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En una entrevista a fondo para surtidores.com.ar, el presidente de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, habla de lo delicado de la situación de la industria del bioetanol y biodiesel.
Aseguran que los biocombustibles mejoran la calidad de los combustibles minerales.
Los productores de biocombustibles aseguran que su industria movilizan unos 50.000 empleos directos e indirectos, los cuales hoy están en peligro porque muchas de estas empresas Pymes evalúan cerrar sus puertas.
En una entrevista para surtidores.com.ar, Claudio Molina, presidente de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (AABH), cuenta el estado de situación y advierte que se está montando una campaña de desprestigio hacia los bios.
¿Cuál es la situación actual del sector de los biocombustibles en cuanto a precio?
La industria de biocombustibles que abastece el mercado interno está atravesando una gravísima crisis, luego que el precio vinculante para la compraventa en el mercado interno, que debe responder a una fórmula polinómica que contemple costos y una utilidad razonable para sostener la producción, no fue actualizada durante diez meses y cuando la Secretaría de Energía lo hizo, otorgó un 10 por ciento, magnitud que no alcanza para cubrir los costos variables. Ergo, gran parte de esta industria está parada o con fuerte reducción de actividad.
La situación se agrava en el caso del biodiesel y el bioetanol de maíz, debido a la fuerte suba que han tenido las commodities agrícolas en los últimos meses.
Pero lo peor es que no hay señales contundentes de parte de la Secretaría de Energía respecto de cómo se recompondrá la situación.
A mi entender, es la mayor crisis histórica de esta industria, lo que genera mucha impotencia, porque pudo haber sido evitada.
Las pérdidas generadas a la industria de biocombustibles que abastece al mercado interno, por acción o inacción de la Secretaría de Energía, son irreparables, no existen políticas activas que en un tiempo razonable puedan compensarla. Y que quede claro, no surgieron por efecto del COVID.
¿Se está respetando el volumen de corte actual?
La respuesta es “no”. Durante todo el año, el incumplimiento de los mandatos fue manifiesto –principalmente en biodiesel-, grave problema que se sumó a lo descrito antes y a la caída de la demanda de combustibles minerales, sujetos al mandato de corte.
La industria de biocombustibles sufrió un efecto de pinzas, que no parece natural y que la lleva al cierre de varias plantas.
Por ejemplo, para noviembre la Secretaría de Energía asigna cantidades de biodiesel y bioetanol a entregar por los productores a los refinadores de petróleo, cercanas a lo necesario para cumplir con los cortes vigentes -12por ciento en bioetanol y 10 por ciento en biodiesel-, pero todo el mundo sabe que los precios vinculantes fijados son de quebrantos y que por ende, casi nadie puede entregar.
Si lo hacen algunos ingenios azucareros, es porque debido a las particularidades de la actividad, tienen al producto almacenado y de alguna forma, tienen que movilizarlo.
En otros casos, las entregas pueden derivar de algún tipo de acuerdo que tiene quien entrega con el Gobierno, que permite compensar las pérdidas en esta actividad, con ganancias que obtiene en otras. Esas asignaciones parecieran ser parte de un acto para fundamentar que el corte no se cumple por culpa de los productores de biocombustibles.
Destacó que las nuevas autoridades de la Secretaría de Energía recibieron una “brasa caliente” de sus antecesoras, las que a su vez agravaron los serios problemas que venían de arrastre de la gestión de Cambiemos. Es insoslayable que lo ocurrido en materia de política de biocombustibles este año, ha sido tan malo que superó ampliamente a la pésima gestión de Cambiemos en la materia.
Sin embargo, la reacción que están mostrando ahora las nuevas autoridades de la Secretaría de Energía –que reitero, son tomadores de la pésima gestión de sus antecesores-, no tiene la velocidad que las circunstancias requieren.
En este contexto, hay riesgo cierto de registrarse una cataratas de bancarrotas y al mismo tiempo, de agravarse la conflictividad y judicialización de la actividad.
Además, a medida que transcurra el tiempo sin soluciones de fondo, las nuevas autoridades de la Secretaría de Energía serán tan responsables como sus antecesores –ojalá que lo eviten, para evitar al mismo tiempo la desaparición de una parte importante de la industria argentina de biocombustibles, generando condiciones para una gestión exitosa, que parece una rareza en esa área de estado, a medir por lo que viene sucediendo en los últimos años-.
Hay una campaña de desprestigio hacia los biocombustibles que lanzaron uno o más refinadores de petróleo, usando conceptos falsos o verdades a medias, que confunde a la opinión pública y por qué no decirlo, ha sido funcional a la “captura del regulador” que se está presentando en los últimos tiempos.
Se exterioriza en el marco de esa campaña, por ejemplo, que el biodiesel provisto a los refinadores de petróleo es de mala calidad, cuando es obligación de la Secretaría de Energía controlar la misma de acuerdo a la legislación vigente y a lo largo de diez años, no han llevado a cabo los análisis correspondientes, y si hicieron alguno, fue por excepción. O sea, la Secretaría de Energía no cumple con sus funciones. Aprovechan así uno o más refinadores de petróleo esa debilidad para generalizar lo que puede ocurrir en casos aislados, poniendo en la misma bolsa a todos los productores.
Uno o más refinadores de petróleo plantean también que a la Argentina le conviene primarizar sus exportaciones, dado que por transformar aceite de soja o maíz en biocombustibles, el Estado no recauda derechos de exportación.
Se trata de un planteo tan irracional, como lo que sería pretender que todos los combustibles que se usen en el país, se importen y a cambio se exporte el petróleo crudo, o como pretender que toda la carne que se consuma en el país se importe, para que el maíz, la harina de soja u otros productos agroindustriales que consume el ganado, se exporten y tributen derechos de exportación.
Además, plantean que la industria argentina de biocombustibles está madura y que no necesita promoción alguna, como si en catorce años desde la sanción de la Ley 26.093, podría madurar una industria que en el caso del petróleo llevó más de un siglo para lograrlo.
También hay una depresión en el sector petrolero por la pandemia. ¿Se está negociando algún acuerdo para salir de esta situación y que ambas partes se puedan beneficiar?
No. La mayoría de los refinadores de petróleo buscan terminar con el programa de biocombustibles, dado el próximo vencimiento de la Ley 26.093 y hacen campaña para que Argentina vuelva a vender combustibles minerales puros exclusivamente, o en el peor de los casos, que el Congreso Nacional sancione, a instancias del Ejecutivo, una ley que sea funcional a ellos, para que los biocombustibles terminen siendo producidos exclusivamente por los refinadores de petróleo.
Por el momento, no hay voluntad negociadora de los refinadores de petróleo. Y es lógico que sea así, porque constituyen un oligopolio, cuasi monopolio desde el lado de la oferta, y un oligopsonio, cuasi monopsonio del lado de la demanda, además de haber casi capturado al regulador en los últimos tiempos.
Desconociendo la altísima concentración del mercado en el que operan, uno o más refinadores de petróleo desprestigian a los biocombustibles haciendo énfasis en una supuesta falta de competencia, soslayando por cierto, las imperfecciones que presenta el mercado de combustibles líquidos en el país.
Será para Darío Martínez un gran desafío poder generar una gestión apegada a la normativa vigente, terminando con los históricos privilegios que tienen los citados agentes económicos. No pierdo el optimismo con él y con sus colaboradores más cercanos. Pero es fundamental ver una pronta y muy positiva reacción, ¡no hay más tiempo!
¿En qué estado se encuentra el proyecto de Ley de biocombustibles que no sólo prorroga la Ley 26.093 sino que aumenta volúmenes de corte? ¿Podrá tratarse en el Congreso el año que viene?
Hace pocos días atrás, el Senado de la Nación dio primera sanción y giró a Diputados, un proyecto de ley que prorroga la vigencia de la Ley de Biocombustibles, hasta el 31 de diciembre de 2020. Lo importante de esta iniciativa, es que fue votada por setenta senadores, existiendo dos ausentes, como así también, fue el respaldo que los legisladores brindaron a los biocombustibles.
Paralelamente y desde el punto de vista formal, el Poder Ejecutivo tiene la facultad de acuerdo a lo establecido por el artículo 1 de la Ley 26.093, de extender la vigencia de este régimen hasta la misma fecha.
Hacia el interior de la industria de biocombustibles, hay distintas visiones sobre esta prórroga, algunos la apoyan y otros como yo, sostienen que es mejor sancionar una nueva ley.
En definitiva, en atención al poco tiempo disponible para el debate legislativo, considero que lo mejor es extenderla vía DNU o de una nueva ley hasta el fin de 2021, generando así el plazo sufriente para sancionar una nueva ley. No hay que distender la negociación legislativa para lograr la sanción de una nueva ley de biocombustibles en el país.
Por otra parte, son varias las iniciativas presentadas en el Congreso de la Nación para establecer un nuevo régimen de biocombustibles, pero por ahora, no han avanzado. Tampoco se formalizó la presentación del anteproyecto de ley de biocombustibles que fuera redactado en el seno de la Liga Bioenergética de Provincias.
Durante esta semana se reunirá una mesa constituida entre el Poder Ejecutivo y el Consejo Agroindustrial Argentino, para discutir el texto de un anteproyecto de ley de biocombustibles que haría propio el Ejecutivo y luego lo presentaría como proyecto propio en el Congreso.
En definitiva, la agenda legislativa de los biocombustibles está muy activa.
¿Cuál es la capacidad máxima de aumento de corte tanto en biodiesel como en bioetanol teniendo en cuenta las características del parque automotor argentino?
Más allá de lo que sostienen los refinadores de petróleo y las automotrices, en el caso de la mezcla gasoil – biodiesel, la misma puede aumentar rápidamente al 15 por ciento y luego pasar a un 20 por ciento, dejando un surtidor de respaldo con B10 para los vehículos livianos de alta gama, que cada vez, hay menos en circulación.
En el caso de la mezcla nafta – bioetanol , automáticamente puede pasar al 15 por ciento y luego de homologado el uso de vehículos con motores flex fuel, llevar adelante un incremento de corte al 18 por ciento para terminar en el 27,5 por ciento como en Brasil, dejando siempre y por unos años, un surtidor de respaldo con E15 para los vehículos que actualmente circulan.
Por cierto los refinadores de petróleo se oponen terminantemente a todo esto y la mayoría de las compañías automotrices, por una posición defensiva, más que lógica, prefieren que una medida de ese tipo no se lleve a cabo.
El problema es que se exteriorizan argumentos que en muchos casos confunden a la opinión pública, pero lamentablemente y en muchos casos, surten un efecto importante en el seno del Gobierno Nacional, demorando esa buena decisión.
¿El biocombustible mejora o empeora la calidad de los combustibles a la hora de su funcionamiento en los vehículos?
En la medida que cumplan con los protocolos de calidad vigentes, sin duda, los biocombustibles mejoran la calidad de los combustibles minerales.
Lamentablemente los refinadores de petróleo soslayan los daños al ambiente y a la salud que genera la combustión con éstos –que son muchos y están científicamente comprobados- y tratan de estirar la vida útil del actual parque refinador, más allá de lo conveniente para el país.
Como el sol no se puede tapar con la mano, una catarata de medidas en contra de la combustibles de gasoil y nafta mineral empiezan aparecer en el mundo, como la reciente decisión del Estado de California, en EE.UU., de prohibir el uso de naftas a partir de 2035.
Es inexorable el proceso de reconversión de destilerías de petróleo a biocombustibles. El mismo llegará también a la Argentina, y a uno o más refinadores de petróleo se les hará imposible evitarlo, incluso recurriendo a contratar como lo suelen hacer, a un ejército de lobbystas y/o ex funcionarios públicos, para instalar las bondades de los combustibles producidos localmente, que según esa visión, no necesitan cortes con biocombustibles.
FUENTE: SURTIDORES