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Los hoy llamados biocombustibles se conocen desde hace muchos años, tan es así que el alcohol fue el primer combustible vehicular, y tras 100 años de dominio de los derivados de petróleo, recupera su posición de la mano de la impostergable necesidad de ubicar en primer lugar de la agenda mundial el cuidado del ambiente.Foto aérea: Fernando López King
Los biocombustibles representan la contribución más eficaz y verificable para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y luchar contra el cambio climático, un compromiso asumido por Argentina con la firma del Acuerdo de París (21/09/16), luego ratificado con la sanción de la Ley 27.270.
El beneficio ambiental de utilizar biocombustibles está evaluado y medido por las fuentes más acreditadas: representa una reducción de entre el 70 y el 80 % de las emisiones de gases de efecto invernadero respecto de los combustibles fósiles. Además, no generan la emisión del particulado que provocan los fósiles, razón por la cual algunos países prohibieron la utilización del gas oil y el estado de California, Estados Unidos, esta semana, la de la nafta para 2035.
No es casual que prácticamente todos los países desarrollados y muchos en desarrollo impulsan la utilización creciente de biocombustibles, tanto en el transporte terrestre como en el aéreo y el marítimo. Entre ellos, nuestro país, que tiene una experiencia de relevancia mundial, como es la utilización de biodiesel al 100% en el transporte urbano de pasajeros de la provincia de Santa Fe, donde acredita unas 1000 unidades que recorrieron 48 millones de kilómetros sin problemas ni necesidad de ajustes en los motores.
Equivocadamente, algunos afirman que los biocombustibles encarecen las naftas y el gasoil, pero dos hechos objetivos y recientes desestiman esa afirmación: 1) Cuando en el primer trimestre de este año bajó el precio del petróleo en el mundo, en la Argentina se dispuso el «barril criollo» para evitar que baje el precio interno de las naftas y el gas oil; y 2) Los combustibles fósiles han tenido dos aumentos de precio en los últimos treinta días, mientras que los precios de los biocombustibles están congelados desde hace diez meses. Esto significa que los biocombustibles no son la causa de que los argentinos paguemos naftas y gasoil más caros.
Los productores de biocombustibles no reciben subsidios directos del Estado, sino que dichos combustibles biológicos son desgravados de los Impuestos a los combustibles líquidos y gas natural, porque a diferencia de los combustibles minerales, no contaminan el ambiente ni dañan la salud de las personas.
La amplia y rica geografía de nuestro país tiene un enorme potencial para la producción de bioenergías que contribuyen a diversificar el agregado de valor a la producción primaria, con coproductos que mejoran su matriz energética con el aporte de fuentes renovables, complementando a los fósiles. Por tanto, en una perspectiva estratégica inteligente, el país debería combinar la utilización de sus recursos de la manera más conveniente en lo energético, ambiental, federal y socioeconómico.
Los biocombustibles también significan una importante contribución al balance de divisas del país; así, en los últimos tres años, el bioetanol sustituyó importaciones de naftas por u$s 1634 millones y las exportaciones de biodiesel alcanzaron los u$s 900 millones en el último año.
En resumen, por los beneficios que aportan al país y a la sociedad, es evidente que los biocombustibles son tan buenos y convenientes como parecen.
Por: Claudio Molina
Director Ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno
FUENTE: DIARIO LA NACION/ARGENTINA