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Los cambios normativos son de tal intensidad que recuerdan los mejores tiempos del secretario Guillermo Moreno. Entre octubre de 2017 y mayo de este año, un total de once resoluciones o disposiciones modificaron sucesivamente el marco normativo de la industria del bioetanol.
La consecuencia de ese estado de inseguridad jurídica se ha traducido en dos grandes fenómenos: la interrepción de cualquier nueva inversión en el área y una crisis que deja a esta novel industria al borde del colapso.
Un gráfico lo sintetiza todo: mientras el precio del bioetanol de caña aumentó 47% entre mayo de 2017 y abril de 2019 (dos años), el Índice de Precios al Consumidor acumuló una suba de 67%, el mayorista de 80%, la nafta súper en surtido un 92% y el dólar un 115 por ciento.
Hay un dato contundente. Inicialmente, el valor del bioetanol rondaba el dólar por litro. Para mayo de 2017 oscilaba en torno a los 80 centavos de dólar. En la actualidad, con un precio para el originado en maíz de $21,80 por litro y para el de caña, de $24,07, el valor fluctúa en torno a los 50 centavos de dólar.
La secuencia normativa da claras muestras de la intencionalidad del Gobierno por bajar el valor que reciben las industrias de transformación. En octubre de 2017, la Resolución 415 del por entonces ministerio de Energía redujo en forma compulsiva y unilateral 15% el valor del bioetanol de caña, bajo el argumento de que había que reformular el modo de cálculo.
Finalmente, para el caso de la industria del bioetanol de caña, el truco consistió en utilizar el precio del azúcar aprovechando un ciclo de bajos precios. Cuando el precio comenzó a recuperarse, la industria reclamó la actualización del valor. Fue entonces que el ya titular de la ahora secretaría de Gobierno de Energía, Gustavo Lopetegui, planchó el precio del bioetanol dejándolo para abril al mismo valor que el de marzo.
Según trascendió, en una reunión llevada adelante por el funcionario con la industria azucarera, se terminó reconociendo que el congelamiento del precio del bioetanol era para que no se trasladara al precio de los combustibles y por ende actuara empujando la inflación.
Aunque un aumento de $4 en el litro del bioetanol tendría un efecto no mayor a 48 centavos por litro (el corte está fijado en el 12%), la cartera de Energía se mostró permeable al argumento de las petroleras, incluída la estatal YPF. Incluso en esa reunión estuvo presente el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, un aliado del gobierno nacional, quien empujó a favor de los ingenios. Lopetegui les prometió presentarles un plan para recuperar el precio del bioetanol, cosa que nunca ocurrió.
La realidad es que un ala del Gobierno (por no decir todo) se muestra muy reacia a la política de biocombustibles establecida por la ley 26.093. Creen que el Estado no debería mediar en este mercado ni por medio de la fijación de un corte obligatorio, ni distribuyendo cupos ni mucho menos fijando precios. Por otra parte como habría dicho el funcionario: “Con Vaca Muerta, ¿quién necesita de los biocombustibles?“.
El caso es que no solo no hubo una propuesta de recuperación de precios, sino que el 31 de mayo se promulga la Disposición 81/2019 que fija una nueva fórmula de cálculo para el bioetanol, donde el nuevo truco es tomar una promedio móvil del azúcar de los últimos doce meses, de tal manera de licuar la suba del corriente año.
“La verdad es que la industria está al borde del colapso”, se lamentan empresarios del sector. “La idea original era que el bioetanol sirviera para darle sustentabilidad a la industria, generando una nueva demanda que compitiera con la del azúcar. Ahora nos están dejando sin salida“, señalan.
Por lo pronto todo indica que el Gobierno no irá por un aumento en el corte (quedaría congelado en 12%) y que sostendrá una política de precios que no impacte en la inflación, en función de las necesidades electorales.
La situación también alcanza a la industria del bioetanol de maíz, como lo muestra el siguiente tuit.
FUENTE: RIA CONSULTORES