La Provincia apuesta a encontrar gas y petróleo en medio del auge por los recursos renovables. Córdoba tiene potencial para los biocombustibles. El camino ideal es complementar los proyectos.Todas las semanas, el radar energético global muestra nuevos destellos. Son señales que emiten los países desarrollados sobre las tendencias de la matriz que asoma detrás de la menor oferta de petróleo y la ascendente cotización del barril de crudo.
Caso I. La empresa E3 BioFuels Génesis pondrá en marcha en la ciudad norteamericana de Mead (Nebraska) una planta de etanol a partir de maíz. La noticia no sería tal si no fuera que la inversión comprende un «circuito cerrado» para integrar la producción de carne con el biocombustible.
Junto a la planta habrá una estructura para engordar ganado vacuno con DDGS (destilados secos de maíz con solubles), un subproducto del proceso de elaboración de etanol. La rueda se cierra con el tratamiento del excremento de los animales, que se convertirá en biogás para ser usado en la planta de etanol. Un modelo de retroalimentación digno de ser imitado.
Caso II. Al otro lado del Atlántico, en Alemania, un reciente informe del Instituto para la Energía y Ecología de Leipzig ha despertado sorpresa. Asegura que el uso de los residuos de maíz y centeno (biomasa) para producir biogás permitiría sustituir la importación europea de gas natural desde Rusia hacia el año 2020. La conclusión es, por lo menos, sorprendente.
Son apenas dos ejemplos de las nuevas pulsaciones energéticas que en la Argentina comenzaron a latir con la flamante ley de promoción de biocombustibles (se obtienen de la biomasa vegetal) y los millonarios anuncios de inversión para levantar plantas elaboradoras, la mayoría en la zona portuaria del Gran Rosario.
La pregunta es: ¿hacia dónde va Córdoba? La provincia quedó marginada del mapa de la primera ola de grandes inversiones en biocombustibles. El Estado, en cambio, apuesta al tradicional e imperante paradigma petrolero. La licitación para explorar 16 áreas potenciales sonó, primero, a discurso megalómano, pero la enjundia puesta por el Gobierno edifica una cuota de esperanza en un espacio de expectativas de por sí reducido.
Oro negro. Según datos estadísticos del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG), las cuencas cordobesas están ubicadas en la denominada «zona de frontera», por lo que las chances de encontrar hidrocarburos van del 6,5 al 12,5 por ciento.
Hay ocho bloques que ya fueron intervenidos. En 1996, la empresa Hunt Oil Company encontró rastros de petróleo en una perforación de 5.176 metros en el área de General Levalle, departamento Roque Sáenz Peña, donde la ex YPF había encabezado un intento con explosivos en 1974. También se hicieron pozos en Ordóñez (Unión, 1976) y en Camilo Aldao (1977 y 1995) y Saira (1977), ambas en el departamento Marcos Juárez.
El resto de las zonas es virgen, excepto perforaciones de poca profundidad o estudios de actividad sísmica. Las mediáticas gestiones que encabeza el gobernador José Manuel de la Sota apuntan, básicamente, a asegurar la participación de empresas de peso, ya que si el primer paso sale torcido, el resto del proceso caerá en desgracia.
Repsol YPF ya puso cinco mil dólares por los pliegos y se espera que Petróleos de Venezuela (PDVSA) y la brasileña Petrobras hagan lo propio. A fines de este mes serán tentadas 40 empresas en Houston (Estados Unidos) y Calgary (Canadá). Aun así, la existencia de gas y petróleo en Córdoba sigue siendo un gran interrogante que promete convivir un buen tiempo con el esfuerzo público-privado (ver Gas…).
Diversificación. La certidumbre, en cambio, parece estar en el agro. Córdoba es la principal productora de soja del país y una de las más fuertes en maíz.
Ahora bien, ¿es contradictorio buscar petróleo en una región con alta potencialidad para la producción de biocombustibles? Todo indica que no. Es que si bien el etanol o el biodiésel son alternativas a los combustibles tradicionales, no lo son para cubrir la demanda insatisfecha de gas natural ni tampoco alcanzan a rasguñar el amplio abanico de producciones edificadas sobre la base de los derivados del petróleo.
Tal como lo señala Daniel Montamat, ex secretario de Energía de la Nación, «la disyuntiva es falsa, porque los biocombustibles no pueden solucionar el problema energético». La estrategia es abrir el juego y diversificar la oferta.
«Los biocombustibles son complementarios y no se contraponen. Córdoba, en el corto plazo, será una actora importante para biodiésel y etanol», opinó el senador nacional Roberto Urquía, cuya familia encabeza, a través de la empresa Aceitera General Deheza, el proyecto de capitales locales más ambicioso en biodiésel.
El único detalle es que la planta no se levantará en la provincia, sino en la Terminal 6 de Puerto San Martín, en Santa Fe, donde la firma concentra parte de su molienda de soja. Aunque se habló de ahorro en costos, Urquía dijo que la balanza se inclinó por la posibilidad de exportar el producto.
«Falta mucho para 2010 (cuando comenzará el regir el corte obligatorio del cinco por ciento para nafta y gasoil en el país). Esto es sólo el inicio del plan de la empresa en biocombustibles. Si el mercado se desarrolla como pensamos, tendremos plantas en Córdoba y en otras provincias», aseguró Urquía.
También Roberto Cunningham, director general del IAPG, aporta luz a la polémica al recordar que el aliento para el uso de biocombustibles se basa en su aporte a la reducción de la contaminación y en la sustitución de combustibles no renovables derivados del petróleo.
En Córdoba, el plan de inversión más ambicioso lo encabeza un grupo de productores asociados de Río Cuarto, que proyecta desembolsar 21 millones de dólares para construir una planta con capacidad de elaborar 50 millones de litros de etanol al año. Uno de los coordinadores es Marcelo Otero, de Prodagro Argentina. El resto de los proyectos es de menor escala.
Al agro le sobran granos para atender el corte obligatorio en la provincia (ver Plantas…). «Córdoba es óptima para inversiones regionales o locales y para la formación de un cluster que administre los excedentes de ventas con destino a exportación», opinó Oscar Gentili, de la metalúrgica Imegen y al frente del grupo en el que se incuba una cámara provincial de biocombustibles.
Daniel Alonso
De nuestra Redacción
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Fuente: Diario La Voz del Interior