OLD TOWN, EEUU (Reuters) – Desde afuera, la rústica planta de ladrillo a la vista sobre una curva del río Penobscot, en el estado de Maine se asemeja a cualquier otra procesadora estadounidense de celulosa en problemas.
Pero junto a su actividad usual de procesar pulpa, esta planta de celulosa de un siglo de antigüedad está haciendo algo sin precedentes, está desarrollando tecnología para producir bio-butanol, un combustible para aviones en base a partes de árboles que de otro modo se desecharían, uno de los primeros del mundo en hacerlo.
Aún faltan dos años para que la producción pueda arrancar, pero el reinvento de la planta de combustible y fibras Old Town de Maine ya está atrayendo interés como modelo potencial para una nueva oleada de compañías de biocombustible que podrían reducir su dependencia del petróleo, crear empleo y reducir las emisiones que conducen al calentamiento global.
Los leñadores, que tienen un estilo de vida en extinción en el escarpado norte de Estados Unidos y Canadá, ven a la planta como un medio de vida para su golpeada industria. Los ambientalistas lo ven como una prueba de la campaña de la administración estadounidense del presidente Barack Obama por la gran expansión de los biocombustibles.
Y las compañías químicas y petroleras están esperando a ver si la planta puede hacer lo que ninguna ha hecho antes, es decir, extraer azúcares de la viruta para convertirlos en biocombustible que muchos consideran más eficiente que el etanol a base de maíz como un posible sustituto para la gasolina.
«Ha habido muchos interesados en lo que estamos haciendo aquí. Ha habido varias compañías petroleras que han mostrado interés en nuestro extracto y producción de biocombustibles. Ha habido un número de compañías petroleras que ha manifestado el mismo deseo», dijo el presidente de Old Town, Dick Arnold.
Al igual que sus otrora poderosos pares, la procesadora de Maine ha sufrido en los últimos años por la caída de los precios de la pulpa y la pérdida de su cuota del mercado a favor de sus rivales chinos y latinoamericanos.
Georgia-Pacific Llc , el fabricante de papel higiénico Quilted Northern, cerró sus puertas en mayo de 2006, despidiendo a todos sus 400 operarios. Un grupo de inversores conocido como Red Shield la compró unos meses más tarde.
Red Shield obtuvo un subsidio de 30 millones de dólares del Departamento de Energía de Estados Unidos para trabajar junto a la vecina Universidad de Maine en una planta piloto de producción de etanol, pero se quedaron sin dinero y presentaron la bancarrota el año pasado, volviendo a cerrar la planta.
Así es como entra en escena Lynn Tilton, una capitalista de riesgo de Nueva York, propietaria de uno de los mayores fabricantes de helicópteros de la nación. Tilton, de Patriarch Partners, compró la planta en noviembre, invirtió unos 40 millones de dólares y pasó a dedicarse al bio-butano celulósico.
ALTERNATIVA AL ETANOL
Tilton puede usar bio-butano en su propio negocio de helicópteros y aeronaves pero está estudiando un mercado potencialmente enorme una vez que el Congreso decrete que Estados Unidos debe usar aproximadamente 80.000 millones de litros anuales de biocombustibles «avanzados» como etanol celulósico, bio-butano y «gasolina ecológica» al año para 2022.
El despegue de la tecnología depende del costo, y del maíz. Durante gran parte de la última década, funcionarios federales han promocionado el potencial del etanol de maíz como el mejor sustituto para la gasolina, pero los críticos cuestionan esa suposición, destacando que corroe los viaductos y aumenta los precios de los alimentos.
El bio-butanol, un pariente del etanol, es menos corrosivo y más fácil de mezclar con gasolina. A diferencia del etanol, puede ser transportado por medio de viaductos. Y su contenido energético es aproximadamente un 30 por ciento mayor que el del etanol. Si las regulaciones lo permiten, podría ser usado en automóviles sin realizarle cambios al motor.
El butanol a veces es usado también como un petroquímico en líquido de frenos, diluyentes de pinturas y plásticos. Entre sus impulsores están el fabricante de químicos DuPont y el gigante petrolero BP Plc, que han conformado un emprendimiento conjunto para producir bio-butanol.
«Realmente se lo puede comparar con la gasolina. El asunto es que el etanol es más fácil de producir, sólo que no es más fácil de usar. El butanol no tiene esas mismas restricciones», dijo Mark Bunger, un analista de biocombustibles de Lux Research, una firma consultora de Boston que se especializa en tecnologías emergentes.
«Por muchos motivos químicos, es una buena alternativa. Si eres una compañía de capital de riesgo y dices que comenzarás a producir etanol, yo te diría, ‘¿Tienes otra idea?’. Pero si vas a dedicarte al butanol, esa es una decisión inteligente», dijo Bunger.
El advirtió, no obstante, que todavía no está claro si el bio-butanol puede competir en costo con el petróleo o con sustitutos como el etanol sin subsidios del Gobierno. «Se necesitan muchos estudios y desarrollos técnicos para hacerlo competitivo en materia de costos», agregó.
FACTOR OBAMA
Otras compañías están intentándolo, como el caso de las incipientes Tetravitae Bioscience en Chicago y Cobalt Biofuels en Mountain View, California. Pero Old Town es la primera en hacerlo con una planta de madera en pleno funcionamiento que ya genera dividendos con la venta de pulpa tradicional a compañías de papel.
El bio-butanol se extraerá de la madera que se habría desechado en la producción de pulpa, o que habría quedado en el suelo del bosque como no usable para los leñadores.
«No me metería en lo profundo de un agujero sin la capacidad de generar ingresos con lo que hacemos ahora», dijo Tilton. «Esa es la belleza de lo que hacemos. No estamos construyendo unas instalaciones para producir etanol en las que debes 300 millones de dólares antes de empezar a generar cualquier tipo de ingresos», agregó la capitalista.
Por Jason Szep
(Editado en español por Magdalena Morales)
Fuente: Reuters