La brasileña Petrobras experimenta en una planta piloto que, en lugar de granos, utiliza residuos.
El futuro de los biocombustibles pasa por la utilización de desperdicios agrícolas como materia orgánica, en un intento por despegar los costos de producción del valor internacional de las commodities. Sobre esta ruta tecnológica ya está trabajando la compañía brasileña Petrobras, que tiene en carpeta largar en 2010 la producción de los biocombustibles de segunda generación.
«La tecnología de los biocombustibles de primera generación, elaborados a partir de materias primas cultivadas, es de baja complejidad, pero ya comienza a ser superada», aseguró Alberto Oliveira Fontes Junior, coordinador del Programa Tecnológico de Energías Renovables de Petrobras, iniciativa que fue desarrollada en forma conjunta con diversas universidades de Brasil e instituciones de investigación internacional. El especialista estuvo presente en Expoagro y dialogó con La Voz del Campo sobre la tendencia en el negocio de biocombustibles en la región.
–Hoy se plantea la disyuntiva entre producir granos como alimentos o como materia prima para energía, ¿los biocombustibles de segunda generación vendrían a zanjar este diferendo?
–Totalmente. Permitirían utilizar desperdicios agrícolas como materia prima y obtener combustibles de alta calidad. Además, los biocombustibles de primera generación tendrán competencia por la materia prima con el impacto que ello representa para los costos. Su desarrollo no sólo favorece al medio ambiente, a través de una mejora en la reducción de emisiones contaminantes, sino que también contribuye a genera empleos y rentas, en especial en la zonas rurales y postergadas.
–¿A qué se refiere con desperdicios agrícolas?
–Puede ser desde la paja del trigo, la celulosa de la caña de azúcar, las cáscaras de algunos granos, hasta el rastrojo de maíz. Todo es pasible de investigación para convertirlo en energía. En Brasil, Petrobras está trabajando en la posibilidad de convertir la celulosa de la caña de azúcar en combustible. Estamos desarrollando una planta piloto y la idea es comenzar en 2010 con la producción de biocombustibles de segunda generación. Además de nuestra compañía, ya hay otras como Chevron y Shell que realizan inversiones y tienen como alta prioridad al desarrollo de combustibles de segunda generación.
Según los cálculos, con el desecho de la cosecha brasileña durante el ciclo 2005 se podría fabricar el equivalente en combustibles renovables a 800 mil barriles diarios de petróleo.
–¿Los biocombustibles sintéticos están dentro de esta segunda generación?
–Sí, son aquellos que se elaboran a partir de la gasificación de la biomasa, lo que permite obtener un combustible de alta calidad.
Tendencia. Brasil se prepara el próximo año para hacer funcionar a todos sus vehículos con una mezcla de gasoil con un dos por ciento de biocombustibles. «Ahora la combinación es optativa y en algunos casos se está dando», remarcó Oliveira Fontes.
En Brasil, Petrobras tiene cuatro mil estaciones de servicio que expenden etanol. Elabora en la actualidad 16 mil millones de litros anuales de ese biocombustible y exporta 2,5 mil millones de litros. «Si utilizáramos el desecho se podrían producir 3,3 mil millones de litros al año; es más, si aprovecháramos la paja del trigo llegaríamos a 10 mil millones de litros. En definitiva, utilizando los desechos y la paja se podría duplicar la producción de etanol», comentó el técnico.
La transformación de la celulosa de la caña de azúcar en etanol es el próximo desafió. «La fibra ofrece entre 40 y 60 por ciento de celulosa. Ya estamos trabajando con una planta piloto», aseguró Olivera Fontes.
En la elaboración de biodiesel sobre la base de cultivos oleaginosos, la compañía petrolera también exhibe una vasta experiencia. «Tiene dos rutas de producción, a través de aceites y de las semillas», explicó el directivo. El proceso de obtención del biodiesel, en forma directa a partir del grano, ofrece sus ventajas, ya que facilita la reacción del aceite con el alcohol a partir de la semilla en condiciones adecuadas.
Ese contexto productivo se refiere a la presión y temperaturas moderadas, con la consecuente economía de equipamiento y energía con relación al proceso convencional. Además se utiliza etanol (que es renovable) como alcohol, en reemplazo del metanol. La viabilidad del proceso ya fue comprobado para ser utilizado con soja, maní, girasol y ricino, entre otras oleaginosas.
Estudios realizados por la compañía estatal indican que hasta 80 por ciento del costo final de la producción de biodiesel está asociado al costo de la materia prima. De esta manera, la viabilidad de su producción a precios competitivos, con respecto al gasoil, dependerá del costo de la producción de oleaginosas y de las oportunidades de negocios de los subproductos obtenidos en la elaboración.
Dentro de esta tendencia en la elaboración del biodiesel sobre la base de oleaginosas, la petrolera brasileña tiene en construcción tres plantas ubicadas en Quixada (estado de Ceará), Camdeias (Bahía) y Montes Claros (Minas Gerais), que juntas aportarán un volumen de 150 mil metros cúbicos anuales. Las inversiones para los complejos rondarían los 700 millones de dólares.
–¿En este contexto, Brasil parece sacarle una ventaja importante a la Argentina?
–Está más adelantado, pero Argentina tiene grandes posibilidades. Petrobras trabaja desde 1980 en el etanol y es muy competitiva en el uso de la caña de azúcar como materia prima. La producción de biocombustibles está dentro de un programa del Ministerio de Ciencia y Tecnología brasileño y cuenta con apoyo suficiente.
–En la Argentina, hoy el biodiesel se está dando a nivel de pequeñas industrias para autoconsumo…
–Está bien, en la medida de que el uso sea para la flota propia de vehículos. Pero producir biodiesel en pequeñas plantas no es la solución. La calidad es fundamental y esta debe ser estandarizada y controlada, no sólo a nivel de producto, sino también a nivel ambiental.
–¿Hacia dónde se encamina la tendencia de los biocombustibles?
–A la próxima década de los biocombustibles de segunda generación se le viene la integración del negocio entre el petróleo y los combustibles renovables. Para el año 2050 existirán las biorrefinerías, que serán un único componente industrial en los cuales se trabajará tanto con petróleo como con biocombustibles.
–¿Petrobrás tiene proyectos en la Argentina para la elaboración de biodiesel?
–Sí, pero no soy la persona indicada para hablar de ello. Yo coordino el programa en Brasil.
Enviados especiales en Expoagro-Junin
Fuente: Diario la Voz del Interior