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Biocombustibles: una industria que enfrenta al proteccionismo

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El crecimiento de los biocombustibles en la Argentina es significativo, pero el mercado externo antes Expaña y la Unión Europea, y hoy los Estados Unidos impone restricciones que podrían perjudicar su desarrollo. Los números que grafican el panorama.

El desarrollo de la industria de los biocombustibles ha ido creciendo durante la última década en forma exponencial, consolidándose como un sector muy dinámico de la economía nacional y ultra competitivo. Entre los factores que contribuyeron para que esto sea así, según coinciden expertos y empresarios, deben nombrarse a las inversiones, tanto extranjeras como nacionales, como un aliciente fundamental. Eso por un lado. Por el otro, el incremento estuvo suscitado por una demanda internacional creciente, con una preocupación por la contaminación y los precios en alza del petróleo.

De esta manera, en decenas de países comenzó a exigirse la mezcla de biocombustibles con combustibles fósiles. El tercer factor que favoreció la expansión de esta industria en el país fue el beneficio que obtuvo a nivel impositivo. Estos tres elementos se conjugaron y permitieron que se establezcan las bases de una industria pujante.

Hasta que vino el proteccionismo. Primero, en España y en la Unión Europea, como represalia a la compra compulsiva de YPF a Repsol por parte del Gobierno kirchnerista. Y, más recientemente, en los Estados Unidos, que ratificó que mantendrá el nivel de los aranceles de hasta un 72% para el biodiésel argentino, lo cual, en la práctica, deja nula la posibilidad de exportar al país norteamericano. El Departamento de Comercio de dicha nación confirmó derechos antidúmping y, de esta manera, la Argentina pierde su mercado más importante. Esto golpea a una industria que se ve obligada a presionar para que el Gobierno tome medidas en los organismos internacionales.

Esta situación es similar al golpe que había recibido el sector cuando, en 2013, la Unión Europea había establecido derechos antidúmping sobre las importaciones del biocombustible. En su momento, la Argentina presentó demandas legales en el Tribunal y en la Organización Mundial del Comercio (OMC), los cuales terminaron fallando en contra de las medidas. La mejor relación entre el Gobierno de Mauricio Macri con España y la Unión Europea, terminaron de destrabar el asunto y el biodiésel local volvió a fluir en el Viejo Continente.

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Nuevos interrogantes

En este contexto, hoy la pregunta es si el mercado europeo podrá suplir la ausencia del norteamericano. Está previsto, para 2018, exportar a Europa un 65% de lo que se enviaba a los Estados Unidos por una cuestión estacional. A diferencia de lo que sucedía en el sur del país que hoy lidera Donald Trump, los europeos no pueden usar el biodiésel argentino durante el invierno porque se les congela. En diálogo con El Cronista, Luis Zubizarreta, titular de la Cámara de Biocombustibles, remarca: «El mercado europeo es muy importante, pero nosotros creemos que es vital tener abiertos los dos y todos los mercados. Consideramos que Europa no va a llegar a traccionar el volumen que vendíamos en los Estados Unidos».

El producto proveniente del país sudamericano está ingresando a la Unión Europea a precios muy inferiores a los del aceite de colza, el principal insumo que usan los productores europeos del combustible. Gran parte de estas empresas alegan que esta decisión los empuja a la bancarrota. Raffaello Garofalo, jefe del Consejo de Biodiésel Europeo, sostiene que el impacto de las importaciones de la Argentina es mucho más grande del que se esperaba y considera injusta la decisión de reabrir otra vez el mercado para los productos nacionales. Datos oficiales arrojan que la Argentina exportó 852.000 toneladas de biodiésel entre agosto y enero de 2017 por un valor de u$s 617 millones. De esta forma, los empresarios europeos presionan para proteger la industria local y retornar al proteccionismo, mientras que los argentinos entienden que la reapertura es un alivio ante el cepo estadounidense y que ha llegado en un momento crítico.

A su vez, para Zubizarreta, «2017 fue un buen año en cuanto a flujo». Agrega: «Durante 2018 va a ser menor porque solo tenemos abierto el mercado europeo y, ante esta situación, consideramos que vamos a tener un volumen bastante menor que el pasado».

El mercado en cifras

La afirmación de Zubizarreta respecto del buen año que representó 2017 para la industria de los biocombustibles puede apreciarse al detenerse en los datos que arroja el Indec sobre la actividad por trimestre. Medido en toneladas, la producción de biodiésel fue de 2.871.707. De ellas, 1.650.312 fueron destinadas las exportaciones. En cuanto al bioetanol, la producción total fue de 1.105.017 y se despacharon 1.076.558 al mercado interno. Estos valores implican que se produjo una variación positiva del porcentaje interanual si se compara 2017 con 2016. Hubo un aumento del 8% en torno a la producción del biodiésel y un 24,2% en la del bioetanol. Por su parte, el biodiésel tuvo un incremento del 1,5% en materia de exportaciones.

En el caso de este último, el único trimestre que sufrió una disminución del porcentaje interanual de su producción fue el tercero, con un valor negativo del -20,5% y una caída del 30,4% de las exportaciones en comparación al mismo período del año 2016. Esta merma fue consecuencia directa de las restricciones que puso el Gobierno de los Estados Unidos al biodiésel argentino en aquel entonces. En un informe realizado por el Ministerio de Energía y Minería nacional, se observa la importancia que tuvo el mercado estadounidense durante el año pasado. Hasta julio de 2017, de las 878.995 toneladas de biodiésel que había exportado la Argentina, todas fueron importadas por los Estados Unidos con la salvedad de 11.000 que se exportaron a Perú.

El mismo informe refleja que, durante el segundo semestre, la cantidad de toneladas que se exportó sufrió una disminución de 176.221 toneladas. Con excepción de las 39.983 que importó los Estados Unidos en agosto, el resto de las producciones argentinas se repartieron entre Perú, Países Bajos, Malta y España. He aquí la insistencia que muestra Zubizarreta en torno a la relación con los norteamericanos: «Creemos que es muy importante que la Argentina se muestre firme en discutir esta imposición, que consideramos absolutamente injusta, y nos parece importante que el país vaya a los ámbitos internacionales que son los apropiados para plantear que esta medida es injusta y ese ámbito es la Organización Mundial del Comercio (OMC)».

No solo para exportar

La situación de los mercados internacionales repercute de manera directa en el desarrollo local de la actividad. Más allá de la dificultad a que enfrenta la industria de sortear su desarrollo sin la presencia de los Estados Unidos, la situación es complicada. Problemas vinculados a la alta inflación y los costos financieros, así como la alta presión tributaria, la conflictividad sindical y la ausencia de reglas claras son factores que acaparan los cuestionamientos de los empresarios.

De todas formas, el sector ve con buenos ojos la Ley 27.430, a través de la cual se deroga el Impuesto a la Transferencia e Importación de Gasoil y al Fondo Hídrico de Infraestructura. Asimismo, se crea el Impuesto al Dióxido de Carbono. Además, los artículos 133 y 139 establecen que los biocombustibles no estarán gravados, sin que exista un límite temporal en este beneficio.

Las estadísticas que ofrece el Indec permiten observar la importancia que tiene la cantidad de toneladas que se destinan al mercado interno. De las 2.871.707 de biodiésel que se produjeron durante 2017, 1.173.419 fueron despachadas al mercado interno: 273.240 en el primer trimestre, 291.052 en el segundo, 293.232 en el tercero y 315.895 en el último del año. Esto representó un aumento del 13,2% en comparación con 2016. Los datos respecto del bioetanol también son positivos. De la totalidad de lo producido en 2017, el 97,42% se despachó al mercado interno: 1.076.558 toneladas.

La reglamentación del precio del biodiésel para el corte con gasoil permitió generar más de 9.300 de empleos en economías regionales. Por otra parte, aproximadamente 30 pymes abastecen casi el total del biocombustible que se usa localmente. Estas firmas operan en provincias diversas: Santiago del Estero, Entre Ríos, San Luis, Neuquén, Santa Fe, La Pampa y Buenos Aires. Según informa el Ministerio de Energía y Minería, Santa Fe aportó 483.137 toneladas de biodiésel para el corte de gasoil durante 2017 y fue la provincia que más destinó al mercado interno. Le siguen Buenos Aires con 393.463, La Pampa con 99.156, Entre Ríos con 69.267, Santiago del Estero con 64.232 y San Luis con 64.040 toneladas.

Liderazgo internacional

Semanas atrás, la red Renewable Energy Policy Network for the 21st Century (Ren21, que está constituida por una comunidad internacional de más de 900 expertos de gobiernos, organizaciones intergubernamentales, asociaciones industriales, ONGS, ciencia y academia, representando, así, a una diversidad de sectores que crece año a año) publicó un informe que arroja una luz interesante sobre la industria de los biocombustibles nacional, más específicamente aquella dedicada al biodiésel.

El reporte en cuestión lleva el nombre de Advancing the Global Renewable Energy Transition (Avanzando en la Transición Global de Energía Renovable, en español) e incluye al país entre los cinco que lideran la producción de biodiésel a nivel mundial. Este top 5 está encabezado, como podría esperarse, por los Estados Unidos y Brasil, en primer y segundo lugar. En tercero se ubica Alemania y justo por detrás, la Argentina. Indonesia, por su parte, completa el listado.

Un posicionamiento similar, de todos modos, no se verifica en lo que hace a producción de etanol. Aquí, el quinteto líder está compuesto por los Estados Unidos, Brasil, China, Canadá y Tailandia.

por FRANCO DELLA VECCHIA

FUENTE: DIARIO EL CRONISTA/ARGENTINA

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