#Argentina #Soja #Harinadesoja #Soybean #Expeller #Aceiteras #SantaFe #Rosario #Terminal6 #Bunge #Adm #Cofco #Agd #Carbio #Biodiesel #Dreufus #Ciara #Acsoja #Vicentin #Bcr
La caída de la cosecha impactará en la molienda. El complejo oleaginoso en el Gran Rosario inició el año pensando en crecer y ahora busca no perder dinero.
ACEITERAS. Terminal 6, una de las grandes procesadoras de soja del Gran Rosario, deberá readecuar sus previsiones productivas por la falta de la oleaginosa (LA VOZ/Archivo).
El remate del primer lote de soja, que desde hace más de dos décadas organiza la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), tiene un valor meramente simbólico.
Sin embargo, la sensación que quedó en el recinto de operaciones es que la interminable puja que hubo entre dos empresas y el alto valor alcanzado por el lote –15.500 pesos la tonelada, 2,5 veces más que el valor pizarra– fue una suerte de anticipo de lo que será la pelea entre oferta y demanda a partir de julio. Será cuando el polo oleaginoso del Gran Rosario comience a sentir más fuerte la falta de porotos para procesar, como consecuencia de la sequía.
El corredor de la firma Enrique Zeni y Cía que realizó el remate, lo dijo mientras lo conducía: “¿Quién da más? Es un anticipo de lo que viene este año”.
Aunque suene paradójico, este escenario provocado por la falta de lluvias ya está haciendo abrir el paraguas a las aceiteras. Es que la industria está encarando una reingeniería para, al menos, terminar el año con el balance empatado entre ingresos y gastos.
Río de dudas
El director de Informaciones y estudios económicos de la BCR, Julio Calzada, demuestra que la ecuación es mala para la industria sojera: una cosecha de 37 millones de toneladas está muy lejos de los 66 millones por año que pueden procesar las terminales del Gran Rosario y ni siquiera alcanza para los 42 millones que se transformaron en harinas y aceite en 2017.
“Son 20 millones de toneladas menos, es un tsunami productivo”, indicó Calzada en diálogo con Agrovoz, en la previa al remate sojero. En promedio, Argentina produce y exporta unos 33 millones de harina y ocho millones de aceite de soja; cifra que descendería a 28 millones y 6,5 millones en este ejercicio.
ACEITERAS. Terminal 6, una de las grandes procesadoras de soja del Gran Rosario, deberá readecuar sus previsiones productivas por la falta de la oleaginosa (LA VOZ/Archivo).
Para Emilce Terré se viene un “cambio de paradigma”, producto de que el mercado va camino a pasar del stock más grande de la historia al más bajo en 10 años.
“Para cubrir la demanda de crushing, la industria va a tener que consumir toda la producción y gran parte del stock. Estamos calculando unas reservas iniciales de 10 millones de toneladas, que quedaría en apenas tres millones al fin de la próxima campaña”, describió la economista de la BCR.
Las perspectivas oficiales coinciden: el Gobierno proyectó ayer un stock inicial de 12,8 millones de toneladas, que bajaría a 3,6 millones. Las existencias serán acompañadas de un incremento de las importaciones temporarias, principalmente desde Paraguay. El año pasado, ingresaron 1,7 millones de toneladas; en 2018, Terré considera que podrían rondar los tres millones de toneladas.
Reingeniería
En el ámbito empresarial, los operadores son cautos, pero off the récord reconocen el sacudón que significó la sequía.
“Arrancamos el año presupuestando 10, después bajamos a ocho y ahora estamos en una situación de ‘vamos a ver qué pasa’. La orden es achicar todos los gastos posibles y retraer inversiones. Básicamente, pasar el año”, indicó un directivo de una aceitera nacional.
Una fuente de una multinacional coincidió que “el objetivo es no perder plata” y que la ventaja de estas compañías es que están integradas y operan en todo el mundo: “Se van a concentrar en otros lugares en los que puedan ganar dinero, como Estados Unidos donde la molienda es récord”, comparó.
TERMINALES. En 2017, Argentina produjo 42 millones de toneladas de harina y de aceite de soja; este año, como máximo, llegaría a 35 millones (Ciara-CEC).
Todos coinciden en que los productores tendrán la oportunidad de ver una suba de precios a partir de julio. Cuando el efecto cosecha se acabe y la industria sienta con más fuerza las restricciones de oferta. “Se va a poner interesante la puja; esperamos que los compradores vendan, porque van a tener cuentas por pagar”, admitió uno de los operadores.
Según Terré, las fábricas ya se están atajando ante este escenario: la cantidad de mercadería comprada hasta ahora es la más alta desde la campaña 2011/12.
Y los indicadores alcistas no son sólo locales: una intención de siembra de soja menor a la esperada en Estados Unidos, la “guerra comercial” con China, el petróleo en alza y el dólar debilitado, también son factores que estimulan las cotizaciones agrícolas.
Por Favio Ré
FUENTE: LA VOZ