XVII Congreso de AAPRESID / Menos agua y tierra y más comida.
Unos 2000 productores del país y del extranjero analizaron cómo será la agricultura de los próximos años, con la población que crece y demanda cada vez más alimentos, pero que también exige un mayor respeto con el medio ambiente.
Foto: MARIO GARCIA
ROSARIO.- En esta ciudad ocurren fenómenos extraños. Es sabido que los productores agropecuarios están descontentos con el Gobierno, que si se juntan tres en un metro cuadrado no hacen otra cosa que despotricar contra las retenciones o contra los discursos de Néstor y Cristina Kirchner. Y hacen cuentas sobre los legisladores que hacen falta para votar tal o cual ley. Sin embargo, hay ciertos momentos del año en que hay quienes prefieren tomarse una pausa para reflexionar sobre el mediano y el largo plazo. Uno de esos acontecimientos que sucedió en estos días es el congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), que concluyó ayer.
Pese a que en el mismo momento el Senado debatía la cesión de facultades legislativas al Poder Ejecutivo, entre las que se cuenta la fijación de los derechos de exportación, había aquí quien reflexionaba sobre las condiciones en las que se producirá en los próximos 15 años en un mundo que está en constante cambio.
¿Y cómo será ese mundo? Al XVII congreso de Aapresid no asistieron en calidad de asistentes adivinos, aunque algún disertante haya estado cerca de cumplir ese rol, sino especialistas y estudiosos que dieron pistas suficientes como para aproximarse al mundo que se viene.
Como primera conclusión, se puede sostener, a riesgo de caer en una obviedad, que no será fácil, aunque está lleno de desafíos, particularmente para la producción agropecuaria argentina. Las razones son simples: crece la población mundial, se alimenta mejor y requiere más proteínas. A esta gente hay que satisfacerla produciendo más. Pero no todo es sencillo porque mucha de esa gente que quiere comer mejor se está preguntando si para que crezca la producción de alimentos hay que destruir al medio ambiente, si hay que deforestar a mansalva, hacer un uso indiscriminado del agua o degradar los suelos.
Y, como si esto fuera poco, el planeta Tierra está asistiendo a un período de cambio climático por la emisión de gases hecha por el hombre que provocará el famoso efecto invernadero, que no es otra cosa que un descalabro generalizado del clima tal cual hoy lo conocemos.
De estas y otras cuestiones estuvieron analizando los casi 2000 productores que participaron del congreso de Aapresid que llevó como lema el título casi fundador de «La era del Ecoprogreso».
Veamos algunos datos y realidades. «Por el crecimiento económico hasta 2020, entre el 85 y el 98 por ciento de la demanda de carne, leche, trigo, cereales y oleaginosas vendrá de los países en desarrollo», estimó el sociólogo y economista Juan José Llach.
En ese segmento de países, las naciones asiáticas serán las líderes del crecimiento de la demanda. «Aproximadamente 4100 millones de personas en Africa, América latina y Asia (cerca de dos tercios de la población mundial) están aumentando rápidamente sus ingresos desde niveles muy bajos, y esto tiene consecuencias sin precedentes sobre la demanda de alimentos», añadió el economista.
Para Llach, los números de esa demanda son tan impactantes que si la Argentina se propusiera satisfacerlos, las consecuencias podrían alcanzar a toda la estructura productiva del país. «Es una oportunidad mucho más importante que la que tuvo a fines del siglo XIX y a principios del XX», aventuró.
Un plan
Con Llach coincidió Fernando Vilella, director del programa de Agronegocios de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Recordó que China tiene la clase media más grande del mundo, pero que tanto este país como la India, otro gran mercado, tienen serias limitaciones para aumentar sus superficies cultivables e incrementar el uso del agua para la agricultura. Es allí donde países como la Argentina entran en juego.
«Aquí es posible llegar a una cosecha de granos de entre 160 y 180 millones de toneladas de manera sustentable, pero hay que pensar en que el 80% de esos granos deberían tener un grado de transformación aquí para exportarlos en forma de carnes o lácteos», estimó.
Vilella, que junto con un grupo de docentes de la UBA está elaborando un programa de desarrollo agroindustrial de aquí a 2020, consideró que todas las regiones argentinas podrían aprovechar el crecimiento de la demanda mundial de alimentos.
Desde una perspectiva política, el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, remarcó que «es necesario instrumentar un plan nacional agroalimentario en el que lo público y lo privado estén presentes».
El mandatario fustigó las políticas que impulsa el gobierno nacional. «Con mejores políticas, la crisis internacional no nos hubiera golpeado tanto», enfatizó.
Desafíos mundiales
Más que las oportunidades locales y las críticas de la coyuntura, el mundo está viviendo una transformación de magnitudes difíciles de prever. «En los próximos 40 años, la demanda global de producción de cereales aumentará en un 60% a medida que la población global aumente de 6600 millones, en la actualidad, a 8700/11.300 millones en 2050», se afirmó en un trabajo enviado al congreso de Aapresid por Andrew Leakey, del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Illinois, Estados Unidos.
De esa forma, alimentar a la creciente población mundial «representará un gran desafío para la agricultura». A su vez, remarcó el investigador, «el cambio climático global constituirá un desafío adicional, modificando el ambiente de producción de cultivos de manera significativa».
¿Por qué razón? Por un aumento de la concentración de dióxido de carbono, el incremento de las temperaturas medias y la concentración de ozono troposférico.
Los rendimientos de los cultivos disminuyen en la medida que las condiciones del tiempo son cada vez más extremas (con frío intenso, olas de calor sequía e inundaciones). «El cambio climático aumentará la frecuencia de estos fenómenos», indicó el investigador.
Respuestas
Para empezar a dar respuestas, la industria de semillas ya está avanzada en el desarrollo de híbridos de maíz tolerantes a la sequía. Durante el Congreso, se informó que empresas como Pioneer, Monsanto y Syngenta lanzarán al mercado en los próximos años estos materiales diseñado mediante ingeniería genética, tanto con la asistencia de marcadores moleculares como con el uso de la transgénesis.
Según adelantó Jeff Shussler, investigador de Pioneer, esta empresa lanzará en 2010 un maíz tolerante a sequía. «En los Estados Unidos se pierden unos 5000 millones de dólares por año por la caída de rendimientos que supone la escasez de lluvias», estimó.
«A partir de 2013 o 2014 toda la industria estará en condiciones de ofrecer en la Argentina maíces tolerantes a la sequía», coincidieron en afirmar Miguel Rapela y Oscar Domingo, de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA). La firma argentina Bioceres también está en esa carrera.
«Entre el 70 y el 80% del agua que utiliza el mundo tiene como destino la agricultura, no podemos seguir utilizándola como en el siglo XIX o el XX», advirtió el presidente de Aapresid, Gastón Fernández Palma. «Deberemos producir con menos agua», sostuvo el directivo. Un desafío estimulante.
Por Cristian Mira
Enviado especial