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A fin de año una empresa iniciada por científicos de Rosario producirá enzimas con el descarte del biodiesel para mejorar el rendimiento de las cerealeras. Construirán una planta en San Lorenzo con capacidad para 60 mil litros que en 5 años podrá ser la más importante de Sudamérica
A fin de año una empresa creada por un grupo de científicos de la ciudad empezará a trabajar en un predio de San Lorenzo para procesar 1,5 millón toneladas de aceite de la cerealera Molinos Agro. Sacarán 375 toneladas más de líquido. La clave será refinarlo con una enzima que fabricarán con el descarte que tiran cada día las plantas de biodiesel de Santa Fe. Gastarán 40% menos porque no tendrán que comprar azúcares como hacen los laboratorios de las dos multinacionales. La idea es inédita en el país ya que consiguieron una inversión de 7 millones de dólares –el 91% de fondos privados– para poner en marcha la planta y emplear a 30 personas. Proyectan que en los próximos cinco años podrán cuadriplicar la producción y convertirse en la más importante de Sudamérica.
“Buscamos dar una soluciones las industrias. Sería imposible sin la ciencia básica. Si el sistema científico fuera un árbol, la ciencia básica es la raíz y la empresa es el fruto. Si el árbol no tiene raíz difícilmente pueda haber un fruto. Sin financiar la ciencia no se puede”, explicó a El Ciudadano el doctor en Ciencias Biológicas e ideólogo de la firma, Hugo Menzella. Como música de fondo sonó la protesta de la semana pasada de los trabajadores de Conicet, principal organismo encargado de la formación y proyectos científicos del país, donde reclamaron por mejores salarios y financiamiento. Muchos trabajan en ciencia básica.
Escapando
Menzella nació en Rosario hace 50 años. Iba al Instituto Politécnico y era muy malo para dibujo técnico. La única orientación que no tenía la materia era química. La eligió. Cuando terminó la secundaria se anotó en la carrera de Ingeniería Química y en la de Bioquímica. Las cursó en paralelo hasta que se dio cuenta de que la sangre lo impresionaba. No quería trabajar en hospitales. Entonces eligió la biotecnología. Después de hacer el doctorado en el Instituto de Biología Celular y Molecular de Rosario (IBR) fue a trabajar a una empresa que fabricaba enzimas en Estados Unidos. En 2008 volvió de la mano del actual decano de la facultad de Bioquímica, Esteban Serra, que manejaba un programa para repatriar científicos. Al llegar empezó a ver qué necesitaba la industria de Santa Fe en pleno auge del modelo sojero.
Junto a otros científicos Menzella pensó en hacer una empresa de base científica. Eligió el nombre de una de los reactivos artesanales que usaban en el laboratorio del IBR y la bautizó “Keclon”, una deformación de la expresión “¡Qué clon!”. En poco tiempo sumó los primeros inversores “ángeles”, personas con capital e interés en desarrollar tecnología a partir del trabajo científico. Les siguió una empresa de inversores y empezaron a trabajar en mejorar el rendimiento de las 30 empresas que hacen biodiesel en Santa Fe. El combustible alternativo –entre otros usos del biodiesel– fue la estrella de la economía regional hasta que este año y partir de las decisiones de la Nación los mercados que más les compraban (Estados Unidos y la Unión Europea) les cerraron las puertas.
Incluso llevó a Molinos Agro, Vicentín y Glencore, una multinacional de origen suizo, a construir en 2007 una planta con capacidad para hacer 480 mil toneladas de biodiesel por año. Ese año la producción mundial fue de 3,2 millones de toneladas. En 2014 aumentó un 300 por ciento.
Frente a la caída del biodiesel en Santa Fe, Menzella y compañía ya tenían un plan B. Con ayuda de las agencias nacional y provincial de Promoción de la Ciencia y una importante inversión privada diseñaron la planta de enzimas que a fin de año empezará a funcionar en San Lorenzo. Tendrá capacidad para procesar 60 mil litros de aceite y ya tiene un contrato con una de las principales cerealeras del país, Molino Agro, para tratar 1,5 millones de toneladas de aceite y sacarle 375 toneladas extra. No es poco si se tiene en cuenta de que a nivel nacional Argentina produce 10 millones de toneladas por año. Para refinarlo los científicos usarán enzimas que fabricarán de la glicerina que descartan las empresas de biodiesel. “Las enzimas rompen y refinan para sacar más aceite”, graficó Menzella. Además de reducir el impacto ambiental del residuo, significará ahorrar casi la mitad de lo que gastan en insumos para hacer las enzimas.
Molinos Agro recibe y procesa granos de 2 mil productores agropecuarios dedicados al maíz y la soja. Tiene cinco lugares de acopio en Argentina y en 2005 construyó la planta en San Benito, en San Lorenzo. En 2016 manejó 4,5 millones de toneladas de soja y generó como subproductos aceite crudo, alimentos para ganado y mascotas y aceite refinado. En los próximos 10 años enviará el aceite para refinar en la planta de Keclon. El futuro de la empresa científica será diseñar al menos 14 enzimas más antes de 2022 para la industria alimenticia humana y animal. “La misma lógica de mejorar el rendimiento con enzimas que rompen lo podemos usar en jugos, para aumentar la extracción de las frutas y el alimento balanceado para ganado”, concluyó Menzella.
Competidores
La planta de San Lorenzo no será la única en Argentina. Competirá con la que está en Pilar de la empresa multinacional Novozymes, una firma de origen danés que hacía insulinas y enzimas para tratar cueros. Junto a DSM, nacida en Holanda y pasó de ser una petroquímica a dedicarse a procesos de alimentación, son las dos firmas internacionales que se llevan el 80 por ciento del mercado en el mundo.
por Agustín Aranda
FUENTE: EL CIUDADANO