Obreros trabajan en la plataforma Majuro.
Río de Janeiro.— Brasil, orgulloso desde hace tiempo de sus esfuerzos para desarrollar energía renovable y dejar de depender del petróleo, está ahora en plena fiebre por el combustible fósil.
Un enorme yacimiento en sus aguas territoriales —el descubrimiento de petróleo en el hemisferio occidental más grande en 30 años— tiene a los brasileños ansiosos por explotar el crudo, mientras los activistas ecológicos temen que la nación dará un enorme salto hacia atrás en su política de energía alternativa.
Virtualmente no ha habido ningún debate público sobre el potencial costo medioambiental de recuperar miles de millones de barriles de petróleo, un proyecto que, según un experto, será tan difícil como mandar el hombre a la Luna.
¿Falsa euforia? «El gobierno está conduciendo a Brasil hacia una euforia de que esto va a ser una solución para todos nuestros problemas sociales», afirmó Sergio Leitao, director de políticas públicas para la oficina de Greenpeace en Brasil. «Brasil ya no está mirando en serio las alternativas», agregó.
Brasil ha desarrollado desde hace décadas la energía alternativa como un asunto de seguridad nacional, luego de haber experimentado una escasez grave de energéticos en la década del 70.
El país sudamericano usa la energía hidroeléctrica para más del 80 por ciento de sus necesidades energéticas, es el exportador más grande de etanol del mundo y nueve de cada diez automóviles vendidos en la nación pueden andar con etanol o con una combinación de etanol y nafta.
Un estudio de la ONU reveló que en 2008, Brasil representó casi toda la inversión de energía renovable de América latina, por unos 10.800 millones de dólares. Sin embargo, desde que la estatal Petrobras descubrió el masivo yacimiento de Tupi hace dos años frente a la costa de Río de Janeiro —que se estima contiene entre 5.000 y 8.000 millones de barriles de crudo— es el desarrollo petrolero el que tiene prioridad y el que corre a sobremarcha.
Hace 30 años, más del 85 por ciento del petróleo de Brasil provenía del extranjero. Hoy, es un exportador neto. Ha habido otros descubrimientos desde Tupi. Las estimaciones del petróleo recuperable en la zona varían, de entre 50.000 millones y 100.000 millones de barriles.
Nacionalismo y riqueza. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva ha elogiado el hallazgo como el futuro de la nación, como una segunda declaración de independencia y un salvador económico para 57 millones de brasileños que viven en la pobreza: el 30 por ciento de la población. Las fuerzas militares quieren submarinos y cazas nuevos para proteger el crudo. Los grupos izquierdistas quieren que todo sea nacionalizado.
El entusiasmo también alimentó la devoción de Brasil hacia Petrobras, a menudo listada como una de las compañías más admiradas en las encuestas nacionales. Petrobras representa desde hace mucho tiempo el nacionalismo brasileño, y la noción de defender la riqueza doméstica, particularmente de los extranjeros.
«La mayoría de los brasileños apoya a Petrobras de la misma manera que a sus estrellas de fútbol», dijo Eric Smith, un experto en exploración petrolera de la Universidad de Tulane, en Nueva Orleáns, quien comparó los esfuerzos para alcanzar el nuevo yacimiento de crudo de Brasil con un viaje a la Luna. «Intenten encontrar a algún estadounidense que apoye así a Exxon», desafió.
La compañía estatal está dirigida por Sergio Gabrielli, un profesor de Economía que estuvo encarcelado bajo el régimen militar por sus actividades políticas. El funcionario defiende enfáticamente los esfuerzos medioambientales de la empresa.
«Nuestro programa de etanol y biodiésel todavía sigue allí. Petrobras está asignando 2.800 millones de dólares para desarrollar nuestra infraestructura para producir etanol y biodiésel», aclaró Gabrielli durante un foro económico en Río hace unos meses.
Fuente de corrupción. La fundadora de la organización defensora de los consumidores estadounidenses OilWatchdog.org, Judy Dugan, recomienda a los brasileños que no abracen a una compañía petrolera como un bienhechor nacional.
«La huella dejada por las petroleras en el mundo muestra que ninguna tiene el interés de la ciudadanía como prioridad. El negocio del petróleo crea corrupción en muchos gobiernos y grandes fuentes de influencia política para beneficio de una compañía, no para beneficio de los ciudadanos», aseguró.
El Senado de Brasil abrió recientemente una investigación sobre corrupción en Petrobras. Legisladores de la oposición dicen que la compañía pagó más de lo necesario a empresas vinculadas con el gobierno de Lula.
Lula, por su parte, prometió que Brasil no seguirá el camino de Venezuela o Nigeria, dónde los dólares del petróleo están mezclados con la política.
En cambio, está promoviendo una versión del modelo noruego, trabajando para crear un fondo para proyectos sociales bajo control del gobierno. La oposición, sin embargo, teme que darle al gobierno federal el control de ese fondo le daría una nueva influencia política masiva.
Fuente: La Capital