso proyecto de construcción de presas hidroeléctricas a lo largo de la cordillera de los Andes donde participa la española Endesa.
Pero, además, la cumbre, que se celebrará entre excepcionales medidas de seguridad, supondrá un capítulo más en la lucha, por el momento amistosa, que Brasil y Venezuela mantienen por el liderazgo regional.
Chávez ha convocado la reunión, la primera de este tipo que se realiza, bajo el paraguas de la Comunidad Sudamericana de Naciones, un organismo nacido en 2004 y que tuvo que ser refundado el año pasado ante la inexistencia de progresos en sus trabajos. No lo ha hecho en el marco del Mercosur, el modelo de integración más avanzado y efectivo de la región de la que Venezuela forma parte desde el año pasado. «Brasil está preocupado», asegura Norberto Consani, quien añade: «Y todavía lo va a estar más si observa que Venezuela utiliza la integración energética como excusa para obtener la hegemonía».
Fuente: Infobae Profesional