Biodigestores; producción de biogás sobre la base de efluentes de las granjas y tambos.
El Inta promueve algunos modelos aplicables entre productores.
En los últimos años se produjeron cambios profundos a nivel global y también en la Argentina. Esos cambios, entre otras cosas, indican un crecimiento de la siembra sobre campos alquilados con contratos de muy corto plazo (muchas veces una campaña).
Este proceso dificulta la planificación de un sistema de rotación de cultivos, la aplicación de tecnología como la del balance de nutrientes y carbono del suelo, también afecta el desarrollo de estructuras fijas que permiten integraciones que faciliten procesos de industrialización en origen, transformaciones de proteína vegetal a proteína animal, biocombustibles, etcétera.
Finalmente, desalienta la integración asociativa para encarar proyectos de mayor valor agregado en origen, que conlleven a un crecimiento con desarrollo y equidad del interior del país.
Las crisis agudizan el ingenio y activa muchas mentes en todos los niveles de la cadena agroalimentaria. Por tal motivo, surge la necesidad de diseñar estrategias tecnológicas integrales que orienten al desarrollo de políticas activas que mejoren la realidad mirando a los próximos 20 años.
Lo más claro de la realidad es que la cadena de agroalimentos argentina debería crecer en productividad, valor agregado y sustentabilidad; para ello es conveniente crecer en procesos de industrialización primaria en origen, crecer en la transformación de ese alimento de origen vegetal en proteína animal (carne bovina, leche, cerdo, producción avícola), y también debe crecer en industrialización secundaria (o sea frigoríficos, plantas lácteas diversas, chacinados), todos con calidad trazable y denominación de origen en ciertos productos), y si es posible una terciaria (carnes cocinadas listas para ser consumidas). Además, se debería crecer en la cadena de frío y abastecimiento trazable hasta las góndolas locales y del mundo, pero siempre bajo estructuras manejadas desde origen.
Ejemplos exitosos
Hoy existen muchos ejemplos exitosos de grandes complejos agroindustriales, pero también es real que el grueso de la exportación agropecuaria argentina está constituida por commodities, por lo que se sugiere que en el futuro ningún producto primario viaje en camión más de 80 kilómetros sin recibir un incremento de valor, o sea agregado de valor en origen.
En los próximos 10 años, Argentina debe incrementar el valor promedio de la tonelada exportada de agroalimentos de 400 dólares por tonelada a más de 1.200 dólares y de ese incremento de valor o renta debe apropiarse el productor agropecuario primario si desea seguir siendo competitivo.
La primer pregunta es ¿competitivo respecto de quién? Respecto de los productores del resto del mundo que hace mucho tiempo que ya pasaron las tranqueras. La segunda pregunta es ¿cómo lo hacemos? Y la respuesta es: participando activamente de manera asociativa en toda la cadena de agroalimentos, o sea una integración vertical del productor primario en la cadena de agro alimentos.
Al «exportar» cereales y oleaginosas como grano de una zona a otra, se pierde la potencialidad de agregar valor y generar mano de obra en origen, o sea se pierde el potencial desarrollo del territorio generado por la actividad agropecuaria. El grado de desarrollo de un país es precisamente el valor de la tonelada exportada en relación con el valor de la tonelada importada.
De la misma manera se mide el desarrollo de territorio de un país; hoy en Argentina existen provincias y ciudades agroindustriales y otras que sólo producen y «exportan» con fletes caros materia prima sin elaborar; es evidente que es difícil crecer cuando la producción de bajo valor (grano) viaja por camión más de 200 kilómetros al lugar del primer destino.
Resulta poco conveniente y sustentable importar toneladas de fertilizantes, agroquímicos y maquinaria agrícola a 700, 3.000 y 10.000 dólares la tonelada, respectivamente, transformarla en cereales y oleaginosas y exportarlas a 400 dólares la tonelada, en promedio.
Claro está que mirando a 10 años se debe evolucionar con propuestas y acciones concretas en las que la gran mayoría de los habitantes estemos de acuerdo y que se transformen en políticas agroalimentarias de Estado.
Por ello en el Inta, desde el Proyecto Precop II, un grupo de técnicos de varias experimentales desde mediados de 2007 estamos trabajando para generar y difundir un nuevo concepto de agroindustrialización en el cual el valor agregado sea producido en origen, la producción primaria sea producida con la mejor tecnología, con precisión por ambiente, con el concepto de que la calidad comienza desde el principio, evitándose pérdidas físicas y de calidad, dentro de un marco de aseguramiento de la calidad.
La agricultura de precisión además de hacer preciso y rentable el uso y aprovechamiento de los insumos aplicados según ambiente, también es una poderosa herramienta para la trazabilidad de procesos, y para disminuir la contaminación ambiental y de los productos.
Luego de este «Proceso Primario con Valor Agregado» viene el próximo eslabón, la industrialización primaria, o sea «fabricar» luego de algunos procesos precisos (molienda, extrusado) los mejores alimentos balanceados específicos (para cerdo, pollos y bovinos). Ese producto con relativo valor agregado no debe trasladarse muchos kilómetros para ser transformado en proteína animal: cerdo, pollo (huevo/carne) y bovino (leche/carne).
Efluentes como insumos
Todos los procesos de transformación intensivos generan efluentes que deben ser bien tratados y transformados mediante un proceso de biodegradación (biodigestor) en biogás, bioelectricidad y biofertilizante, energía que debe ser reutilizada en un complejo agroindustrial transformador con mucha eficiencia y con el biofertilizante reponer los nutrientes en los propios campos donde fueron extraídos los granos y pasturas.
En el mismo complejo deberían ubicarse las industrias secundarias que dan el gran incremento de valor agregado, los frigoríficos de pollo, cerdo y bovinos, las industrias lácteas, las industrias de procesamiento de huevos, de fiambres y chacinados, quesos, dulce de leche, muchos de ellos con denominación de origen (lo que constituye más valor agregado).
Todas estas industrias consumen energía y desechan efluentes que también deben transformarse en biogás, bioelectricidad y biofertilizantes, con lo cual se mejora la ecuación energética y la gestión ambiental.
En el mismo complejo debe existir la cadena de transporte con línea de frío y trazabilidad para llegar con la mejor calidad posible a las góndolas del mundo.
A modo de esquema, el Precop II-Inta referencia tres modelos productivos de integración vertical de las tantas combinaciones que se pueden lograr, dependiendo de muchos factores agro climáticos frente a las diferentes eco-regiones posibles de implementar.
Un grupo de técnicos del Inta distribuidos en 10 provincias y 14 experimentales trabajan para facilitar técnica y operativamente a que estas ideas de asociativismo empresarial, con integración vertical en origen y participación directa del productor primario sea una realidad en los próximos años.
Los intendentes de los pueblos del interior del país, que hoy ven comprometida la futura demanda laboral en origen, tendrán que ponerse al frente de la gestión de los mejores proyectos de integración vertical para su zona.
El autor es coordinador de la Red del Proyecto Agricultura de Precisión y Máquinas Precisas; coordinador del Proyecto Específico Eficiencia de Cosecha del Inta Manfredi
Ingeniéro Mario Bragachini
Inta Manfredi
Fuente: La Voz/Córdoba/Argentina