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En el 2020 los registros de producción, ventas al mercado interno y exportaciones registran caídas muy significativas.En el país se está presentando una especie de batalla mediática, donde los biocombustibles –y en especial el biodiesel- están sufriendo un injusto embate.
El 2020 fue para la industria argentina de biocombustibles, su peor año histórico. Los registros de producción, ventas al mercado interno y exportaciones, registran caídas muy significativas.
En el caso del biodiesel, en la comparación interanual 2019 – 2020, la producción bajó más de un 40%, el consumo interno más de un 50 % y las exportaciones alrededor de un 35%.
A diferencia, durante el mismo período, la producción y el consumo interno de bioetanol bajaron alrededor de un 30%, mientras comenzó un incipiente proceso de exportación de ese biocombustibles.
Es de destacar como hecho relevante, que durante la pandemia se produjo un crecimiento exponencial de la demanda de alcohol hidratado para uso farmacopea y como desinfectante. Ello llevó a que varias empresas productoras de bioetanol, adecuarán sus facilidades para atender esa demanda, que en muchos casos, hasta este año, le era ajena.
La pandemia produjo una fuerte reducción en la demanda internacional y nacional de combustibles líquidos, entre otros problemas. Pero además, en el plano interno, se produjo un manifiesto incumplimiento del marco normativo, hecho que potenció el problema de manera innecesaria.
Durante la primer gestión del nuevo gobierno, entre diciembre de 2019 y mediados de octubre de 2020, el precio vinculante para la compraventa de biocombustibles destinado a cubrir el mandato de corte de gasoil con biodiesel y de nafta con bioetanol por artículos 7 y 8 de la Ley 26.093, no fue actualizado, mientras las materias primas agrícolas necesarias para la producción de los referidos combustibles biológicos, tuvo un importante aumento en términos relativos, a lo largo de ese período. Recién a mediados de octubre, el nuevo secretario de Energía, Darío Martínez, otorgó un aumento del 10%, el que estuvo muy lejos de satisfacer los requerimientos de la industria.
El segmento de la industria de biodiesel que abastece al mercado interno, se encuentra parado desde agosto de 2020 y a la fecha de escribir estas líneas, no se avizora una solución rápida a este problema. En noviembre, ese paro comenzó a afectar paulatinamente a los productores de bioetanol, principalmente, aquellos que procesan maíz.
Fueron varios los productores de biodiesel y de bioetanol que iniciaron acciones judiciales –medidas cautelares, amparos y otras acciones- contra la Secretaría –en algunos casos, re-presentaron a su vencimiento acciones presentadas previamente- en defensa de la restitución de sus derechos, generando todo ello una situación “explosiva”.
Además de todo lo descrito antes, a la fecha de emisión de la presente nota, la Cámara de Diputados de la Nación todavía no trató el proyecto de prórroga de la ley de biocombustibles, que obtuvo primera sanción en el Senado de la Nación. Recordemos que la Ley 26.093 vence el 12 de mayo próximo, pudiendo al mismo tiempo extenderla por un simple decreto hasta el 31/12/24. Sin embargo, la demora en este proceso, está generando una enorme incertidumbre.
Con independencia de la referida prórroga, es fundamental que el Congreso de la Nación sancione con rapidez, una nueva ley de biocombustibles, la que permitirá dar previsibilidad a su cadena de valor, estableciendo un horizonte largo, con reglas de juego claras, las que atraerán nuevas inversiones –entre ellas, las vinculadas al desarrollo de nuevos vehículos con tecnología flex fuel-, al intensificarse el uso de biocombustibles, mientras en el mundo, por los problemas ambientales y de salud que generan sus emisiones, Reino Unido, California y otros estados, establecen prohibiciones de uso de los combustibles minerales, a partir de 2030 y 2035 respectivamente.
En el país se está presentando una especie de batalla mediática, donde los biocombustibles –y en especial el biodiesel- están sufriendo un injusto embate de los refinadores de petróleo y en menor medida, de algunas compañías automotrices.
A cortísimo plazo, resulta fundamental que la Secretaría de Energía pueda resolver el problema que está llevando a la bancarrota a la industria de biocombustibles que abastece al mercado interno, poniendo en funcionamiento una propuesta viable económicamente, para lograr revertir la grave crisis que se registra.
Por Claudio Molina*
(*) Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno
FUENTE: AMBITO