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EXPOAGRO 2007: Biocombustibles, el tema que todos quieren mirar

Claudio-MolinaSe registró un fuerte interés de empresas, público y visitantes extranjeros por el etanol y el biodiésel.

Sin lugar a dudas, es la hora de los biocombustibles. Expoagro 2007 fue la exposición más grande de la historia argentina y como no podía ser de otra manera, los biocombustibles tuvieron un lugar destacado. 

Casualmente, tanta exposición coincidió con el anuncio del nuevo plan de biocombustibles de EE.UU., el que busca involucrar a toda América y repercutió como nunca antes en los principales medios de prensa del mundo.

Fueron muchas las empresas que dentro de Expoagro incorporaron al tema de los biocombustibles. Se expusieron maquinarias a sus clientes, equipos, accesorios y servicios para su producción, o bien, ofreciendo conferencias específicas a cargo de profesionales reconocidos en esta materia.

La respuesta del público no se hizo esperar. Por ejemplo, el seminario llevado a cabo en el auditorio central, en el marco de la exposición, y convocado en conjunto, por el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), la Facultad de Ciencias Agrarias de la UCA y el Programa de Agronegocios y Alimentos de la Facultad de la UBA, tuvo una convocatoria sin precedentes para este tipo de ocasiones.

El interés no es casual. Argentina cuenta con importantes ventajas comparativas, susceptibles de ser convertidas en ventajas competitivas, para convertirse así, en un jugador clave del comercio internacional de biocombustibles.

Para que ello ocurra, hay que dotar a las políticas públicas de previsibilidad. El mundo hoy cuenta con grandes capitales de riesgo ávidos para ser invertidos en la producción, aunque lo que faltan son buenos proyectos.

Hay que planificar un buen desarrollo, para evitar que acciones irracionales de los agentes económicos, incentivadas por el buen momento y el afán de obtener enormes utilidades, descuiden el bien supremo a proteger a través de los biocombustibles, que es el medio ambiente.

La superficie agrícola implantada puede crecer en Argentina, abriendo un abanico de posibilidades para el desarrollo de los cultivos tradicionales, como así también de otros alternativos, de escasa difusión en nuestro país.

En este sentido, un estudio de un grupo de científicos y técnicos de la cátedra de Ecología de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, entre los que se destaca el profesor Jorge Adámoli, sostiene que es posible expandir la frontera agrícola en la región del Gran Chaco en alrededor de tres millones de hectáreas.

Esta actividad -en la medida que se desarrolle a partir de estudios imparciales de impacto ambiental- será beneficiosa para toda la sociedad.

Por otro lado, el avance de la biotecnología nos traerá nuevos eventos que contribuirán significativamente al aumento de la productividad, la concientización de toda la sociedad, a favor del uso racional de los recursos limitados, como el agua.

Lamentablemente, hay un movimiento de profesionales en todo el mundo -en algún casos con intereses ocultos y en otros casos, con convicciones reales que al estar mal fundamentadas, se tornan extremas-, que plantea al dilema «alimentos versus energía» como apocalíptico.

Sin embargo, el mundo está en condiciones de ofrecer a sus habitantes alimentos en abundancia, a partir de cultivos destinados a este fin y al mismo tiempo producir otros cultivos para uso industrial -como el algodón- o energético, como los destinados a la producción de biocombustibles.

El grave problema de la desigualdad social a su vez está promovido por una pésima distribución de la riqueza, y la existencia de una concentración económica y otras imperfecciones que impiden el desarrollo de una economía de mercado. Es muy llamativo como en algunos ámbitos de la política mundial se ataca a los biocombustibles desde sectores que basan su posicionamiento a partir de la renta del petróleo y que, al mismo tiempo, tienen como principales clientes a sus adversarios políticos, a quienes tratan de defenestrar.

Pareciera que la preocupación subyacente de ellos no pasa por el dilema «alimentos versus energía» sino por la amenaza que en el futuro podría representar, a la transferencia de ingresos que permanentemente reciben como consecuencia de la suba del petróleo, un desarrollo de los biocombustibles a gran escala.

En definitiva, la suba del petróleo es uno de los fenómenos que mayor inflación produce en la economía mundial, deteriorando consiguientemente los ingresos de los más humildes. En cambio, el precio de los granos no siempre influye significativamente en el precio de los alimentos. Por ejemplo, el precio del trigo no participa en más de un 20 % en el precio del pan.

Casos como el aumento irracional del precio de las tortillas mexicanas son un «leading case» del abuso permanente de sectores oligopólicos, que se aprovecharon del buen momento del etanol para fundamentar acciones que solo buscaron incrementar enormemente sus márgenes de operación.

Frente a un mundo que demanda biocombustibles y a una Argentina que tiene importantes excedentes agrícolas, no podemos hacernos a un lado a la hora de producir biocombustibles para atender el mercado local y para exportarlos al mismo tiempo. De lo contrario, seguiremos exportando los bienes tradicionales y «a contrario sensu», a los biocombustibles los producirán nuestros clientes del exterior.

Los biocombustibles pueden convertirse en abanderados de una nueva política de largo plazo. Definitivamente, no son el peor de los males, sino todo lo contrario. No tienen que ver con el hambre de la humanidad, la que arrastra este grave problema desde siempre, y en épocas en que los biocombustibles no existían. Será importante no construir una ideología política con los biocombustibles, debemos dejarlos ser&

Luego, los resultados se expresarán en la motivación de la gente y en decisiones de inversión reales. Lo vimos en Expoagro 2007, y lo seguiremos viendo día a día. El tren de la historia está pasando y esta es la hora señalada para subirnos a él.

Por Claudio A. Molina Especial para Clarin

Nota de la Redacción: El autor es director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno.

Fuente: Diario Clarin http://www.clarin.com/

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